Devoción por Depeche Mode en el BEC
La masiva banda de pop electrónico reivindica su vigencia y celebra su madurez con un gran directo en un BEC lleno y entregado
Josu Olarte
Jueves, 21 de marzo 2024
La gran celebración de la vida y la música que Depeche Mode, que comenzó hace un año con el arranque de su gira 'Memento Mori' ( ... Recuerda que morirás), tuvo su anoche su enésima escenificación en el impecable concierto que ofrecieron en un Bizkaia Arena que casi llenaron por completo con una plural y veterana masa de fans. Todo ello muy a tono con el trasversal influjo que desde los años 80 han ejercido sobre grupos y artistas que abarcan del pop más o menos sintético a la electrónica, el rock gótico o el metal oscuro.
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Con cuatro décadas y media de trayectoria, Depeche Mode podrían vivir de su repertorio funcionando como una suerte de dinousaurios del pop electrónico. Pero su nueva visita ha llegado sustentada por la estimable e introspectiva mirada a lo efímero de la existencia que supone su disco numero 15, marcado por la pandemia global y la pérdida del teclista, programador y contable Andrew Feltcher.
El álbum y el tour 'Memento Mori' supone a su manera todo un 'Carpe diem', una reivindicación de su fascinante y tortuosa trayectoria, que remite a un presente cuya vigencia demuestran con un show climático, rotundo y generacionalmente disfrutable para los cuatro días que nos quedan.
A estas alturas de la película, tras escenificar su música para las masas. ante más de dos millones de almas en un centenar de conciertos encadenados en un año de gira global, no sorprende que Depeche Mode funcionen con la eficacia de un metrónomo. El grupo ha ido menguando hasta devenir en un dúo que se complementa y engrandece apoyado en el tándem de músicos que, desde hace más de 25 años (el teclista Peter Gordeno y el baterista Cristian Eigner) respaldan la prestancia musical a las guitarras, voces y teclados. Y el glamour y dominio escénico lo pone un Dave Gahan capaz de flotar sobre el escenario, de girar como un derviche o de pastorear a la platea como un líder religoso.
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Voz de barítono
Dramatizado por su cada vez más grave voz de barítono, su concierto resultó un antológico tobogán sonoro que engarzó su ultimo cancionero con clásicos reciclados y rescates menos triviales de su cosecha, incidiendo en su crucial triada 'Music for the Masses', 'Violator' y 'Songs of faith & devotion'. Un recorrido retrospectivo marcado por la intensidad y su propensión a alternar la épica sonora y oscuros remansos espirituales que hicieron levitar o bailar a sus fans. Una fórmula conocida pero que, pese a ser escenificada por cuarta vez por estos pagos en década y media (actuaron en el BBK Live en 2009, 2013 y 2017) no tuvo regusto a plato recalentado.
En penumbra y apenas con un halo de luz dibujando la gran M que presidió el sobrio escenario, Depeche Mode arrancaron con dos temas recientes: 'My Cosmos Is Mine' sonó con oscuros y aplastantes ritmos y grande y casi apocalíptico 'Wagging Tongue'.
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Con elegante chaleco y camisa blanca, Gahan fue logrando la absolución a medida que sonaban 'Walking in mny Shoes', un 'It's no good' que siempre fue el mejor tema del minusvalorado y químico 'Ultra' y la duple devocional y con intensidad rockera que resultó 'Policy of Truth' e 'In your room'.
Las adhesivas intros de teclados depechianos elevaron a la masa embelesada en 'Everything Counts' o 'Precious', un tema de quiebra sentimental que Gahan abordó tras cantar el 'Happy Birthday' a un fan de las primeras filas que cumplía 19 años.
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Martin Gore tomó el centro de escenario para interpretar en solitario dos desnudas versiones acústicas de 'Strangelove' y una redentora 'Somebody'. «Angelical» la calificó exagerando Dave al pedir una ovación para su compañero, antes de recuperar el aliento en la trastienda para enfilar, ya con sus tatuajes a la vista sobre el chaleco, la segunda parte de su set.
Gahan simulaba flotar sobre el escenario a medida que oscilaba entre el electro blues desértico y gospeliano de 'I Feel you', el electro pop ochentero de Stuart Price en 'A Pain That I'm Used To', la oscuridad inquietante de 'Black Celebration' o un 'Behind the Wheel,' que, en homenaje al malogrado Fletcher, evocó a unos Kraftwerk humanizados.
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Jaleando al personal desde el pasillo central, Gahan puso en danza a su madura audiencia coreando a mano alzada su imbatible hit 'Enjoy The Silence', extendido con poso electro funk por la guitarra de Gore y la pegada de Eigner
Con gozo futbolero recibió el personal los esperados bises que Gahan y Gore abrieron a dúo llevando 'Waiting for the night' a un paso del music hall, antes de que levantar al público con 'Just can't get enough,' que ya no les suena tecnopopera.
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Con su coreado lema «Reach out and touch faith', Gahan tuvo algo de chamán en la esperada 'Personal Jesus', un celebrado cierre que impulsado por el riff blusero de Gore: ligó el alma atribulada de Johnny Cash con el pop rock para la pista de baile.
Inevitablemente pudieron echarse en falta hits como 'World in my eyes', 'Master & Servant' o 'People Are People', pero en cerca de dos dos horas y cuarto de oscura e impecable celebración, Depeche Mode volvieron a dejar a la gente con ganas de más. Ver de nuevo a Gore y Gahan en gira, tras reconducir su relación sin la mediación de Fletcher, y con un show tan consistente, emotivo y rentable, lleva a pensar que seguirán despertando fe y la devoción. Avistando su 50 aniversario con semejante vigencia deberían encontrar razones para seguir. Ya lo dijo Martin en su última visita: «Supongo que una de esas razones es no parecernos a nadie».
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