Borrar
Diego Sánchez Aguilar publica 'El órgano', cuyo germen ya estaba en 'Los que escuchan'.

Diego Sánchez Aguilar: «El lenguaje cotidiano está diseñado para la mentira»

En 'El órgano', Premio Novela Corta Ramiro Pinilla, el escritor murciano vuelve a hablar de la necesidad de escuchar

Elena Sierra

Bilbao

Sábado, 25 de octubre 2025, 18:38

Comenta

El libro ganador del último Premio Novela Corta Ramiro Pinilla de Getxo, 'El órgano', es una historia que surgió dentro de otra historia. En 'Los que escuchan', el murciano Diego Sánchez Aguilar (Cartagena, 1974), doctor en Literatura y profesor en institutos, incluía una referencia a una novela escrita por uno de los personajes y, cuando cerró aquel libro, se dio cuenta de que la historia merecía un desarrollo real. El resultado es 'El órgano' (ed. Candaya), una novela que comparte con su predecesora un gran tema, la necesidad de escuchar. Nada más. Si 'Los que escuchan' era realismo social, 'El órgano' es casi realismo mágico, con montañas que hablan, ecos de tragedia griega, de Prometeo y de Frankenstein.

–Es imposible no referirse a la novela anterior para hablar de esta.

–Al ser una novela desgajada de otra, ese tema central de la importancia de la escucha, de escuchar el mundo para entender alguna especie de verdad que no se dice exactamente con palabras, está presente. El nexo más profundo sería la importancia de la escucha atenta y pasiva del mundo sin intentar imponerle nada, a ver qué dice.

–Lo que dice es terrible...

–El organista, el protagonista de la novela, va con una idea muy clara de cuál quiere que sea su música, ya la tiene un poco en la cabeza, él cree que es la música de las esferas, de la armonía absoluta. Y luego, cuando escucha de verdad, no es armónico, es más complejo, y hay en esa música dolor, muerte, decadencia.

–Resuena lo que ocurrió, lo que ocurre, lo que ocurrirá, idea que se repite mucho en la trama. ¿Por que referirse al tiempo como no lineal?

–Decidí usar las voces de tres montañas, las Tres Hermanas, y ellas hablan así, en pasado, en presente y en futuro, son el coro. Porque yo me di cuenta de que estaba escribiendo una tragedia griega, algo que no sabía cuando empecé. Estas montañas están inspiradas en un personaje clásico, las moiras, esas figuras mitológicas que conocían el pasado, el presente y el futuro de todos los hombres. Las montañas están ahí viendo todo lo que sucede en ese pueblo y lo saben todo, como pasa con el coro griego que informa al público de cosas que los personajes no saben. Y así me salió una idea de un tiempo en el que todo ha sucedido ya, todo está sucediendo en un tiempo que no es lineal, que también es algo muy musical. La música consigue una simultaneidad que no consigue la palabra.

El escritor Diego Sánchez Aguilar.

–¿No tiene un punto del realismo mágico de Elena Garro, de la concepción del tiempo de algunos pueblos originarios americanos?

–No lo había visto yo de esa manera. Creo que eres la primera lectora que me lo plantea de esa manera. Es muy interesante esa concepción del tiempo, que a mí se me dio un poco por azar. Pero sí, Garro también incluye un elemento de realismo mágico, de un tiempo superior que también es muy trágico, en el que los hombres simplemente son un poco como actores o muñecos que se ponen dentro de ese tiempo.

«La verdad solo puede decirse a través de la música o de la poesía, a través de un sentido que no sea tan evidente»

Diego Sánchez Aguilar

–Música y silencio, verdad y mentira, vida y muerte, ¿por qué el uso de la dicotomía?

–Es una novela muy dialéctica, sobre todo al final: cuando la dicotomía esencial es la del bien y el mal y la del cuerpo y el alma. El organista piensa en una música que sea puro espíritu, pura armonía celestial y luego al final su órgano y su música es literalmente visceral. Es lo que lleva al pueblo a lincharlo, el no querer aceptar esa parte visceral de nuestra vida.

–La voz del idiota, ¿es la única que dice la verdad?

– Es un clásico que el idiota diga la verdad. Lo que yo quería era transmitir que la verdad no se puede decir con un lenguaje normal. El lenguaje normal, el cotidiano, eso también está en 'Los que escuchan', está diseñado para la mentira, y por eso todos los personajes mienten. Menos el idiota, con su sintaxis rota, muy poética, muy lírica, porque la verdad solo puede decirse a través de la música o a través de la poesía, o a través de un sentido que no sea tan obvio, tan evidente.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Diego Sánchez Aguilar: «El lenguaje cotidiano está diseñado para la mentira»

Diego Sánchez Aguilar: «El lenguaje cotidiano está diseñado para la mentira»