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El tatuado líder absoluto, Chris Robertson. FACEBOOK BSC
Black Stone Cherry, sangre americana sudista

Black Stone Cherry, sangre americana sudista

El cuarteto de Kentucky alternó comercialidad y autenticidad en un show en la Santana 27 con mucho relleno para estirar la duración y dosificar fuerzas

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Domingo, 2 de diciembre 2018, 15:07

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Teníamos muy claro que el sábado iríamos a ver al maestro Miguel Ríos al frente de una sinfónica en Miribilla. Pero, nuestro gozo en un pozo, se suspendió la cita (oficialmente por problemas de garganta del ilustre granadino, no por los cien euros de las entradas más caras) y gestionamos un plan B: ¿Tarque, el cantante de M-Clan, con las entradas agotadas y la incomodidad que conllevaría en el Kafe Antzokia o los sudistas modernistas Black Stone Cherry en la Santana 27? Pues para estar más a nuestras anchas apostamos por estos, que congregaron a unas 600 personas, una cifra similar a la de Tarque pero en un recinto más espacioso. Por cierto: llegamos luego a las últimas cuatro canciones de Tarque y nos estamos planteando viajar a Santander para verle el 11 de enero. Hum…

Black Stone Cherry actuaron teloneados por los canadienses Monster Truck, que en tres cuartos de hora y en cuarteto con teclista sirvieron una ración corajuda de hard rock acrisolado por Deep Purple, Black Sabbath, The Answer, The Steepwater Band, el blues de Paul Rodgers y hasta el ímpetu cimarrón de Airbourne. A roqueros como Raúl El Guapo, Pato o el que suscribe nos gustaron más que los cabezas de cartel, que tocaron demasiado tiempo (casi dos horas), con un sonido muy malo (¡delante no se oyeron las guitarras excepto en el tercer tercio!; el siempre ecuánime Jon Rozadilla lo vio delante de la mesa de sonido y nos informa que sonaron mejor Monster Truck pero que BSC mejoraron a partir de la cuarta canción), bastante paripé escénico (el segundo guitarrista, un guaperas, parecía un saltimbanqui que poco tocaba) y mucho relleno: introducciones guitarrísticas largas, alargamientos sin sentido en plan jam band, petición de coros a la peña (¡una vez en plan Miguel Ríos en Nueva Orleans!) y petición de que se separara el público en dos mitades como el Mar Rojo ante Moisés, o lentos para dosificar fuerzas y no correr por el tablado (por ejemplo un prototípico y cansino 'I'm Your Hoochie Coochie Man', el standard blues compuesto por Willie Dixon).

Patada al aire del guitarrista guaperas Ben Wells.
Patada al aire del guitarrista guaperas Ben Wells. FACEBOOK BSC

En cuarteto con dos guitarras, Black Stone Cherry, en la gira de su sexto disco oficial, 'Family Tree' (Mascot, 18), ejecutaron 19 piezas en 114 minutos en los que oscilaron entre la autenticidad del rock sudista paleto o red neck (aunque su líder vistiera una camiseta de Einstein) y la comercialidad más descarada e inspirada en la década de los 90 (Spin Doctors). Generando pasiones a pie de pista (numerosos joveznos coreaban sus canciones por entero) pero inferiores en ingenio, sangre y facultades a Clutch (la inaugural y muy ZZ Top 'Burnin'), BSC oficiaron menos fieles al boogie auténtico que V Horse Johnson ('Me and Mary Jane'), arrancaron con el gran rock de Led Zeppelin en mente ('Maybe Someday', 'Bad Habit') y chapotearon con naturalidad en el rock americano comercial: a lo Kid Rock 'Like I Roll', a lo Bryan Adams el estribillo de 'My Last Breath' entre otros detalles, apropiándose del síncope de Spin Doctors en un 'Cheaper To Drink Alone' (Es más barato beber solo) empalmado al 'Purple Haze' de Jimi Hendrix…

En efecto, delante se oía mal, pero se veía mejor: al corpulento líder, cantante y guitarrista Chris Robertson, un Popa Chubby con brazos tatuadísimo (lucía uno con la cara de Hendrix); al guitarrista guaperas Ben Wells con sus brincos a lo Dregen Hellacopter y el pelo oxigenado; al bajista Jon Lawhon con su estética de descendiente de algún rico plantador de algodón y que no dejaba de mirar el mástil de su instrumento; y al baterista John Fred Young con su pinta de miembro de Barón Rojo en los 80 y que hacía tantos alardes a los platillos y los parches como John Bonham sobre una plataforma con el título del álbum: 'Family Tree / Arbol genealógico'.

El exhibicionista baterista John Fred Young.
El exhibicionista baterista John Fred Young. FACEBOOK BSC

Además ahí delante veíamos al segurata oficial del grupo, que al principio parecía parte del espectáculo, apostado en un lateral del tablado, pero luego de repente bajó decidido hacia un espectador que estaba fumando y corrigió su actitud solo con su presencia. Esto de prohibir fumar únicamente solo lo hemos visto en la Santana 27 y no hay más que felicitarles.

Y el bolo seguía estirándose, menguando su interés, pecando de comercial a lo Mr. Big ('Hell & Highwater'), buscando la autenticidad del estadio ('James Brown' sonó entre los Black Keys y los White Stripes, y fue cuando Chris Robertson nos rascó los coros a lo Miguel Ríos con alma góspel), himnos americanos ('Things My Father Said', después un 'In My Blood' que tiene un videoclip que homenajea a los soldados estadounidense), funk negroide y noventero via Living Colour ('Ain't Nobody') o a lo Spin Doctors una vez más ('Blind Man', con un mal solo de batería en el que aproveché para mirar Facebook), el rollo de relleno en el mentado blues 'I'm Your Hoochie Coochie Man' (que fue cuando el de seguridad americano bajó donde el fumador), y un epílogo con varias piezas contundentes y algo metaleras ('Lonely Train'), sacudidas funk rock Red Hot Chili Peppers ('Blame It on the Boom Boom') y despedida ZZ Top ('White Trash Millionaire' y 'Family Tree'), antes de un bis a lo Del Amitri en una iglesia sudista ('Peace Is Free'). No estuvo mal el bolo, pero cortando media hora habría estado mejor.

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