El Bilbao BBK Live, uno de los festivales señeros de España, llevó a Kobetamendi a 115.000 espectadores durante tres jornadas en las que actuaron un centenar de artistas. ignacio pérez

El aluvión de conciertos en Bizkaia dispara los costes y destapa la escasez de técnicos

En un verano «conflictivo» tras el parón, faltan recursos humanos y materiales y los precios suben más de un 20%

Domingo, 17 de julio 2022, 01:25

Dicen que para disfrutar de un concierto lo mejor es ponerse al lado de la mesa de mezclas, donde suena justo lo que el técnico ... quiere escuchar. Acercarse a ese panel de mandos indescifrable para los profanos nos permite abordar desde otra perspectiva el regreso de la música en vivo tras dos años marcados por la pandemia. Un retorno a todo volumen especialmente en el entorno de Bilbao -consolidada como una de las grandes plazas del país- que el público vive con emoción y los programadores, con tensiones. La gestión se ha complicado por el incremento de los costes y la escasez de técnicos de iluminación y sonido e incluso de materiales y escenarios.

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Entre festivales, giras, fiestas patronales y repesca de conciertos aplazados, «este verano está siendo una locura. Casi no hay equipos ni personal», constata Carlos García Izquierdo, de Audiomic, una empresa de Sondika con 25 años de experiencia en montajes audiovisuales. Desde junio la demanda ha aumentado «entre un 30% y un 40%» respecto a un verano normal. «Lo estamos haciendo con lo que hay, porque si quieres comprar cajas o mesas de sonido no te lo entregan hasta pasado el verano o el año que viene. Le pasa a todo el mundo». También el refuerzo de plantilla, habitual en estas fechas, «nos está costando más».

El dato

274conciertos acoge Bizkaia en julio y agosto contando solo grandes citas como el BBK Live, Bilbao Blues Festival, Bilbao Rock Day, Alejandro Sanz, Rosalía, Camilo, la Aste Nagusia y las fiestas de Barakaldo, Santurtzi y Portugalete.

El aluvión de conciertos ha puesto el foco en un gremio que a menudo pasa desapercibido, aunque su labor resulta imprescindible para disfrutar de la experiencia. En plena pandemia sacaron sus baúles a la calle y constituyeron un sindicato, Teknikariok, para acceder a ayudas públicas y mejorar sus condiciones laborales tras años de precariedad. Muchos son autónomos y nunca ha habido un censo definido, pero todos los profesionales consultados conocen a alguien que ha aprovechado el parón para reciclarse y cambiar de oficio.

«En octubre de 2020, se estimaba que había abandonado el sector en torno a un 30% del personal», afirma el vizcaíno Urko Arruza, que ha trabajado como técnico de iluminación con Madonna, Aerosmith y Metallica, entre otros. La falta de especialistas se nota «en Europa y en todo el mundo. A mí me llaman todas las semanas, sobre todo de Inglaterra y de Holanda», el país de referencia para el alquiler de equipos. «Hay grandes promotores que pagan más para asegurarse el material y festivales pequeños se quedan sin proveedores».

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«Grupos que antes tocaban en fiestas ahora solo actúan a taquilla o en festivales, o proponen cifras inasumibles»

Estibaliz Freije | Concejala Cultura Portugalete

«Vimos lo que venía y avisamos a los clientes, pero a algunos les ha faltado previsión y se llevan sorpresas»

Urko Arruza | Técnico y responsable Stagetime

Festivales cancelados

No ha sido un fenómeno inesperado. «Ya el año pasado, una de las grandes promotoras internacionales tenía para 2022 un 40% más de booking que en 2019, con lo que eso supone en recursos personales y materiales», explica Arruza. Su empresa de producción de eventos, Stagetime, avisó a sus clientes de que se avecinaba un verano «conflictivo», antes incluso de contar con la inflación. Aun así, «ha habido falta de previsión». La cuerda está tensa y a veces se rompe. En Murcia se ha suspendido un concierto de Rozalén con menos de 24 horas de antelación porque la empresa no montó a tiempo el escenario. En Valencia han saltado las alarmas tras cancelarse la actuación de Bryan Adams «por problemas en la producción técnica» y el festival Diversity. Y Madrid ha anulado un festival de reguetón con 40.000 entradas vendidas por no presentar a tiempo los planes de emergencia.

