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A Olalla le preocupa la actual degradación y que se nos acabe el tiempo para adoptar soluciones. kimon
Pedro Olalla: «Occidente está exponiéndose de forma temeraria a su destrucción»

Pedro Olalla: «Occidente está exponiéndose de forma temeraria a su destrucción»

la entrevista | Pedro Olalla, Helenista y escritor ·

Asombrado ante «la fragilidad de las conquistas colectivas y de la verdad», el autor de 'Palabras del Egeo' defiende que hoy todos deberíamos actuar como Antígona, «cuestionando las leyes cuando estas faltan a los valores que las inspiran, a su razón de ser»

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Domingo, 24 de abril 2022, 00:34

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Como el sabio Solón, Pedro Olalla (Oviedo, 1966) afirma: «Envejezco sin dejar de aprender». Y al igual que Sócrates, otro que tal, tiene muy claro que «una vida sin reflexión no es vida para el hombre». Helenista, escritor y cineasta, autor de títulos tan celebrados como 'Atlas mitológico de Grecia (Bellaterra) y 'Grecia en el aire' y 'De senectute política: carta sin respuesta a Cicerón', ambas editadas por Acantilado, publica ahora en este mismo sello 'Palabras del Egeo (el mar, la lengua griega y los albores de la civilización)'. Olalla tiene desde hace años en Atenas su residencia y parte del corazón.

- ¿Qué le tiene más asombrado?

- Diría que la fragilidad de las conquistas colectivas y la fragilidad de la verdad. Lo hemos visto, con enorme relieve, en la gestión de las últimas 'crisis': la financiera, la migratoria, la de la pandemia, la de todas las guerras del momento -aunque solo se hable de la de Ucrania-. En todos estos procesos, más aún que la economía, la seguridad, la salud o la paz, lo que se ha demostrado que peligra es la verdad.

- ¿Y más desconcertado?

- La elevada propensión a aceptar de forma acrítica el relato dominante. Ahí donde queríamos creer que el pensamiento crítico y la ciencia gozaban de aceptación universal, vemos cómo prosperan de nuevo la doctrina y el dogma. Y cómo prolifera y se valora la actitud de abrazarlos sin fisuras y con beligerancia; vemos con qué soberbia se denuesta y se degrada a la condición de 'terraplanista' a todo el que se atreve a disentir con argumentos y evidencias.

- ¿Cómo está usted de inquieto?

- Bastante. Creo que todos deberíamos estarlo. Pero lo que prevalece es la inercia. A veces, imagino a la humanidad como a los pasajeros que viajan en un tren que se dirige a un precipicio, distraídos con sus pequeños afanes y confiados en que haya un maquinista que sepa lo que hace.

- ¿Vive con miedo?

- La verdad es que no. Con miedo vive mucha gente que tiene más razones perentorias que yo. Yo vivo con preocupación, con desencanto, a veces con dolor. Me preocupa que nos alcance la degradación, que nos falte tiempo de aplicar soluciones. Pero trato de ser alegre: la alegría ha de construirse, día a día, contra muchas cosas. La alegría, en griego, es un 'athlos', un denodado afán.

- ¿En qué momento estamos de eso que hemos venido en llamar la civilización occidental?

- En un momento 'crítico' en el sentido etimológico del término: necesitado de juicio, de examen, de replanteamiento. Tenemos que cobrar más conciencia de hacia dónde estamos yendo, y saber si es ahí donde queremos ir. Sin embargo, el pensamiento y la crítica están perdiendo terreno frente al dogma y la acatación. Y Occidente está perdiendo así uno de sus rasgos más valiosos -uno de los pocos, frente a muchos pecados históricos como el supremacismo y la depredación- y exponiéndose con temeridad a su autodestrucción.

Valentía

- ¿Qué es una gran equivocación?

- Estamos porfiando en conductas y modelos errados, cuando lo que se necesita es un cambio de paradigma. En la política, en la economía, en la producción, en el consumo, en el trabajo, en la redistribución de la riqueza, en el acceso a los recursos... Y nada de esto se conseguirá sin valentía para cuestionar y cambiar.

- ¿Qué problema destacaría?

