
El atípico debut de Sting en Bizkaia
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En 1975 ·
Año y medio antes de fundar The Police, el músico vino con su banda de jazz-rock Last Exit: pasó diez días en Getxo, actuó con camisa de arrantzale y dio dos conciertos (y pico) bastante accidentadosEl concierto de Sting del próximo jueves en el Bilbao Arena es uno de los hitos de la temporada musical. La estrella global iniciará aquí ... su gira europea, en la que recupera algunas de esas canciones de su grupo The Police que se han incorporado a la historia del rock: 'Every Breath You Take', 'Message In A Bottle', 'Roxanne'... Dicen quienes llevan ese tipo de cuentas que The Police han vendido 75 millones de discos, millón arriba o millón abajo. Pero seguro que Sting, de 71 años, recuerda en algún momento de su visita, quizá cómodamente recostado en la cama de su suite, la primera vez que vino a actuar por aquí. Fue en condiciones muy distintas, con una música muy diferente y también con otro nombre, porque entonces seguía presentándose como Gordon Sumner y aún no usaba profesionalmente su apodo: corría 1975 y su banda de la época, el quinteto de jazz-rock Last Exit, ofreció dos conciertos y pico en Bizkaia.
Era la primera vez que salían a tocar fuera del Reino Unido y, en principio, su único destino era San Sebastián, donde participaban en la décima edición del Festival de Jazz. Las estrellas de aquel año eran Ella Fitzgerald y Dizzy Gillespie y los jovenzuelos británicos oficiaban el 23 de julio en la sección de 'jazz amateur' de la Plaza de la Trinidad, junto a unos suecos, unos franceses y unos húngaros. En la capital guipuzcoana se inflaron a «cubalibres y sangría», según ha evocado el propio Sting en su autobiografía, y compartieron cuartos de tres camas en una humilde pensión. El concierto quedó bonito, o eso cuenta Sting en el libro: «Al día siguiente los periódicos españoles nos trataron muy bien y sacaron una buena foto nuestra», evoca. No obstante, el periodista donostiarra Jesús Torquemada ha rescatado la cita de un crítico local que se refirió específicamente al papel de Gordon con el bajo: «Además de mediocre, rompía constantemente el ritmo», sentenció el experto.
Mientras tanto, había movimiento en Bizkaia y, más concretamente, en Algorta. «En aquel momento se creó una comisión de fiestas, en un proceso similar al que tendría lugar después en Bilbao, y se decidió programar un festival de jazz, además de otros conciertos, tamborradas y propuestas culturales», relata Eugenio Gandiaga, que años después sería director del Aula de Cultura de Getxo. La idea del jazz surgió de Luis Iturri, el que habría de convertirse en director del Teatro Arriaga, y los emprendedores algorteños volvieron la mirada hacia el referente más cercano: «Hablamos con los de San Sebastián, porque aquí jazz había poco. Ellos tenían una parte de profesionales y otra de aficionados y nos propusieron un par de bandas de este segundo apartado, Last Exit y unos polacos», comenta. Así fue como Sting acabó en Bizkaia.
No fue precisamente una visita fugaz. «Su concierto estaba programado para el 2 de agosto, pero estuvieron aquí desde el 25 de julio, el día de las paellas. Los alojamos en casa de unos amigos y al lado tenían un caserío donde ensayaban grupos de Algorta: ellos también ensayaron allí y hacían la vida en el pueblo, lo pasaron muy bien», explica Gandiaga. Claro, nadie anduvo fijándose específicamente en Sting, porque ningún futurólogo tuvo una nítida visión de lo que iba a ocurrir con él unos pocos años más tarde, pero sí había un rasgo que lo distinguía de sus compañeros: él había hecho el viaje a Euskadi en avión, mientras que los demás habían venido repartidos en una furgoneta y un coche. ¿Ínfulas de la estrella que aún no era? Qué va: simplemente, Gordon estaba trabajando de maestro y no le había dado tiempo de acabar el curso y venir por carretera.
