Arantxa Urretabizkaia | Escritoria
«Sin escribir se vive peor, espero que 'Azken etxea' no sea mi último libro»La editorial Consoni ha traducido 'Azken etxea' y un curso de verano ha estudiado su narrativa, pero más que en homenajes sigue pensando en escribir
Jon Agirre
Lunes, 29 de julio 2024, 00:03
Su último libro, 'Azken etxea' (Pamiela, 2023) se hizo con el Premio Euskadi y el 111 Akademia Saria. Ahora la editorial Consoni lo ha traducido ... al castellano con el título 'La última casa'. La trayectoria literaria de la escritora y colaboradora de 'Territorios' Arantxa Urretabizkaia, muy vinculada a temas sociales, ha dejado huella y un curso de verano ha analizado su narrativa. Agradecida, prefiere mirar al futuro.
– Su literatura ha inspirado muchas reflexiones y su narrativa se ha analizado en un curso de verano de la UPV para tratar temas como la edad, la sexualidad, el deseo o la madurez. ¿Lo toma como reconocimiento a su obra?
– Me lo tomo primero con agradecimiento, porque cuando alguien se fija en tu trabajo, lo primero que tienes que hacer es darle las gracias. Y después, con incomodidad porque escribir es una tarea solitaria. Cuando el lector está leyendo lo que has escrito no estás presente, estás en tu casa. Esa situación me gusta, pero escuchar hablar de mí me resulta un poco incómodo.
– ¿Por humildad?
– No, no lo digo por humildad, que es algo bueno y espero tener, pero no. Tu libro es tu sueño y para saber lo que significa hacen falta personas expertas que te dicen 'Ah, has soñado que ibas por unas escaleras. Significa que…'. Ese es el trabajo de la academia respecto a lo que has escrito con la diferencia de que lo que te dice el psicólogo se queda entre vosotros dos y con la academia pasa a ser público. Es la imagen más ajustada que se me ocurre.
– Su último libro, 'Azken etxea' (Pamiela), que entre otros recibió el Premio Euskadi o el 111 Akademia Saria, y lleva dos años en primera línea, ha sido traducido como 'La última casa' (Consoni). ¿Le da otra vida?
– Es un libro que está teniendo una vida larga aunque ahora, en general, nuestros libros, y digo nuestros en referencia a los que escribimos en euskera, tienen una vida más larga que los libros en castellano. Esa es una ventaja considerable. Pero hay otra parte negativa que hace que nuestros lectores sean menos especializados, más omnívoros. Los lectores en castellano, francés o inglés puedes decir 'yo solo leo novela negra' o 'yo solo leo novela histórica'. En euskera igual pasan años sin que aparezca ninguna novela histórica.
– Su amplia trayectoria la convierte en una voz autorizada. En sus inicios no había tantas voces femeninas en la literatura en euskera y formó parte de una generación que inició el cambio. ¿Cómo ve la evolución?
– Todavía hay más hombres que mujeres en un mercado en el que las lectoras son mayoría con respecto a los lectores, pero sin duda hay muchas mujeres escritoras. Esa evolución es positiva. Tengo una curiosidad que no voy a poder satisfacer porque no voy a estar aquí, saber cuántas de esas escritoras jóvenes que publican un libro o tal vez dos siguen 50 años después escribiendo. Y no solo en la literatura, también entre las bertsolaris jóvenes por ejemplo cuántas estarán en las plazas dentro de 50 años o de 40 si quieres.
Nuevas generaciones
– De la nueva generación, ¿tiene ahora algún autor o autora, tanto en euskera como en castellano, que le apetezca leer?
– Hace 40 años podías leer todo sin un gran esfuerzo; ahora es imposible, por lo menos para mí. Pero miro con interés especial lo que hacen las mujeres jóvenes y puestos a elegir, escojo un libro escrito por una autora, sí.
– ¿Alguna recomendación o ya es demasiado decir?
– No, no me atrevo. Es demasiado decir.
– Ha defendido que escribe historias que le apetece contar, que no ha buscado transgredir. ¿Cree que la literatura tiene que tener función de cambio social más allá de entretener o a veces se le pide demasiado a la literatura?
– Antes se le pedía demasiado, pero ahora ha perdido centralidad con respecto a otro tipo de artes que también cuentan historias. Me lo he preguntado muchas veces porque entre un libro y otro he pasado años sin publicar nada y cuando he tenido el tiempo y las ganas de ponerme a ello, pienso 'pero tú, ¿por qué?, ¿qué es lo que...?' y no me lo sé responder, hay algo interior que te lleva a a inventar otra historia, y otra y otra. Cuando en casa he dicho que no se me ocurre nada para el próximo libro, me dicen, 'bueno ¿se puede vivir sin escribir, no?' Y, sí, claro, pero se vive peor. Yo vivo mejor cuando tengo un proyecto entre manos.
