Beltrán del Álamo Group más que amenizando el Guggenheim
El cuarteto de raigambre navarra tocó más funk danzón que jazz al uso en su calurosa cita estival en una terraza del museo que volvió a agotar el aforo
Otro lleno con las entradas agotadas este miércoles en la segunda sesión de las ocho que componen el ciclo jazzista de los miércoles de verano ... en la terraza del Museo Guggenheim, cuya cafetería refuerza el servicio de eficientes camareros para atender a tantas mesas. Actuó el Beltrán del Álamo Group liderado por un bajista eléctrico, y nada más ver al cuarteto se notaba que no se requiere protocolo en la vestimenta de los grupos actuantes en este ciclo estival, y es que poco coloristas o brillantes en la indumentaria salieron en un día tan caluroso: el saxofonista estaba descalzo, el guitarrista llevaba unas sandalias que parecían de chica o de niño, y los cuatro salieron con bermudas y pantalones piratas
Un paréntesis personal que se pueden saltar los lectores: ¿les he contado cuando a este cronista amablemente le invitaron a abandonar la actuación de The Temptations en un Hotel Meliá de Canarias por la escasa largura de su pantalón? Yo ya sabía que no estaba permitido ni pantalón corto ni pirata, pero logré colarme y ver varias canciones, hasta que me localizaron los camareros siempre eficientes. Bueno, y la semana pasada en Burgos descarté comer en un local porque ponía en la puerta 'prohibido entrar en pantalón corto'. Hum…, no indicaba si se refería a los hombres, o a las mujeres, ¡o a los niños!
Bueno, al lío. El Beltrán del Álamo Group, de músicos educados en Navarra, dio dos pases, como es norma en el ciclo del Guggenheim, oficialmente llamado 'Art & Music Summer Edition'. El primer pase, de 5 temas en 48 minutos, se basó en el soul setentero, en una onda que definió como 'smooth jazz para amenizar' el guitarrista bilbaíno Salvi Salazar, siempre hecho un dandi y esta vez sentado en una mesa delantera con el trombonista Bixente Lonigan. No le faltaba razón, pero es que a eso inducen las normas de contratación del ciclo, que sugieren qué tocar pero no qué vestir (todo el público va mejor vestido que los actuantes, excepto Óscar Cine algunos miércoles; ah, a veces alguien mal vestido cruza hacia la salida entre las mesas de los melómanos, pero se trata de guiris que están evacuando el museo, no de aficionados al jazz).
Fue un primer pase menguante desde el flow y el groove hasta la amenización más previsible, pero paladeable, ¿eh? Los cuatro de Beltrán abrieron con 'Didn't Cha Know' de Erykah Badu, con guitarra soulera a lo Marvin Gaye que se desarrolló en punteos de blusoul setentero (Nicolás Alvear usó con finura y soltura una Ibanez FG 100 fabricada en los 80, cuando no habían nacido ninguno de los actuantes), siguieron volando alto con 'I Can Dig It Baby' de Little Beaver, con punteos intercalados a lo George Benson y un buen groove saxofonista a lo Grover Washington Jr (el otro solista destacado del cuarteto fue el saxofonista Adrián Buenaga), y sin bajar la calidad se aminoró el misterio en el acid jazz 'Chitlins con carne' de Kenny Burrell, pensamos en la amenización únicamente en el reconocible 'What's going on' de Marvin Gaye, y a jam jamesbrowniana se asemejó su revisión del, en efecto, 'Payback' de James Brown.
El que suscribe cogió un taxi para ver a un buen Bosé en Miribilla con su gira 'Importante' (¡pasará por Santander este mes!), pero el segundo set lo presenció Oscar Cine, que luego comunicó por wasap: «La segunda parte no ha tenido bis y en 46 minutos han tocado unas 6 piezas. Han descollado en 'Lawns' de Carla Bley, sentimental, pulida y con un punteo de guitarra largo, sentido y sedoso, y en un 'Hang Up Your Hang Ups' de Herbie Hancock tan funk dulzón y festivo que ha recordado a los bilbaínos Cherry Boppers. Han cerrado con la resultona 'Let's stay together' de Al Green, colofón de una cita aplaudidísima y mucho más funk que jazz». ¡El gran Al Green! Menos mal que Bosé moló…
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