En Bizkaia, el primer ayuntamiento que alertó de los problemas del nuevo escenario fue el de Portugalete, que en junio celebró su 700 aniversario «con un conciertazo de La Pegatina». La concejala de Cultura, Estibaliz Freije, asegura que les ha costado «mucho más que otros años» completar el cartel de fiestas. «Ha subido todo: la megafonía, las infraestructuras...» y los cachés de algunos artistas. «Hemos tenido muchísimas dificultades para encontrar grupos que toquen en abierto, y algunos que sí lo hacen proponían cifras inasumibles. Gente que ha venido a Portugalete en 2018 o 2019 ahora solo actúa a taquilla o en festivales, supongo que porque así lo rentabilizan mejor».

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La promotora Last Tour sostiene que la subida del caché «depende de los artistas, es una cuestión de oferta y demanda». El presupuesto del Bilbao BBK Live ha aumentado en un millón de euros (hasta 10) desde la última edición. En el maratón de tres días de Kobetamendi han trabajado treinta técnicos de iluminación y sonido, una cifra similar a la de otros años. Los grupos grandes traen sus propios especialistas, «que se coordinan con los equipos locales. Trabajan hasta que suene y se vea como ellos quieren», dicen. Suelen contar siempre con los mismos profesionales «y cuando les hemos llamado, muchos estaban ahí». También el Music Legends ha funcionado con los equipos habituales, aunque «con más gastos».

«Lo hacemos con lo que hay porque si quieres comprar mesas de sonido no te las entregan hasta después del verano»

Carlos García Izquierdo | Audiomic

«Se quiere llegar a todo, las empresas no dicen que no a nada y acabas apretando para sacar un sueldo»

Jorge Perales | Teknikariok

Crisis y precios de derribo

Audiomic calcula que respecto al verano de 2019 «el coste de un concierto ha aumentado un 20% o un 25% aparte del IPC. Y aun así no llegamos al 100% de lo que tenemos que cobrar», apostilla García Izquierdo. «A nosotros también se nos ha encarecido muchísimo». Asegura que el sector «está recuperando algo de lo que perdió» a raíz de la crisis de 2008. «Durante diez años hemos trabajado a precios de derribo, o lo hacías así o tenías que cerrar la empresa. Empezamos a recuperarnos en 2019 y la pandemia nos tumbó, hemos sobrevivido gracias a las ayudas».

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Urko Arruza coincide en que «todos vivimos el incremento de costes. Esta semana hemos recibido material que debería haber llegado hace cinco meses y hemos pagado casi un 40% más porque es aluminio». Los traslados «los negociamos con el precio del gasoil de la fecha del transporte. Yo no creo que nadie esté ganando con todo esto», defiende.

Jorge Perales, técnico de sonido y miembro de Teknikariok, asegura que el incremento de costes no beneficia al último eslabón de la cadena. «No conozco a ningún técnico que cobre más que antes», dice. Según los datos que maneja, para los autónomos una jornada de trabajo supone «entre 180 y 230 euros. No suele estar por debajo de las 13 o 14 horas. Como tenemos que sacar un sueldo y sabes que en invierno las cosas están más difíciles, acabas apretando», sobre todo en temporadas como esta en la que «casi hay más eventos que técnicos e incluso que público».

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La música ha vuelto a sonar a un ritmo «salvaje». Quizá demasiadas revoluciones. «Se quiere llegar a todo, las empresas no dicen que no a nada y vas con prisas a los sitios, con técnicos igual menos cualificados o más cansados y lo que eso implica». El sindicato ha logrado sentarse con la patronal para iniciar la negociación del convenio del sector, uno de sus principales objetivos. Creen que al ver a los trabajadores unidos en la calle «ha cambiado la forma de mirarnos por parte de la sociedad y de las instituciones».

La Administración «tiene que ponerse las pilas» para que la maquinaria vuelva a rodar, en opinión de los técnicos. Una de las claves del éxito de cualquier concierto es organizarlo con antelación. A Urko Arruza le propusieron el pasado noviembre trabajar en el de Metallica en Bilbao el 3 de julio. Es uno de sus grupos fetiche del que guarda grandes recuerdos, como cuando les vio tocar bajo la lluvia, pero dijo que no porque tenía «otros compromisos». Sus vacaciones empezarán en diciembre, tras un festival en Arabia Saudí, y su calendario laboral está «prácticamente cerrado» hasta 2025.

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