Albert Cirera i Kamarilla cerrando el 34º curso del Bilbaína Jazz Club
El saxofonista catalán, al frente de un sexteto con cuatro vientos, presentó el disco 'Aquella cosa', en una estimulante sesión con muchas viñetas de free alocado
Como se ha suspendido el concierto de hoy viernes del Beltrán del Álamo Quartet en el ciclo Impulso, esta semana el JazzOn Aretoa, o sea ... el club de jazz sito en Bilbao La Vieja, al lado de la Casa Cuna, sólo organizará dos conciertos a modo de final de temporada: mañana sábado (20 h, 23-25 €) el saxofonista bilbaíno afincado en Barcelona Víctor de Diego cerrará el club por este curso 2024-25, y ayer jueves el sexteto free catalán Albert Cirera i Kamarilla clausuró el 34º curso del Bilbaína Jazz Club, el que empezó los jueves en la Sociedad Bilbaína. «34 años de momento, para sentirnos felices de lo que tenemos por detrás», planteó en la presentación el rector del club, Gorka Reino.
Reino también introdujo al protagonista de la sesión del jueves, al saxofonista catalán Albert Cirera (Igualada, Barcelona, 1980), del que destacó: «Es uno de los músicos más creativos e importantes de su generación, y además tiene una gran proyección internacional. Es una figura en Portugal, y es súper prolífico: anda en mil proyectos, me ha dicho que grabó 30 discos en un intervalo de 5 años, y tiene 25 discos a su nombre. Nos visita con un súper proyectazo», en referencia un sexteto o Kamarilla que tiene cuatro vientos (trompeta, trombón, clarinete y saxo) y que se asoma con prestancia y sin solos vacuos al vértigo del free jazz.
En el primer pase había unos 66 melómanos en el JazzOn Aretoa y sonaron 4 piezas en 46 minutos, las dos primeras frenéticas y sorpresivas, y las dos últimas más cadenciosas. Las dos primeras, más largas, están incluidas en su único disco en tres años de andadura, el bautizado 'Aquella cosa' (UnderPool, 2022). Ambas resultaron enloquecedoras empero bien atadas por las partituras e incluso la dirección gestual desde el lateral izquiero de Cirera: 'Rosso & Cía', dedicada a un contrabajista uruguayo al que conoció en Lisboa y a su familia, un gran despliegue free con pasajes progresivos y solos ora exóticos (los del clarinete bajo) ora contemporáneos (aunque el bajo eléctrico con silueta de violín echaba el cable a tierra y no se pecaba de la aburrida inanidad habitual de la música contemporánea), y el tema titular 'Aquella cosa', que arrancó funk a lo Dirty Dozen (también resonó a Nueva Orleáns el principio del primer tema) y transitó por una jaula de grillos organizada y el misterio que persiguen muchos grupos de post-rock (ese bajo eléctrico de Jaume Llombart y esa batería contundente de Ramón Prats).
Tras estas dos genialidades, las dos últimas piezas del primer pase cursaron menos sorpresivas: 'African flower', de Duke Ellington («el mejor del mundo», subrayó Cirera), ruló suavita, desértica y reverberante, con solos cool, y 'Traigo la cena' no fue la «obra maestra» que anticipó irónico Cirera, sino una cosita pausada con espacio para los solos.
Estuvo muy bien este primer pase. Lástima perdernos el prometedor segundo set porque debíamos correr a otro concierto, éste con un saxo tenor, el de los rocanroleros ingleses MFC Chicken en el Crazy Horse.
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