José María Gorordo: «De la política no te vas: te echan»
Alcalde de Bilbao a finales de los 80, el expolítico publica un estudio de 1.200 páginas tras consagrar su vida al estudio de la Edad Media en Bizkaia
Jose Mari Gorordo (Plentzia, 1947) contempla la Plaza Moyua y recuerda que allí empezó el Metro de Bilbao hace 34 años. «Levantamos la fuente de ... la rana y me tocó poner la primera piedra». El alcalde de Bilbao de 1987 a 1990 señala una obra y presume que las Brigadas de Acción Inmediata se idearon bajo su mandato. Ya en el Carlton, coge un ejemplar del periódico municipal 'Bilbao': «¿Ves esta mancheta? La cedí yo».
Este encuentro acabará hablando sobre Sabrina, a la que Gorordo contrató para un mítico concierto en la Nochevieja de 1988 en la Plaza del Arriaga, boicoteado por feministas. Pero el motivo de charlar con el exalcalde, estupendo a sus 77 años, es la presentación en la Feria del Libro de su estudio 'Las iglesias de patrimonio privado de Bizkaia en la Edad Media', un tocho de casi 1.200 páginas con la foto de San Juan de Gaztelugatxe en portada.
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Sí, aquel político que derrochaba carisma y gomina es en realidad un ratón de biblioteca que ha pasado por seis universidades, completado tres carreras –Derecho, Económicas e Historia– y escrito cuatro tesis. Jubilado desde hace años, en vez de dar de comer a las palomas en el parque bucea en archivos de San Millán de la Cogolla, Jaca y Calahorra o acude a cursos de paleografía en Astorga. Solo para este estudio ha visitado más de un centenar de ermitas e iglesias en la provincia.
«La mayoría de la gente me conoce por haber sido alcalde, pero llevo muchos años investigando», admite. «Lo hago como una contribución para actualizar los datos históricos que otros han estudiado». ¿Por qué le apasiona la historia medieval de Bizkaia? «Aquí no había monasterios, así que no existían curas, los únicos que sabían escribir», responde. «La Historia de Bizkaia no la ha contado ningún protagonista. Yo trato de hacer aportaciones a lo que escribió en su día, por ejemplo, el Instituto Labayru».
Gorordo puede estar horas hablando de una necrópolis, pero sigue considerándose «un generalista», que ha pasado por mil sitios: su primer trabajo como director financiero en la fábrica de galletas Artiach, los Ayuntamientos de Plentzia y Bilbao, EiTB, la Cámara de Comercio...
«Ser alcalde de Bilbao es de lo que más orgulloso me siento, mi etapa más feliz», admite. «Fue un trabajo duro pero agradecido, notaba el apoyo en la calle; lo solía decir Sánchez Asiaín, el presidente del Banco de Bilbao: no hay nada mejor que ser alcalde de tu pueblo». A Gorordo le tocó como alcalde del PNV un Bilbao muy diferente al actual. «Una ciudad en ruinas, en crisis industrial». La batalla de los astilleros Euskalduna en el Puente de Deusto resume aquel periodo de reconversión. «A mí me tocó llamar la atención sobre las necesidades de Bilbao. Tuve que gritar y reclamar mucho para que se dieran cuenta de que la ciudad se estaba hundiendo».
–¿Le hubiera gustado ser alcalde del Bilbao del Guggenheim?
–El museo es consecuencia de que a mí me impidieron hacer los cubos de Oteiza y Sáenz de Oiza en la Alhóndiga en 1988. Aquel proyecto fue un conflicto muy serio por el que dimití seis meses antes del siguiente mandato.
–También quiso traer el Hermitage a Bilbao.
–No me hicieron ni caso. Todavía tengo una copia del convenio que firmé en San Petersburgo, entonces Leningrado, con el director del museo, el ministro de cultura de Yeltsin y el alcalde, que era el jefe de Putin. Teníamos la exclusividad con la mayor pinacoteca del mundo. ¿Sabes que estuve en el palco de invitados del Krémlin en el acto de disolución de la URSS? Ahora quieren hacer otro Guggenheim en las afueras de Bilbao. Tener el Hermitage podría ser una buena idea, aunque ya no es factible por la situación política internacional.
«Tuve que gritar y reclamar mucho para que se dieran cuenta de que Bilbao se estaba hundiendo»
José María Gorordo jura que no tiene malos recuerdos de su paso por la vida pública. «De la política no te vas, de la política te echan», reflexiona. «Cuando yo dimití de alcalde –con unas encuestas muy favorables– dejé el puesto. Hay quien no lo deja y cambia de partido. No me presenté a las siguientes elecciones y tuve conflictos internos con el PNV, aunque aquello está olvidado porque las personas solo nos acordamos de las cosas buenas».
De la política actual echa en falta «los liderazgos socialmente sólidos de los primeros tiempos de la democracia».Y rememora la formación intelectual del primer Gobierno vasco de Garaikoitxea: «Javier García Egotxeaga, Pedro Luis Uriarte, Mario Fernández...». Una cosa está clara: hoy no sería bien visto que contratara a Sabrina. «Me acuerdo de que aquella Nochevieja estaba en Plentzia y me llamaron a las dos de la mañana para preguntarme cuándo salía Sabrina. ¿Sabes que también trajimos a Joan Baez a Vista Alegre?».
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