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Inés González Zarza acaba de publicar 'Ulises en Sopelana' (Isla Negra/Olé Libros), su segunda novela, en la que, desde distintos puntos de vista, presenta ... viajes físicos y vitales de varios personajes que confluyen en un hospital de la costa vizcaína, tras el rescate de un ahogado en la playa de Sopelana, que se convierte en una Ítaca particular para los protagonistas. Así, la autora getxotarra juega con el clásico de Homero en un drama existencialista, no exento de humor y aventura, que aborda temas duros e incómodos -mentiras, secretos, deudas, alcoholismo...- pero sin caer en la desesperanza y siempre con un cariz optimista.
«'La Odisea' siempre ha ejercido mucha influencia en mi vida, me ha acompañado desde niña. Y lo mismo Sopelana, mi playa de referencia y donde he vivido momentos muy felices. Siempre me ha inspirado, sobre todo la roca. Es donde aprendí a nadar, donde he disfrutado y donde casi me ahogo una vez. Por ello, decidí crear un personaje cuya manera de volver a casa fuera llegar a Sopelana. Al mismo tiempo, es una historia familiar de desencuentros, encuentros y reconciliaciones», explica la escritora afincada en Madrid que, tras varios libros de relatos y poemarios, regresa al terreno de la novela con esta obra que presenta mañana martes en Las Arenas (Aremuna Bar, 19.30h).
'Ulises en Sopelana' combina así el drama familiar y las peripecias vitales de unos personajes algo descarriados con un distópico y surrealista viaje en tren y furgoneta entre Madrid y Bilbao en plena pandemia. «Todos mis personajes se escapan de algo, incluso en esa situación pandémica de excepcionalidad, donde moverse era muy difícil. Y lo hacen porque tienen que descubrirse a sí mismos», expone González Zarza, recalcando la importancia del viaje como elemento de autoconocimiento: «Es en los viajes, tanto físicos como interiores, cuando las personas descubrimos quiénes somos. Y Sopelana es un lugar de catarsis y de vuelta a casa».
No solo Sopelana, sino también el mar como elemento indispensable de la trama, ese mar Cantábrico del que el protagonista, Marcos, rescata a un hombre francés alcoholizado. «Mi tema principal suele ser el tiempo, siempre creo que llego tarde y mi sueño sería vivir vidas simultáneas y paralelas. Y el tiempo en esta novela es el mar, que es implacable pero a la vez muy importante». De esta manera, las olas de un temporal funcionan como eje de la reconciliación de los personajes para aprender a afrontar el presente: «Pienso que una vez que se acepta el pasado, se vive mejor el presente. Y con la magia de la literatura me permito crear un futuro mejor».
Todo ello, pese a la dureza de los secretos y mentiras que golpean a los personajes a modo de tormentas. «Muchas de las infelicidades que nos acompañan vienen dadas por pensar que es mejor no decir la verdad, y estas mentiras pueden acabar escalando hasta situaciones insospechadas como las de la novela, en la que una madre decide matar a un padre que realmente está vivo». Ante ello, reivindica la honestidad y la sinceridad: «Con este libro, lo que pretendo al final es resaltar la importancia de decir la verdad en un sentido positivo y de aceptar las cosas tal y como son».
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