«Hay que aprovechar cada segundo de vida»
Maite Cabrerizo presenta en Arriaga 'Me viene mal que te mueras', que surgió como homenaje a una amiga y que vive ahora un éxito «inesperado»
Maite Cabrerizo (Vitoria, 1967) quiere quedar bien ante sus paisanos y ha preparado para hoy una presentación de 'Me viene mal que te mueras' con ... la que espera sorprender y agradar al público. No es una cuestión de vanidad, sino de mostrar agradecimiento «a mi gente, a mi cuadrilla. Llevo muchos años en Madrid, pero siento mis raíces de Vitoria muy adentro». De la conversación con ella se desprende también otro motivo, quizá más oculto pero perfectamente confesable. Y tiene que ver con hacer las cosas bien, ponerles sentimiento, vivir la vida, en definitiva, que es algo que atraviesa los 14 relatos de su primera experiencia literaria. «Hay que aprovechar cada segundo», remarca, «porque en cualquier momento llega una mala noticia y piensas que has perdido el tiempo». Manos a la obra, por tanto, para que esta tarde el centro cívico Arriaga (19.00) se convierta en un escenario que, con la excusa de enseñar unos cuantos ejemplares de este ya exitoso volumen, Ana Suso recite algunos de sus relatos, Ana Yu Calvo y Juan José García les pongan música y Susana Marqués ejerza de maestra de ceremonias. «Habrá magia».
Cabrerizo presentó su libro en la feria de Madrid en junio y las colas que se formaron ante su puesto fueron un preludio del «inesperado» éxito que experimenta 'Me viene mal que te mueras'. «Cuando los organizadores me comunicaron que iban a poner vallas para ordenar las colas no me lo podía creer. Fue una pasada. Y al día siguiente, al presentarlo en un teatro con luces y música, nos pasó lo mismo; se volvieron a agotar los ejemplares». En paralelo, a través de las redes sociales ha corrido la voz de que cualquier lector puede mandar a las cuentas de Cabrerizo una foto con el libro en aquel lugar del planeta al que haya viajado o en el que viva «y llevo recibidas más de cien fotos. Hay de todos los sitios, casi no doy a basto para editarlas todas. Da mucho trabajo pero es muy gratificante», dice Maite, quien desconoce aún números exactos de ventas. «No lo sé, pero me siento muy afortunada. Y no va tanto de vender sino de sentir que el mensaje está llegando».
¿Y cuál es la clave del éxito? ¿Por qué la gente se engancha a los relatos de 'Me viene mal que te mueras'? «Creo que es un libro muy humano, que nace por el fallecimiento de una amiga. Sentí la necesidad de contarlo y escribí un cuento» -'Vengadora enmascarada'-. «A partir de ahí fueron surgiendo otras historias que hablan de la vida y de la muerte». Pero no en tono oscuro. «Me quedo con la parte un poco jocosa de todo esto. La muerte es un drama. A todos nos toca, nunca te viene bien. Sabes que va a llegar un final y no estamos preparados. Pero no quiero parar en esa parte triste, que la tiene, sino en que la muerte es parte de la vida, así de natural. Soy muy vitalista y he querido dejar ese tono en el libro».
A lo largo de los catorce relatos, Cabrerizo toca temas delicados como la violencia de género en 'Fotoperiodismo' o el alzheimer en 'Fin del mundo'. «Son relatos cortos que dicen mucho en pocas líneas. Pero me gustaría pensar que también pueden servir a quienes sufren o han experimentado alguno de estos problemas. No tengo ningún inconveniente en que cualquier asociación los utilice para sus actividades o para montar una campaña... Estoy dispuesta a cederlos. No es mi intención sacar derechos de ellos sino que el lector sienta que han sido de utilidad».
Unas gotas de nostalgia
Hay venas de nostalgia en 'Ausencia en el 945', cuando a la autora se le ocurrió llamar a su antiguo número de teléfono fijo en Vitoria a ver quién se ponía al aparato. «Me preguntaba quién contestaría... y me encontré con una respuesta de Movistar diciéndome que ese número no se correspondía con ningún abonado». Aunque lleva 30 años trabajando fuera, en Madrid principalmente, en la conversación con Cabrerizo salen contínuas referencias a su ciudad natal. 'Tratado de economía doméstica' va de ello. En concreto, de cómo su padre recogía en una libreta sus jornadas laborales en Esmaltaciones San Ignacio, que en las décadas de los 70, 80 y 90 del siglo pasado se convirtió en el centro laboral de miles de vitorianos.
Cabrerizo ocupa su jornada laboral en el departamento de prensa de Salvamento Marítimo -«es lo mejor que me ha pasado»-, lo que no le impide llenar su agenda de proyectos. Ha registrado un guion para una obra de teatro, 'Solo cuatro palabras', que gira en torno a la lejanía que va creciendo entre un hijo que vive y trabaja en la ciudad y sus padres, que siguen en el pueblo. También pergeña una novela gráfica, «que aún no tiene título», con la ilustradora Mariví Arriola, sobre una persona que ha perdido la memoria tras una enfermedad y vive sola y una serie de actores simulan ser sus familiares.
- Otra vez temas humanos, ¿no?
- Claro, me interesan los sentimientos. Son historias de agarrarse a la vida.
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