«La Guerra Civil es una herida de la que no estamos curados todavía»
David Uclés novela la contienda en clave de realismo mágico en 'La península de las casas vacías'
Tres ediciones en tres semanas y 25 presentaciones programadas de aquí a julio. Buenos números, ¿no? Pero también: 500 páginas escritas ya en 2011 que ... fueron convirtiéndose en más de mil a lo largo de 15 años de trabajo; al final han acabado siendo algo menos de 700, muy distintas a la idea original. Y casi dos años viajando de un lado a otro de España para recabar datos de archivos y, sobre todo, cientos de testimonios de personas mayores, las que vivieron la Guerra Civil. Y, además, taquicardias y una cierta huella física y emocional, porque empeñarse en desarrollar la historia de tantos personajes en «toda la guerra en toda la Península» no le sale gratis al cuerpo ni a la mente. David Uclés (Úbeda, 1990) lo ha comprobado. A finales de 2023 estaba preocupadísimo porque se acercaba al final de la novela 'La península de las casas vacías' (Siruela) y le entraron todos los miedos. «A ver si no la acabo», se decía. «Ahora siento alivio: si me muero, ya está ahí».
Lo que está ahí es una novela que habla de la desaparición de muchísima gente, del abandono de la tierra y de la vida y de «una herida de la que no estamos curados todavía, nuestra herida más grande como país, un temblor que lo rompió todo y a que a todos nos afecta. Te enfada ver tanta muerte y tanta justicia entonces y ver que no avanzamos, que siguen los muertos en las cunetas y seguimos vomitando ideas preconcebidas sin leer y sin analizar. Y sin escuchar al otro. Para avanzar, tenemos que sentarnos y querer entender al otro», dice un escritor que no ha «soslayado ninguna violencia».
Lo curioso es que 'La península de las casas vacías' no es una novela realista aunque se haya nutrido de tanto caso real y, para empezar, de las experiencias de la familia del autor. Uclés ha escrito como le sale: con realismo mágico. «Me vienen muchas metáforas a la cabeza todo el rato y se trata de encontrar la que tiene una razón de ser en la historia».
- Ponga algún ejemplo.
- Hay una muy chula, basada en el testimonio de un hombre que al abandonar España hacia Francia solo se llevó un puñado de tierra con él. Allí todos acababan en campos de concentración y el guardia le dijo que tenía que tirar el puñado de tierra. En mi novela el personaje no la tira, sino que se la traga. Y el guardia, enfadado, le dispara y al hombre no le sale sangre de las heridas, sino arena. Se le sale la tierra, la patria.
- También el trabajo de toda la vida: en el texto habla mucho de la tierra, del campo.
- Es muy telúrica, sí, es que soy de Jaén y allí solo hay campo, todos somos olivareros. Pero es que además mi abuelo acumulaba agua bajo la piel, se le formaban bultos de agua, no de arena. Como un hastío del pueblo, de la tierra.
«Un Macondo íbero»
La mención al abuelo no es gratuita. Está en el origen de todo. Al principio, era su historia familiar la que iba a ser contada... sin la guerra. «Yo quería escribir un Macondo íbero. Era un pesado, mi abuelo. Entraba cualquiera en casa y empezaba a contar su historia. A mí de niño y adolescente no me interesaba y además nunca fue un hombre muy amable conmigo, alguna vez utilizó alguna expresión homófoba», recuerda Uclés. Pero un día el abuelo se ablandó. «Me mostró ternura y fuimos uña y carne, estuvimos cinco años conversando, me daba besos y me cogía de la mano». Y entre tanta batallita de la guerra, el nieto se quedó con la idea del terremoto que «desparramó» a los habitantes del pueblo y vació las casas no solo de este Jándula imaginario, sino de toda una península.
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