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Rodrigo Fresán e Itxaro Borda, este miércoles en Gutun Zuria, el Festival Internacional de las Letras que acoge Azkuna Zentroa hasta el sábado. Mireya López

La literatura es tan necesaria como «la consulta del dentista o un bufete»

El autor argentino Rodrigo Fresán y la escritora vasco-francesa Itxaro Borda hablan de su oficio, alegrías y miedos en un encuentro auspiciado por Gutun Zuria

Miércoles, 26 de febrero 2025, 15:33

Hay escritores que viven con la maleta hecha para ir de festival en festival. Entre otras cosas, qué sé yo, van para ligar, beber... Lo ... que menos les gusta es quedarse en casa con la familia, si la tienen, y trabajar. Son algo así como un muñeco con el libro en la mano. Ya sabe, 'Barbie escritora' y 'Ken escritor'. Yo respeto a todo el mundo, cada uno tiene sus tiempos y sus ganas, pero esa manera de actuar me intriga porque no es mi caso», zanja el escritor argentino Rodrigo Fresán (Buenos Aires, 1963), medio en serio, medio en broma, tras quitarse el gorro de lana y cambiar de gafas. Muy disciplinado y cumplidor, ha llegado el primero al encuentro con los periodistas en Azkuna Zentroa, donde compartirá mesa con Itxaro Borda (Bayona, 1959), flamante ganadora junto a Leila Guerriero de la makila de honor en Gutun Zuria, el Festival Internacional de las Letras de Bilbao que este año celebra su 17ª edición.

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Hace un par de días, en la inauguración del certamen, Fresán ya tuvo oportunidad de ponerse bajo los focos en una charla junto a Guerriero, autora de la novela 'La llamada', que gira en torno a una superviviente de la dictadura argentina. «Conozco a Leila desde hace mucho tiempo. Fui su jefe cuando empezó a trabajar de periodista», recuerda Fresán con orgullo. Se le ve satisfecho, muy relajado, a la espera de la última alegría que le deparará Gutun Zuria. «Por muy bien que vayan las cosas, esa sensación siempre me la da volver a casa». Nunca da puntada sin hilo. Autor de novelas tan originales como 'Jardines de Kensington' –que reivindica el país de Nunca Jamás–, ha bebido de la obra de Borges y Cortázar, pero también de Nabokov y Pynchon, sin perder de vista la ciencia ficción con referentes como Philip K. Dick y Stanisław Herman.

Radicado en Barcelona desde 1999, este argentino tiene claro que «la patria no es tanto la lengua, sino tu biblioteca». Ya sentada a su lado y muy atenta a sus palabras, Itxaro Borda entrecierra los ojos y confiesa que no comparte esa reflexión; más que nada por las connotaciones del término. «La patria es una palabra que remite al patrimonio y al patriarcado. Yo creo que las lenguas son más libres. Nosotros en el País Vasco tenemos como mínimo tres para comunicarnos. Durante una época teníamos miedo de hablar en castellano, que es la lengua que ahora mismo estoy usando, y este sábado emplearé el francés en un acto con la poeta occitana Aurélia Lassaque que cerrará el programa de Gutun Zuria», detalla una escritora que estudió Historia en la Universidad de Pau y terminó trabajando como cartera en servicios postales de Bayona, Maule y París.

El trabajo de cartera

La experiencia laboral de Borda –«siempre entre cartas, que nunca abrí porque es ilegal y nada ético»– le suministró mucho material y claves para su obra literaria. Rodeada de mensajes de medio mundo, afiló su capacidad de observación y se lanzó a escribir sin caer en el ensimismamiento. Es una autora que busca la inspiración dentro y fuera de ella. Ya su primer poemario, 'Bizitza nola badoan', fundía vivencias personales y colectivas y en 'Bakean ützi arte' acuñó un personaje tan singular como Amaia Ezpeldoi, una detective bisexual que le permitía abordar temáticas tan dispares como la especulación inmobiliaria, la crisis identitaria vasca posindustrial y la gentrificación. ¿Y en la actualidad? ¿Qué le quita el sueño? Más allá de figuras «tan inquietantes» como Donald Trump y Elon Musk, no duda en señalar algunas presiones «absurdas» que afectan al mundo de la ficción.

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«Da la impresión de que no se puede escribir nada que vaya más allá de tu propia persona o condición social. Es decir, yo no podría ponerme en la piel de un hombre o un negro, porque ya habría alguien que me tacharía de 'apropiación cultural'», lamenta Borda. Es una queja que también hace suya Rodrigo Fresán, al recordar que la mayor parte de la literatura es un ejercicio de imaginación y capacidad de ponerse en el lugar del otro. «Por eso me hacen tanta gracia esos comentarios que la gente deja en la sección de libros de Amazon. Cosas como 'no me ha gustado el libro porque no me identifico con los personajes' o 'no me cae bien el protagonista'. ¡Ridículo! ¿Te tienes que identificar con Madame Bovary para que te guste el libro?», se pregunta con los ojos muy abiertos.

El autor de 'El fondo del cielo' –que ahonda tanto en la identidad argentina como en la especulación cosmológica– siempre ha vivido la literatura como un refugio y atalaya que le permite ver más allá de las zozobras sociopolíticas. Se abstiene de opinar sobre Javier Milei o la ultraderecha en general, pero hay un consuelo que le da mucha fuerza moral. «Me causa cierto regocijo que haya gente con miedo a los libros. Desde el principio de los tiempos, las dictaduras y regímenes totalitarios les han tenido miedo. Eso no ha cambiado ni cambiará». De ahí que ahora, más que nunca, haya que seguir escribiendo: «Somos un servicio público. Nuestra función es como la de un odontólogo, un abogado o un cartero. Nosotros proveemos de historias a la gente. ¡Un servicio totalmente necesario!». 

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