– ¿Algún proyecto entre manos?
– No, ahora mismo no. Estoy a punto de acabar un proyecto de otro tipo, un trabajo profesional que me ha llevado dos años y que para otoño habré terminado. Eso me come el espacio que puedo tener para intentar otras historias, pero no me gustaría que 'La última casa' sea el último libro.
– Mirando atrás, con la denominada cultura 'woke', muchos clásicos no podrían publicarse ahora. ¿Le preocupa que eso pueda llevar a cierta autocensura por parte de los autores?
– No lo pienso. Las personas que hacemos literatura en euskera, el 99,9%, tenemos otra profesión. Eso tiene su lado bueno, que tu cuenta corriente no depende de eso y eso es mucha libertad, pero su lado malo, que dispones de menos tiempo para escribir. Para mí, la literatura es el terreno de la libertad, es donde hago lo que me parece sin mirar mucho. Entiendo lo de la cancelación, pero a mí me pilla un poco de lejos.
– Lo preguntaba porque en su literatura quizá no ha querido transgredir pero sí que se ha posicionado en muchos temas que la han podido poner en el foco.
– Fijarte en unas cosas y no en otras es lo que te lleva a determinadas cuestiones. Si cuando estaba escribiendo 'Zergatik Panpox' (1979) alguien me dice 'ojo, que esta va a ser la primera novela escrita en euskera por una mujer', pues igual no lo hago, me asustaría. Que pasen otras, ya iré detrás. Me salvó la ignorancia y conservo esa miopía. Busco historias que cuentan cosas que me interesan y siempre esperas que a quien lo lea le interese también.
– Hace 45 años trató el divorcio cuando todavía era ilegal. ¿Sería capaz de plantearse algo así?
– Lo haría de manera distinta porque cuando yo escribí ese libro estaba rodeada de personas que vivían en esa situación. A mi alrededor el primer efecto que la muerte de Franco produjo fue que se fueron deshaciendo las parejas y eso es lo que conté. Ahora la contaría de manera distinta, aunque tampoco vuelvo sobre lo ya escrito, eso también me es incomodísimo. Revisar, porque no lo hago yo, y no poder retocar me produce mucha incomodidad.
– Su trayectoria, ser Arantxa Urretabizkaia, ¿la coarta o hace que se lo piense más al escribir?
– Para mí sigue siendo igual. Durante 400 años de historia de la literatura nuestros libros no se han traducido, se publicaban en euskera y se acabó. No le interesaban a nadie, seguramente tampoco a nosotros, pero esa es otra historia. Nuestros libros se traducen desde la tercera parte del siglo XX y es de las mejores cosas que le ha pasado a nuestra literatura.
Sin espinas clavadas
– ¿Le queda algo sobre lo que escribir? ¿Algo pendiente?
– Hay muchas cosas sobre las que no he escrito, pero no tengo ninguna espina clavada. Si hubiera un tema que me atrajese, me pondría ahora mismo, aunque sea a tomar notas. Pero ahora mismo no. Además soy bastante benevolente conmigo misma, sé que cuando he publicado un libro lo he hecho lo mejor posible, que he llegado a la convicción de que yo eso no lo podía mejorar. ¿Que después lo hubiera podido mejorar? Bueno, sí, seguramente, quiero pensar que años de oficio te añaden cierto conocimiento.
– En sus textos hay una forma de ver la vida. En 2017 dijo que de usted «no saldría nada con odio». En la época de las redes sociales con odio por todos lados, ¿cómo lo mantiene?
– Soy un poco miope y totalmente pasiva en las redes sociales, solo tengo Facebook para acceder al de determinadas personas que me pueden interesar. Oigo cosas, como que el Athletic ha ganado la Copa, pero no me siento implicada. Alguna vez he intentado buscar odio en algún poema en concreto y no lo he encontrado, debo estar negada para ese sentimiento. Me quedan años o sea que igual lo desarrollo.
– Ha destacado que los lectores ven cosas que los escritores no o que son lo más importante que le ha pasado a la literatura en euskera.
– Cada persona incorpora a las palabras que lee su propia experiencia. Sus recuerdos resuenan aquí y allá, de manera que cada lector o lectora lee un libro diferente. Escribes con todo el esfuerzo y el cuidado, pero el subconsciente está ahí y se te cuelan cosas a las que tú no das importancia y les suena una campana.
– (…)
– Cuando mi generación empezó a escribir y a publicar en euskera, no teníamos lectores y ahora están organizados en grupos, que me parece el colmo. Con 'Azken etxea' habré ido a 30-40. La única condición que pongo es poder ir en transporte público. A veces no es posible, ¡pero cómo no voy a ir!
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