Euskadi se afianza como la segunda comunidad que más lee
Acorta distancias con Madrid en el barómetro de 2021, un año en el que se consolidó el aumento de lectores que trajo consigo la pandemia
No era un espejismo. Quienes encontraron refugio en la lectura en lo más crudo de la pandemia mantuvieron el hábito el año pasado mientras iban ... recuperando, con restricciones, la vida social. Así lo refleja el Barómetro de Hábitos de Lectura que encarga el Gremio de Editores. Tras el tirón experimentado en 2020 -cuando ganó dos puntos- el porcentaje de ciudadanos que leen en su tiempo libre creció unas décimas más, hasta el 64,4%. Esta es la media española que superan seis comunidades, entre ellas Euskadi.
Los vascos se afianzan en el segundo puesto de la tabla y acortan distancias con Madrid. El índice de lectura en Euskadi ha crecido en los últimos meses más que la media, al pasar del 66,9% al 68,2%. Navarra, que hasta 2018 iba en segundo puesto, nos pisa los talones y es tercera por delante de Cataluña, mientras que la lista se cierra, como en años anteriores, con Andalucía, Canarias y Extremadura. Las bibliotecas vascas también ocupan la segunda posición en el ranking de las mejor valoradas con un 8,6 de nota media, en este caso por detrás de Cataluña.
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Por primera vez desciende la lectura en soporte digital
Más allá del efecto de la pandemia, la lectura en tiempo de ocio no deja de crecer y acumula un incremento del 6,5% en la última década. El porcentaje de población que lee con frecuencia diaria o semanal se mantiene en el 52,7%, un dato idéntico al del año pasado. Pero, como en los buenos libros, no todos los indicadores traen buenas noticias. También se mantiene firme -en el 35,6%- el grupo de ciudadanos que nunca lee. Un dato «que nos debe hacer reflexionar» en opinión del presidente de la Federación de Gremios de Editores de España, Daniel Fernández. «Somos la cuarta o quinta potencia editorial pero no podemos decir que estamos entre los cinco países más lectores», recordó. «Y, si analizamos el conjunto de las economías más desarrolladas, veremos que su población es, en un alto porcentaje, lectora».
A los editores les preocupan los «desequilibrios» que reflejan las estadísticas, tanto entre territorios como por razones de edad, género -las mujeres van siempre por delante hasta los 65 años, cuando se iguala- y nivel de estudios. Por ejemplo, la lectura infantil se mantiene en valores muy elevados -algo más de tres horas por semana entre los seis y los nueve años- pero desciende de forma notable a partir de los quince. Los lectores son fieles a las librerías tradicionales, que concentran el 43,66% de las compras, a saludable distancia de internet (25,3%), las cadenas y los grandes almacenes.
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