Biznaga y sus lamentos para los entusiastas
El cuarteto malagueño-madrileño agotó el Kafe Antzokia y espetó himnos muy 'cláshicos' en la presentación de su disco '¡Ahora!', inspirado por la carestía de la vivienda
Entradas agotadas en la venta anticipada para ver este viernes en el Kafe Antzokia a Biznaga (Madrid-Málaga, 2012) presentando su quinto disco, '¡Ahora!' (Montgri-BMG, 2024; ¡tocaron 9 de sus 11 cortes!), en el que inciden en la problemática de la vivienda para los jóvenes. Se congregó un público con un rango de edad muy amplio, desde juventudes gaztetxeras hasta veteranos de la kale borroka. Un gentío con más punkies en sus filas que en bolos anteriores suyos, pues aunque Biznaga sea un trasunto de los Clash trasplantado en Iberia, con este último artefacto su mensaje se ha clarificado, se he explicitado, ha apostado por el dogma, y sin llegar a ser Boikot y demás en lo panfletario, algunos coros parecen de street punk y algunas letras de Eskorbuto con estudios universitarios.
Pero molaron. Dieron un bolo intenso y creciente (por el calor, el éxtasis, la mejora de la acústica, por las consignas, por el pogo de abajo y por los círculos que se abrían entre la masa…) de 18 temas en 66 minutos sin bis, porque los bises son una vulgaridad demagógica, un paripé sin recato. Capitaneados por el guitarrista y cantante Álvaro García, con sus compinches dinámicos en escena (incluso el baterista, baqueteando los timbales) y con los cuatro miembros hablando al público en alguna ocasión (en general dijeron que Bilbao era su segunda casa y el baterista comentó que todo había sido perfecto ese día, desde la lluvia hasta la comida en un vegetariano), su argumentario social cristalizó en un cancionero con especial foco en la vivienda (tanto que antes del arranque de su bolo salieron unos con una pancarta animando, en euskera, a acudir a una manifestación el sábado 14 en Bilbao, y tanto que antes de la cuarta canción, 'El futuro sobre plano', el bajista y letrista Jorge Navarro, el otro fundador del cuarteto, lanzó un breve soflama «por el derecho a la vivienda y contra la puta especulación»).
Un tanto conspiranoicos (la inaugural '2K20' algo Sex Pistols, 'Mediocridad y confort' muy en plan The Clash, 'Espíritu del 92' para clamar «hemos sido engañados», o 'Agenda 2030' arrancando tal que así: «Cuanto peor es la realidad / Mejores son los videojuegos a jugar / Inteligencia artificial / Para manipular al pueblo, innovar»), claramente generacionales para con los treintañeros ('Contra mi generación') y navegando bien entre los asuntos de actualidad (en 'Imaginación política' comienzan espetando: «Vamos a hablar de salud mental / Ochenta la sesión, ¿cómo vas a pagar? / Seguridad social no es seguridad / Para lo demás, usa Mastercard»), Biznaga colaron ráfagas de post-punk también de actualidad (en 'Benzodiazepinas', en 'La gran renuncia'...).
Paradójicamente resultaron más bien lastimeros en su mensaje (canciones sobre parejas que no se quieren y siguen juntos para pagar el alquiler, referencias al sueldo que se va en el mismo alquiler, títulos tipo 'Domingo especialmente triste', 'Una ciudad cualquiera' para morir, después 'Lorazepam y plataformas', la que sostiene en su inicio: «Somos la generación que vivirá peor que sus padres / Residuos de un sistema insostenible, destrucción / Somos la juventud quemada en la pila del progreso»), quizá su cima fue la tamborera, acelerada y muy Toy Dolls 'Máquinas blandas', a lo peor su único momento desafiante (o empoderado) fue el de 'Madrid nos pertenece' (entre los Clash y Eskorbuto), y antes de la 18ª y última canción, 'El entusiasmo', agradeció el líder: «sois gente con mucho entusiasmo, no lo perdáis nunca. ¡Eskerrik asko!».
