La Coral conjurará el espíritu de las antiguas monjas clarisas de Durango
Las solistas Ana Otxoa, Marta Ubieta y María José Zalbide, arropada por las voces femeninas, interpretarán las piezas que Zubiaurre compuso para las religiosas
La sección femenina de la Sociedad Coral conjurará este sábado en Durango el espíritu de las antiguas monjas clarisas. Entre 1865 y 1911, el compositor ... Valentín de Zubiaurre (Garai, 1837-Madrid, 1914) escribió medio centenar de obras para las religiosas del convento de San Antonio y, según las crónicas, los conciertos causaban furor. Las religiosas tenían una destreza técnica y una belleza sonora que no tenían nada que envidiar a las agrupaciones seglares y profesionales. Ahora serán las sopranos y contraltos de la Coral las que interpreten las piezas, en su mayoría música litúrgica, cantos a la Virgen y villancicos con ritmo de zortziko, con textos en latín, castellano y euskera.
Habrá tres solistas (Ana Otxoa, Marta Ubieta y María José Zalbide), arropadas por el pianista Alberto Sáez, con el director Enrique Azurza al frente. Mimbres suficientes para revivir una experiencia que ya sorprendió el pasado mes de abril en la Iglesia de la Encarnación, en el marco del Festival Bilbao Arte Sacro (BAS). Aquella fue la primera vez que se ofrecieron fuera del convento de Durango y muy probablemente no se trate de la última. La edición digital y en papel de las partituras, impulsada por el Instituto Complutense de Ciencias Musicales, no solo garantiza su buen estado sino también su difusión.
Está prevista además una edición crítica gracias al apoyo de la Comunidad Autónoma de Madrid, lo cual significa que la reivindicación de Zubiaurre es imparable. Eclipsado durante mucho tiempo por la fama de sus hijos pintores, cada vez se le interpreta más, sobre todo después del estreno hace cuatro años de su ópera 'Don Fernando, el Emplazado' en el Teatro Real. Un evento que sirvió para reivindicar la valía de un músico nacido en el seno de una familia muy humilde que terminó posando para Antonio María Lecuona, el retratista oficial de la burguesía bilbaína.
Durante casi 40 años fue director musical de la Capilla Real, un cargo que suponía elegir y ocasionalmente componer la banda sonora de los oficios religiosos y ceremonias vinculadas al monarca. Eso sí, Zubiaurre jamás se durmió en los laureles. No solo se esmeró para que sus hijos, ambos sordos, despuntaran como artistas, sino que también fue uno de los compositores más competentes del siglo XIX en Euskadi.
Fiel a sus raíces, toda la vida tuvo una relación estrecha con el convento de San Antonio de Durango, hasta el punto de que compuso más obras para las clarisas –tenía amigas y una prima entre ellas– que para la Capilla Real. Su afecto por la villa le llevó a escribir 'Gorularien Kanta' (Canción de las trabajadoras del lino) con motivo de las Fiestas Euskaras de 1886.
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