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Los acordes del 'Agur Jaunak' sonaron anoche con un brío que puso un nudo en la garganta. La apertura de la temporada de la ABAO subía el telón con los mejores auspicios. La Orquesta Sinfónica de Euskadi tenía al maestro Riccardo Frizza al frente ... y la partitura de 'Lucia de Lammermoor' en los atriles. ¿Qué más se podía pedir? Voces que hagan justicia a la música de Donizetti. Máxime porque se iba a interpretar una versión muy cercana a la tonalidad original. Todavía más aguda.
Un desafío para el que se contaba con la soprano australiana Jessica Pratt, el tenor jerezano Ismael Jordi y el barítono onubense Juan Jesús Rodríguez. Tres profesionales de altura (el tenor ronda los dos metros) que superaron el reto con seguridad aplastante. A nivel estrictamente vocal, la función de anoche marca un hito en la historia reciente de la ABAO. No solo cantaron con primor, también chisporroteó la química. Hicieron creíble la rivalidad de las dos familias escocesas y el amor imposible de la pareja protagonista. La tragedia, inspirada en una novela tremebunda de Walter Scott, se desarrolló con lógica y precisión, bajo la rigurosa batuta de Frizza, muy atento a las necesidades de los intérpretes. El director italiano mima las voces. Se afana por sacar lo mejor de ellas. Y anoche lo consiguió.
Imposible fracasar cuando se tiene un portento del calibre de Jessica Pratt. Una soprano que clava agudos como puñales y derrocha pirotecnia vocal a discreción. A nivel técnico, roza la perfección. Su control de la respiración es portentoso (de jovencita tocaba la trompeta) y se encuentra en plenitud de facultades. El público que abarrotaba el Palacio Euskalduna se rindió a sus pies. ¿Y qué decir de sus compañeros de reparto? Que también salieron por la puerta grande.
Vuelta de tuerca: Enrico es un tirano y un depravado sexual que abusa de su hermana Lucia
Detalles macabros: Se decapita a un venado y se arrastra un cadáver sobre la mesa del salón
El tenor Ismael Jordi (en el papel del joven Edgardo) y el barítono Juan Jesús Rodríguez (el pérfido Enrico, hermano de Lucia) tienen el instinto y el riesgo de los artistas de pura cepa. Anoche saltaron a la arena, como siempre, con el corazón muy caliente. El primero lució una estampa y un fraseo de elegancia soberana. Jerezano y admirador de Rafael de Paula y Curro Romero, tiene dominio escénico y duende. Transmite emociones incluso sin abrir la boca. Y cuando lo hace, se muestra impecable. Por momentos recordaba a Aureliano Pertile, un tenor con mucha clase.
Tampoco se quedó atrás Juan Jesús Rodríguez en el rol de Enrico. Le sobran tablas y cuajo para meterse en la piel de un personaje cargado de odio. No le costó dar los acentos justos para helar la sangre. Hay en el hermano de Lucia una rabia que se desborda a cada instante. Siente placer en la rivalidad que le enfrenta a Edgardo. Son clanes escoceses archienemigos y no hay reconciliación posible. La mera sospecha de que su hermana -su queridísima hermana- beba los vientos por Edgardo le despierta instintos asesinos. Impactante el momento en que decapita un venado mientras vocifera a pleno pulmón el final de la cabaletta, 'L'empia fiamma che vi strugge io col sangue spegnerò' (Apagaré con sangre la llama impía que os consume).
Desde el preludio se masca la tragedia. Lástima que se rompiera la magia de tanto en tanto. Es lo que tiene trasladar la acción, ambientada en la Escocia del siglo XVII, a un periodo histórico sumamente imaginativo y voluble. A medida que se sucedían las escenas, lo mismo parecía la serie 'Downton Abbey' que la película 'Rebeca', de Hitchcock. O un suntuoso baile de disfraces con kilt y 'sporran' (el típico zurrón de las Highlands). El elemento más estable eran las videoproyecciones que servían como parte meteorológico. Frío y amenaza de tormenta. Eso era todo.
