Las mujeres que salvaron el mundo hace un siglo

Aquellos cuatro años, entre 1914 y 1918, fueron la tormenta perfecta de las desgracias humanas. Más mortífera incluso que la guerra fue la epidemia de la llamada gripe española, bautizada sin motivo -«o por venganza por su neutralidad», dice Guerrero- con el nombre de un país que no participó en el conflicto y silenciada en la época porque «los soldados tenían que morir por su patria en el frente de batalla, no podían hacerlo en un hospital», explica la escritora, que ha recreado en este novelón de tintes decimonónicos el espíritu de una época «en la que cayeron emperadores e imperios y en la que nadie sabía por qué país luchaba».

Fue aquella una época de «mujeres extraordinarias», reitera Guerrero. «De las enfermeras dependía que los soldados no muriesen en los hospitales: los médicos estaban demasiado ocupados. Pero también había otras mujeres, pertenecientes a familias ricas, que por toda Europa sufragaron hospitales y escribieron lo que estaba ocurriendo. La historia está masculinizada y estas mujeres quedaron en el olvido», lamenta la periodista y escritora, que se estrenó en la novela en 2017 con 'El huracán y la mariposa'.

En 'Mariela', la protagonista viaja desde Madrid hasta Rusia, pasando por París y recorriendo Alemania, para contemplar el suicidio de Europa. «Aquellos cuatro años dieron origen a lo que podemos llamar 'mala globalización'. Un soldado canadiense moría en un campo francés sin saber para qué. También en ese momento histórico encontramos el origen de muchos acontecimientos, casi siempre violentos, que han ocurrido después: la Segunda Guerra Mundial, la Revolución Bolchevique, la Guerra Fría e incluso el nacimiento de Al-Qaida», describe Guerrero, que mezcla realidad y ficción para hacer pasar por sus páginas a personajes que dejaron su huella en la época, como Rosa Luxemburgo o Yakov Sverdlov, y que alimentan la curiosidad de los lectores.

Pero además de la historia de una mujer extraordinaria, 'Mariela' es también la reivindicación de una profesión, la de enfermera, que continúa sin recibir el prestigio social que merece. «Pensemos en cada vez que vamos al médico. Todos conocemos el nombre de nuestro doctor, pero no el de la enfermera. Y eso ocurre en muchas profesiones. Para tener respeto y reconocimiento, las mujeres, en sus trabajos, tienen que tener nombre», reivindica la escritora.