- El verdadero problema de Occidente y del mundo es que -con la connivencia interesada de las élites, el pesebrismo informativo y académico, y la credulidad pasiva de la sociedad en su conjunto- hemos consentido que el desiderátum neoliberal haya llegado a convertirse en dogma incuestionable y a conquistar demoledoramente la política y la ética. Para mí, ése es el verdadero problema; lo demás, son solo consecuencias.

- ¿Se esperaba la invasión de Ucrania?

- En el Pentágono, seguro que sí. A los demás -incluido el pueblo ucraniano-, nos ha cogido un poco por sorpresa. Pero, si valoramos los antecedentes -Conferencia de Helsinki, Carta de París, compromisos de no ampliación de la OTAN hacia el Este, incorporación a la misma de catorce países del Este y los Balcanes, arrumbamiento de la OSCE por la OTAN, instalación de misiles antibalísticos de la OTAN cerca de las fronteras rusas...-, es evidente que llevábamos tiempo jugando con fuego.

- ¿Cómo observa esta guerra?

- Con horror y decepción por las prioridades y la incapacidad política de nuestros dirigentes. Como podemos observar también todas las guerras que ocurren ahora mismo: no nos olvidemos de Yemen, Siria, Palestina, Afganistán, Libia, Etiopía, Sudán del Sur, Congo, Mozambique, Somalia, Nigeria, Níger, Malí, Burkina Faso, RASD... Más del 10% de la humanidad vive en guerra, pero se seguirá sembrando el caos para alumbrar un nuevo 'statu quo' a la medida de las oligarquías dominantes.

- ¿Qué le sucede a Putin?

- Quienes nos toman por tontos nos dicen que está loco; pero yo lo veo muy cuerdo: jugando sus cartas con la misma frialdad de sus adversarios, y -a juzgar por las intervenciones de la OTAN en Serbia y en Iraq- yo diría, aún, que con más miramientos.

Bandos

- ¿Y cómo se comporta Europa?

- Con sumisión y con hipocresía. Cuando se está por la paz, se está por la paz con todos; cuando se está contra la guerra, se está contra todas las guerras; cuando se denuncian las atrocidades, se denuncian todas las atrocidades; cuando se toman medidas contra quienes quebrantan el Derecho Internacional y los Derechos Humanos, se toman contra todos; cuando se es solidario con los que huyen de la guerra, se es solidario con los que huyen de todas las guerras. Si no se hace así, no se está por la paz, ni contra la guerra, ni contra las atrocidades, ni a favor de los derechos, ni se es solidario: simplemente, se toma partido por uno de los bandos. Y esto es lo que está haciendo Europa, con su alineamiento incondicional y su solidaridad selectiva. Ante la piedra de toque de la guerra en Ucrania, la 'civilizada' Europa está perdiendo la ocasión histórica de demostrar que es quien dice ser.

- ¿Y Estados Unidos?

- Estados Unidos -su núcleo duro- es el mayor responsable del desastre. ¿Qué hubiera hecho el Pentágono y la OTAN, si Rusia instalara misiles nucleares en Cuba, México o Canadá? Dudo que su respuesta fuera más tibia que la de Putin. Desde antes del final de la Guerra Fría, Estados Unidos quiere a Rusia fuera y a Europa debajo. La caída del Bloque Soviético ha reconvertido la misión de la OTAN de garante militar del bloque occidental a brazo armado de la doctrina republicana, capitalista y globalizadora USA. Esta guerra es un episodio más.

- ¿Qué debería hacer Europa?

- Lo que todos deberíamos hacer a estas alturas de deterioro del planeta y de amenaza para la propia existencia humana. Dejarse de intereses espurios y cortoplacistas, y atender a lo importante y perentorio. Promover la colaboración y la solidaridad a escala global. Trabajar porque los derechos fundamentales, la justicia y los recursos existan para todos. Y eso no se consigue comportándose como lacayo del sistema hegemónico USA, sino tratando de mantener la sangre fría, ofreciéndole a Rusia, a China y a todos los países del mundo vías para la colaboración sobre unas bases justas, y abriendo caminos verdaderos para la paz y la prosperidad mundial.

- ¿Cómo percibe al ciudadano que se informa desde lejos?

