El bárbaro Yamandú Costa y el delicado António Zambujo abriendo el 40º Getxo Folk
El virtuoso guitarrista brasileño y el emotivo cantor portugués compaginaron sus personalidades hasta poner en pie al público del Muxikebarri
Hasta el domingo, durante cinco días y 13 conciertos -cinco de abono y ocho con entrada libre: Buika, Milladoiro, Rodrigo Cuevas, Esne Beltza... -, se extenderá el 40º Festival Internacional de Folk de Getxo, cuya gala inaugural, celebrada este miércoles en el Muxikebarri de Algorta poblado por 312 almas, la protagonizaron el guitarrista Yamandú Costa (Passo Fundo, Brasil, 44 años) y el vocalista António Zambujo (Beja, Portugal, 48 años), que presentaron su disco conjunto 'Prenda minha', del que el descarado guitarrista de las siete cuerdas dijo que tenían CDs para vender y para firmar, pero sólo a quienes se los compraran, claro.
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Como los dos hablaban en castellano, fueron muy cercanos al público durante su concierto de 16 temas en 81 minutos. Un concierto se puede decir que teloneado por Yamandú Costa, que nos arrobó con tres virtuosas piezas instrumentales: la suite 'La reunión', una pieza rusófila y una milonga porque, como explicó él, «yo soy un brasileiro bastante argentino. Soy del Sur de Brasil, donde tomamos mate, andamos a caballo...». «Bárbaro, ¿verdad?», manifestó Óscar Esteban tras este introito instrumental triple.
Orondo, barbudo, melenudo, bastante desaliñado y recostándose sobre el respaldo de su silla tras cada intervención, antes de la cuarta pieza Yamandú introdujo a Zambujo, a quien conoció en Río de Janeiro, cuando vivía ahí y actuó António en el teatro Tom Jobim, y ensayaron ante un asado. Yamandú elogió el chuletón de aquí («por eso toco tan rápido»), y luego Zambujo, estéticamente más formal, más pulcro, iría diciendo más tímido que conoce a Kepa (Junkera), a los txalapartaris de las piedras (se referiría a Oreka TX), y que se despedían tan pronto porque no les habían pagado más.
Y al margen de bromas, cómo cantó António Zambujo, con qué emotividad, profundidad y pausado lirismo, perfectamente acompañado por un Yamandú que supo ser sobrio y aguantarse sin avasallar hasta colar algún soberbio arreglo en los huecos y en las codas. António, que miraba a Yamandú como si este fuese el jefe y cuya cabeza estaba eclipsada, ensombrecida por la del guitarrista, dejó entrever una voz sibilinamente tanguera ('Minha prenda'), reveló alguna entonación literalmente preciosa ('Recuerdos de Ypacarai'), y gañó compungido como en el fado ('Tristeza do Jeca').
Además cantó un bolero de Machín también con cierto rescoldo tanguero ('Profecía'), se sublimó en la quizá cima de la cita («una canción de las más perfectas de la música portuguesa, 'Estrela da tarde'», presentó Zambujo, y apostilló Yamandú: «Estrella Galicia, Estrella Damm, y Estrella de la tarde. Es increíble tanta belleza en la poesía»; y Zambujo suspiró al acabar esta interpretación), contrastó la impresión de la estrella vespertina con alegre fado norteño ('O rapaz do camisola verde'), y ya hasta acabar se zambulló en el intimismo ('Falando de amor', de Jobim), y se argentinizó sin ambajes ('El cosechero', que habla del Chaco, que la escribió el mexicano Ramón Ayala, y que el portugués la leyó de la tablet).
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Y tras el bis Yamandú agarró su mate, António su tablet, y salieron a vender discos. Les dio tiempo a llegar antes que la gente porque el presentador oficial del Getxo Folk reapareció en una maniobra de distracción bilingüe para retener al público un minuto más hablándole de que seguirá el Getxo Folk.
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