Invisible.José Sacristán en 'Señora de rojo sobre fondo gris' lleva un micrófono oculto en la chaqueta. Javier Naval

Micrófonos en el teatro, cada vez con más papel

Hasta en el clásico ·

Los avances tecnológicos, la mala acústica de las salas y las nuevas tendencias extienden el uso de sistemas de amplificación

Domingo, 23 de julio 2023, 00:58

Los asiduos al teatro habrán notado que cada vez es más habitual el uso de micrófonos fuera de los espectáculos musicales. O quizá no se ... han dado cuenta, porque de eso se trata. Los avances tecnológicos permiten incorporar la amplificación como un recurso más que «ha llegado para quedarse», según defienden equipos técnicos y artísticos, aunque a la crítica no le suene del todo bien. Lo que antes era un anatema se ha abierto paso en todo tipo de representaciones. Incluso en teatro clásico y en los dos grandes monólogos que han llenado salas de todo el país: 'Una noche sin luna' y 'Señora de rojo sobre fondo gris'.

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Lo certifica Manuel Fuster, director técnico de ambos espectáculos y de otros muchos. «Antes no estaba bien visto, generaba inseguridad porque si hay fallos es muy evidente», explica. Frente al temido sonido metálico, «los sistemas son cada vez más fiables y ha habido un 'boom'». Su expansión también tiene que ver con «las deficiencias acústicas» de los teatros. Incluso la voz de José Sacristán utiliza «un punto de apoyo» oculto en su chaqueta para llegar con todos sus matices a las últimas filas. «Es un artefacto imperceptible, mientras no sea como en 'La túnica sagrada'...», comenta el actor, que expresa una queja generalizada. «Muchas salas se han construido sin el más elemental respeto o cuidado de lo acústico».

No siempre se camuflan en la ropa y a menudo son visibles en el rostro de los intérpretes para los espectadores de las primeras filas, lo que rompe la magia. Más discretos son los micrófonos de ambiente en la boca del escenario, aunque el efecto es distinto, «más naturalista. Depende de lo que busque el director», dice Ibon Aguirre, técnico especializado en sonido y vídeo para artes escénicas. «Los de ambiente requieren proyección de la voz y los de diadema te permiten susurrar y crear efectos». En su opinión, lo que se debe garantizar es que «quien ha pagado una entrada, me da igual en el gallinero que en primera fila, escuche. Para mí el teatro es el único arte en el que a veces no escuchamos bien».

De diadema. La actriz Ainhoa Etxebarria, en 'Erresuma/Kingdom/Reino', dirigida por Calixto Bieito. E. Moreno Esquibel

Estos sistemas también tienen sus detractores en los patios de butacas. El autor y crítico teatral David Barbero considera que «con los micros, que se usan ya sin disimulo, se pierde calidad en la matización y profundidad de las voces. Me da la sensación de que los actores antes sabían proyectar la voz mucho mejor, para que se les oiga en la fila 17 o 20 con mayor precisión», sostiene. «Quizá ahora están más acostumbrados a grabaciones de cine y televisión para las que no necesitan esa técnica».

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La dramaturga y directora bilbaína María Goiricelaya, que hizo su tesis doctoral sobre 'El entrenamiento vocal del actor en los siglos XX y XXI', cree que los micrófonos no están ahí para cubrir lagunas de los intérpretes. «Me parece que tienen que trabajar con su voz y ser capaces de proyectar en cualquier espacio teatral, eso es muy bonito. En el País Vasco hay carencias a nivel vocal porque la Escuela de Arte Dramático es relativamente joven», apunta. Ella utiliza o no la amplificación «en función de la naturaleza del espectáculo». En 'Yerma' no lo consideró necesario y en 'Altsasu' y 'Nevenka' sí «porque el espacio sonoro tiene mucho peso» y compite con la voz humana.

Esta última tendencia es bastante habitual en montajes contemporáneos donde la palabra ya no lo es todo. Pero incluso la Compañía Nacional de Teatro Clásico últimamente usa microfonía inalámbrica en muchos espectáculos. Y no solo para solucionar un problema acústico, sino «por motivos artísticos. Con micros el trabajo clásico de proyección no hay que hacerlo y se captan otros matices en la interpretación», defiende un portavoz. Declamar es un verbo que ha caído en desuso.