Durante los diez días que permanecieron en Getxo, les salió otro concierto en una sala de Bilbao. En su libro 'Lluvia, hierro y rock & roll', Álvaro Heras-Gröh lo ubica en Flash, una discoteca de la calle que entonces se llamaba Banderas de Vizcaya y hoy se llama Telesforo Aranzadi. Fue uno de los peores momentos de toda la trayectoria de Sting, y esta vez no lo dice ningún crítico puntilloso, sino el propio artista en sus memorias, 'Broken Music'. Nuestro hombre arrastraba aquel día un fuerte dolor de espalda (fruto del temerario intento de levantar del suelo a un corpulento promotor vasco) y se tomó un par de 'váliums'. «Una hora después, cuando subo al escenario, me siento mucho mejor... hasta que abro la boca para cantar. El público parece atónito al principio y divertido después, como si la banda inglesa que han venido a ver estuviese introduciendo una forma de arte nueva y extraña. Descubro horrorizado que no tengo ningún control sobre las notas que canto. Mi voz sube involuntariamente y se precipita y se hunde como una demencial sirena de policía, convirtiendo las melodías en una montaña rusa de ridículos 'glissandos' y cacofonía atonal. Algunos espectadores exigentes se han tapado los oídos con las manos, otros se están riendo, mientras que algunos tipos severos parecen estar tomándoselo en serio», repasa. El batería tuvo que hacerse cargo de todas las tareas vocales.
Last Exit concedieron entrevistas a una emisora de radio y a 'La Gaceta del Norte', donde compararon favorablemente su experiencia vizcaína con la guipuzcoana: en San Sebastián, aclaraban, se habían llevado una decepción. «La gente iba a escuchar a figuras consagradas y los que comenzábamos apenas les ofrecíamos ningún interés. Venimos con mucha ilusión. En este festival tenemos más responsabilidad de cara al público, ya que son menos grupos y siempre queda mejor el recuerdo de todos. Vamos a disfrutar más que en San Sebastián», decían los muy cucos. El 1 de agosto, actuaron en el aparcamiento del Puerto Viejo, junto a las piscinas, la estrella Tete Montoliu, al que los organizadores trasladaron en un 'cuatro latas', y los vizcaínos Clumsy Blues, que habían compuesto un blues en euskera. El 2, era el turno de Last Exit y los polacos Gladkowsky & Zgraja. Las entradas con silla costaban 75 pesetas, pero también se había dispuesto un denominado 'palco de sastres' en las campas del Puerto Viejo, a 25 pesetas la localidad.
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«Sting tocó con una camisa de arrantzale. En aquella época todos imitábamos a las fiestas de Bermeo -sonríe Gandiaga-. En realidad, Last Exit acabaron tocando el 2 y el 3, porque al empezar cayó una tromba de agua y hubo que suspender. Nos los llevamos a cenar al restaurante La Ola y se volvió a hacer el día siguiente, aunque también llovió». Sting no se ha olvidado de aquel tormentón que frustró su primera fecha en Getxo, ni tampoco de aquella cubierta del escenario «construida apresuradamente y totalmente inútil». Así lo cuenta en su libro: «Nos calamos completamente, y también el público, que parecía disfrutar del espíritu comunitario de la catástrofe compartida igual que bailarines enloquecidos en un monzón».
«Al grupo le pagamos 20.000 pesetas más la estancia y los gastos», detalla Eugenio Gandiaga. Año y medio después, un Sting más rubio y más sofisticado formó The Police con Stewart Copeland y empezó a jugar en una liga totalmente distinta. Tampoco a aquel modesto festivalito le fue nada mal: el Getxo Jazz celebrará a partir del 28 de junio su edición número 46. «Aquel fue el origen -concluye Gandiaga-, con más de mil personas que disfrutaron de la música, y estamos muy orgullosos de cómo lo siguen llevando hoy».
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