Los museos en la era de Black Lives Matter
Los centros europeos y norteamericanos afrontan el racismo sistémico con una nueva sensibilidad, sin grandes avances
Mucho más ruido que sustancia. La afirmación sirve perfectamente para reflejar el balance de los cambios emprendidos en los museos norteamericanos y europeos con ... el objeto de luchar contra la injusticia racial, siete meses después de la muerte de George Floyd a manos de la Policía en Minneapolis y tras la aparición del movimiento Black Lives Matter. Desde entonces quizás los avances logrados en esta materia pueden aludir más a unas respuestas defensivas o a una toma de conciencia general que a una realidad que aún sigue siendo discriminatoria.
El Guggenheim de Nueva York relevó a su principal responsable curatorial tras la carta de protestade algunos empleados
el primero en reaccionar
Uno de los museos que más rápidamente se vio obligado a reaccionar fue el Solomon R Guggenheim de Nueva York, señalado por prácticas racistas en una carta elaborada en verano por algunos de sus empleados y cuya consecuencia inmediata fue la salida en otoño de su principal responsable curatorial, Nancy Spector. Pocos meses antes, el patronato del museo presentó un plan encaminado a lograr una mayor diversidad étnica en sus sistemas de selección de personal, en las adquisiciones de fondos, en su programación artística e incluso en su estructura de gobierno. Actualmente, el patronato de la Fundación Guggenheim cuenta con dos miembros que pertenecen a minorías raciales, si bien sus responsables han encargado a una consultora la búsqueda y selección de cinco nuevos miembros que incrementen el objetivo de diversidad.
La mayoría de los museos norteamericanos reaccionó de forma más lenta a la muerte de Floyd y a la ola desencadenada por el Black Lives Matter. El hecho de que la actividad en muchos centros haya estado suspendida o ralentizada por culpa de la pandemia y los confinamientos impide valorar si las protestas y los efectos de este movimiento han generado un cambio sustancial en pos de la igualdad o la diversidad racial. Es el caso del Metropolitan de Nueva York, especialmente criticado por haber hecho público muy tardíamente un comunicado en el que lamentaba la muerte del afroamericano. A mediados de julio su director anunció un plan antirracista con trece puntos muy similar al del Museo Guggenheim, donde también se incluye el compromiso de formar a sus empleados, la contratación de un responsable de diversidad y la dotación de un fondo de 3 a 5 millones de dólares para iniciativas y adquisiciones de fondos vinculadas a esta materia.
Se ha planteado la retirada de un mural de Whistler en el restaurante de la Tate Britain
en europa
También en el ojo del huracán, la Fundación Getty de Los Ángeles no ha tenido más remedio que disculparse públicamente por su escasa respuesta y sensibilidad, reconociendo haber aprendido de las críticas y prometiendo hacerlo mucho mejor en el futuro. Otro tanto tuvo que hacer el SFMOMA de San Francisco, asediado por las protestas que le llovieron en las redes sociales. Presionado igualmente por las críticas dirigidas contra la actuación de los agentes en la ciudad, el Walker Center de Minneapolis ha suprimido cualquier relación con el Departamento de Policía.
En el ámbito europeo, la respuesta de los museos ha sido más notoria en las ciudades con mayor pluralidad racial. Es el caso de Londres, donde el British Museum no solo se solidarizó a través de un comunicado con la familia de Floyd y con el Black Lives Matter, sino que además se comprometió a buscar la mejor manera de reflejar una mayor pluralidad racial. También el Museo de Bristol, una de las ciudades inglesas con mayor población de color, iluminó su fachada en junio con una luz púrpura como gesto solidario, eso sí, poco después de que los manifestantes derribaran en la ciudad la estatua dedicada a Edward Colston, un traficante de esclavos del siglo XVII. Este último ejemplo de revisionismo histórico, también vinculado a la ola de protesta motivada por la muerte de Floyd, se repitió en distintas ciudades, lo mismo que las reclamaciones sobre la restitución de objetos y obras de arte repartidas por museos europeos como el Quai Branly en París y el mismo British Museum.
Exposiciones suspendidas
La presión ha llegado a propiciar la suspensión de algunas muestras como la monográfica de Philip Guston prevista por la National Gallery de Washington -debido a unas obras que evocaban críticamente la figura del Klu Klux Klan- y también la posible retirada de un mural de Rex Whistler que decora el restaurante de la Tate Britain de Londres, donde se representa una expedición imaginaria en la que aparecen dibujos de pequeños esclavos negros y caricaturas chinas.
Con todo, la pregunta inmediata es la de saber si todas estas reacciones propiciarán a la postre una verdadera diversidad en el mundo de los museos o, lo que es lo mismo, la desaparición de la brecha que todavía subsiste en cuanto a la presencia de artistas y profesionales de color, entre gestores y comisarios, en el ámbito salarial y también en lo referente al relato histórico. Quizás sea pronto para responder a esta cuestión, ya que la diversidad en los museos solo se logrará de forma plena cuando desaparezca socialmente el racismo sistémico. Eso sí, de momento ya hay una toma de conciencia y una nueva sensibilidad al respecto.
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