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Las frases

Técnico

Ibon Aguirre

«Hay que garantizar que quien ha pagado una entrada, me da igual en gallinero que en primera fila, escuche»

Actor

Manuel Galiana

«La gente se ha habituado al sonido de la tele y los actores no tienen el adiestramiento vocal de antes»

Autora y directora

María Goiricelaya

«No soy fanática de los micrófonos, los utilizo o no en función de la naturaleza del espectáculo»

«Un instrumento delicado»

Vene Herrero, actriz y jefa de estudios de Arte Dramático en Dantzerti, asegura que desde que ella se formó (es de la promoción del 89 en la Resad) «ha cambiado mucho la manera de trabajar el texto». Antes empezaban con «respiración, apoyos y resonadores» y ahora se fijan más «en la palabra y el matiz, de una manera más orgánica». Ella es profesora de Dicción y Expresión Oral y prepara a sus alumnos para proyectar en cualquier espacio, pero esta asignatura «hay que trabajarla toda la vida. La voz es un instrumento delicado, nos define tanto que a veces nos escondemos».

Como actriz prefiere trabajar sin amplificación, aunque reconoce que «hay espacios en los que es muy difícil. Yo las llamo salas sordas, se tragan la voz». Aquí el tamaño importa. Si nadie se plantea ya salir sin micrófono al teatro romano de Mérida, el de mayor aforo de España con 3.000 localidades, las salas pequeñas se pueden permitir el lujo de ignorarlos, y ese es un plus para los espectadores que aprecian el sonido natural de la voz sin intermediarios. El crítico y periodista especializado Germán Castañeda no es contrario a esta tecnología siempre que se eviten «distorsiones» acústicas y visuales. Pero reivindica «los espacios pequeños, donde puedes ver y oír todo de primera mano a escasos metros del escenario. Ahí es donde se produce la verdadera magia del teatro».

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En Bilbao Pabellón 6, pese a sus achaques, tiene tan buena acústica que no usa micros ni en los musicales. Aun así, Ramón Barea está convencido de que la amplificación «ha llegado para quedarse» y el diseño de sonido «se va a convertir en algo absolutamente necesario. No todos los espectáculos valen para cualquier espacio y a veces eso se fuerza por razones comerciales», advierte.

Este recurso ha sido asumido con naturalidad por veteranos como Miguel Rellán, que solo pone como condición «que no se vea», y Manuel Galiana. Para él es un signo de los tiempos y no solo por la tecnología. «La gente se ha acostumbrado al sonido de la televisión en su casa y los actores ahora no tienen el adiestramiento vocal de antes», afirma. «Vemos películas y series en las que a veces cuesta trabajo entenderles. Tal como está la situación, yo pondría en todos los teatros un apoyo auditivo lo más fiel posible. Si los micros no son buenos, en lugar de ayudar, joroban».

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Ayuda para los espectadores con problemas de audición

El Arriaga dispone de dos sistemas para las personas con discapacidad auditiva: de sonido amplificado mediante auriculares y de bucle magnético individual, que se adapta a quienes llevan audífono o un implante coclear. Están disponibles desde la temporada 2017/2018 y se usan «unos 10 o 15 aparatos por función». Algunos espectadores que llevan audífono contactan con antelación para conocer el funcionamiento del bucle magnético. Los teatros vascos de la red Sarea estudian medidas de este tipo aunque su uso «no se ha generalizado. Se incorpora a las renovaciones de las salas», afirma la coordinadora, Nekane Basterretxea.

En otros países

  • Londres ¿Qué haría Shakespeare?: El uso de micrófonos se ha generalizado. En el Globe shakesperiano, al aire libre, no se utilizan, pero la Royal Shakespeare Company ha montado espectáculos con efectos sofisticados de sonido.

  • París Acostumbrados: «Después de varios años nuestros espectadores se han habituado a los micrófonos», afirman los responsables del Odeón de París, uno de los seis teatros nacionales de Francia. «No supone ningún problema y permite una interpretación más sutil».

  • Berlín Mayoritario: En Alemania son de uso habitual y la mayoría de los directores de teatro emplean este recurso cuando las condiciones acústicas no son idóneas o los actores buscan un tono intimista.

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