- Creo que los ciudadanos de la UE estamos expuestos de una manera tóxica y ominosa al discurso dominante. ¡Cuándo se ha visto, como represalia y boicot, prohibir la retransmisión de los medios de información ajenos! ¡Tergiversar los hechos de la burda manera en que ahora se está haciendo o pecar de omisión informativa de manera tan grave! ¿Acaso prohibimos la CNN cuando EE UU entró en Iraq, Afganistán o Libia?

- ¿Qué nos estamos jugando?

- Todo. Hace mucho que nos lo estamos jugando todo. Nuestras conquistas democráticas, nuestros derechos fundamentales, nuestra libertad como individuos, nuestra libertad de expresión, nuestra soberanía política, nuestro acceso a los recursos básicos, nuestro acceso a la información veraz... La posibilidad de conocer un mundo diferente al mero producto del abuso y la mentira.

- ¿Qué es hoy lo más urgente?

- Cobrar conciencia y aprender a organizarnos. Ésa es la premisa para obrar los cambios estructurales profundos que el mundo necesita. Debemos aprender a utilizar nuestro potencial humano de forma sabia y solidaria.

- ¿En qué nos puede ayudar la lectura de 'Palabras del Egeo'?

- ¡Uf! Después de lo que venimos diciendo... ¡hablar de un nuevo libro parece una frivolidad!

SIN CRITERIO

«Hemos consentido que el desiderátum neoliberal se haya convertido en norma incuestionable»

TOMA DE CONCIENCIA

«El pensamiento y la crítica están perdiendo terreno frente al dogma»

BLOQUES

«Veo a Putin jugando sus cartas con la misma frialdad que sus adversarios»

INFORMACIÓN

«¿Acaso prohibimos la CNN cuando Estados Unidos entró en Iraq, Afganistán o Libia»

ACTITUD VITAL

«Intento sobreponerme al desánimo tratando de aprender a reírme y a filosofar a la vez»

- ¿Qué enseñanzas encierra?

- Algunas de mis obras anteriores trataban más de ética y política: 'Palabras del Egeo', en cambio, aspira a ser un libro sobre el 'logos', sobre la lengua griega como materia prima de nuestro pensamiento y como lectura metafórica del mundo. Y, como lengua y cultura siempre van unidas, explorar la conformación de la lengua griega nos lleva a explorar, en tiempos muy remotos y en el espacio del Egeo, la conformación de esa cultura de la que provenimos. Y es un libro escrito de manera poética, desde la vivencia y desde el terreno, aunque imbuido de actitud científica y de asombro socrático.

Alegría

-¿Cómo saber qué es lo verdaderamente importante?

- No es fácil. Lo importante suele encontrarse cerca de lo que no lo parece. Lo que ofrece ayuda, alegría, suele ser importante. Quizá la mejor guía sea la sensación que deja en la conciencia nuestra propia experiencia.

- ¿Qué mito es su preferido en este tiempo?

- Para mí, lo más fascinante de los mitos griegos es precisamente el conjunto: la cohesión que han dado a la cultura, su mágico poder para integrar lo natural, lo divino y lo humano. En nuestro tiempo, creo que no debemos olvidar la actitud de Antígona: la de discernir entre la ley y la justicia, la de cuestionar las leyes cuando éstas faltan a los valores superiores que las inspiran y que les dan razón de ser. Creo que hoy, más que nunca, todos los ciudadanos tenemos el deber de Antígona.

- ¿Dónde nos recomienda viajar?

- Al interior. Al de uno mismo y al de los demás. Ningún viaje exterior resulta de provecho si no va acompañado de otro viaje interior.

-¿Cómo vencer al desánimo?

- Yo lo intento tratando de aprender a filosofar y a reír a la vez.

- ¿Que investigación científica en marcha le despierta interés?

- Todas, en principio. Pero lo que más interés me despierta es la interacción entre las ciencias. Esa interacción tiene una gran presencia en 'Palabras del Egeo'.

- ¿Desconfía de la inteligencia artificial?

- Solo cuando está en manos de quien carece de la natural.

- ¿Qué le ha enseñado la pandemia?

- Que la salud no era realmente lo primero.

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