Instante logradísimo, no obstante, fue el arranque del celebérrimo sexteto al final del segundo acto. El haz de luz sobre Edgardo y Enrico, cara a cara y en silencio, cargó las tintas en el patetismo y la violencia. Por lo demás, la iluminación brilló por su ausencia. Las brumas escocesas se apoderaban de la escena.
Una vez asimilado el enfoque del director de escena, Lorenzo Mariani, se imponía la fuerza arrolladora de la música. No exenta de un punto luciferino. Muy pronto destaca un personaje repelente. Mala gente que apesta la tierra que pisa. El personaje se llama Normanno y lo encarna el tenor malagueño Gerardo López. Gran interpretación la suya. Es un rol secundario pero clave como detonante del colapso mental de la protagonista. Cualquiera se pondría de los nervios en el mundo que recrea 'Lucia di Lammermoor'. Sobre todo en la versión escénica de anoche.
De un tiempo a esta parte, se ha puesto de moda recurrir al incesto en la ópera de Donizetti. Enrico ya no solo es un tirano que impone su voluntad a Lucia, al obligarla a casarse con Lord Arturo Bucklaw, sino también un degenerado que se toma libertades con ella de tipo sexual. Hay una escena que no llega a mayores gracias a la intervención de Ramiro, un clérigo en la trama original que en este montaje es algo así como un tutor o director espiritual. Un privilegio disponer del bajo croata Marko Mimika para interpretarlo. Pena que no le toque cantar demasiado. Menos mal que tiene un aria muy lucida ('Ah! Cedi, cedi...'), que anoche le brindó una ovación.
No hay roles menores cuando se tiene arrestos. Ahí estaba Juan José de León, como Lord Arturo Bucklaw, con una voz destinada a responsabilidades mucho mayores. Sobrado de recursos, el tenor de Texas cumplió con entusiasmo. Y encima se dejó arrastrar, con la camisa ensangrentada, como una pieza de caza. Un detalle macabro para ambientar la 'escena de la locura' de Lucia, que acaba de acuchillar al pobre Arturo. La enajenación de la protagonista -que se traduce en una sucesión histérica de agudos- dejó estupefacto al personal. Jessica Pratt bordó su interpretación. Brutal.
Hasta que se llega al final. La intervención de Edgardo, después de apuñalarse al saber que Lucia (¡también ella!) ha muerto, es una de las piezas más hermosas escritas para tenor. Una exquisitez. El público salió del Euskalduna, con las palmas enrojecidas de tanto aplaudir, tarareando 'Bell' alma innamorata, bell' alma innamorata...'.
Elenco. Jessica Pratt; Ismael Jordi; Juan Jesús Rodríguez; Marko Mimica; Juan José de León; Maite Maruri y Gerardo López. Coro de Ópera de Bilbao, con Boris Dujin.
Orquesta. Sinfónica de Euskadi con Riccardo Frizza.
Coproducción. ABAO, Teatro Comunale di Bologna, Carlo Felice di Genova y Nacional de Eslovaquia.
Horas. Próximo lunes y viernes, así como el día 28, a las 19.30; sábado 26 (Opera Berri), 19.00.
¿Cuál es la mejor grabación de ópera sin discusión? ¿Acaso existe? La inmensa mayoría de la crítica especializada no descartaría en el 'top 10' el registro de 'Lucia di Lammermoor' con Maria Callas, Giuseppe Di Stefano y Rolando Panerai, arropados por la Sinfónica Rias de Berlín bajo la dirección de Herbert von Karajan (sello Warner Classics). Data de 1955 y es insuperable. Lo cual no significa que todo esté zanjado. Se puede (y se debe) seguir profundizando en la partitura.
Un compromiso que Riccardo Frizza se toma muy en serio, en calidad de director musical del Festival Donizetti de Bérgamo. Su apuesta por ofrecer una versión no mutilada, sin errores de transcripción y cercana a la tonalidad original, con armónica de cristal (copas musicales debidamente afinadas) en lugar de una flauta en la 'escena de la locura', ha suscitado mucho interés entre los expertos.
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