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Es la primera vez en el País Vasco que una colección de arte privada, no corporativa, se ordena e inventaría con un catálogo razonado que ... explica su coherencia, las características de cada obra, su procedencia y su bibliografía. Se trata de la colección que inició desde los años 60 y hasta su fallecimiento en 2003 el ingeniero bilbaíno Alfonso Zorrilla de Lequerica. Sobre un conjunto que se acerca a las 400 piezas entre dibujos, grabados, pinturas y esculturas, el historiador y comisario de arte Javier González de Durana ha seleccionado y escrito un catálogo razonado que incluye 225 obras.
Según afirma el autor, que también ha sido director de la Sala Rekalde, Artium, el Tenerife Espacio de las Artes o el Museo Cristóbal Balenciaga, la trayectoria de Alfonso Zorrilla de Lequerica continúa una saga de coleccionistas que surgió con el Bilbao moderno e industrial a finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Como último ejemplo de esta saga, Zorrilla de Lequerica comenzó su colección por la pintura vasca de la gran época ligada al crecimiento industrial de Bilbao, con artistas como Regoyos, Tellaeche, Aranoa, Urrutia, Acebal Idígoras, José y Ramiro Arrúe -del que fue amigo personal- y sobre todo Francisco Iturrino, del que se incluye un amplísimo fondo.
En paralelo con lo anterior, también dio paso a otra vía de adquisiciones centrada en los pintores de la escuela de París durante el periodo de entreguerras, donde se integran las obras de Pancho Cossío, Marie Balanchard, Luis Fernández, Oscar Domínguez, Francisco Bores, Viñes, Joaquín Peinado, José María Ucelay, etc. De igual manera, la generación siguiente está representada con piezas de Palazuelo, Equipo 57, Viola, Saura, Feito, Cuixart, Tharrats, etc.
Finalmente, el fondo también integra la producción de artistas coetáneos del coleccionista como Equipo Crónica, Gordillo, Angel Alonso, Teixidor y los de las generaciones de los 70, 80 y 90: Grau, Broto, López Cuenca, Chema Cobo, Menchu Lamas, Ugalde, Pedro G. Romero, Alberto Peral, Abraham Lacalle, Curro Gonzáez, etc. La colección abarca asimismo otros núcleos con obras de Isidro Nonell, Sert, Vázquez Díaz, Gutiérrez Solana o incluso de Francis Picabia.
Alfonso Zorrilla de Lequerica estudió ingeniería industrial en Bilbao y realizó su posgrado en Estados Unidos. Trabajó en la Compañía Anónima Basconia y hasta su jubilación en Altos Hornos de Vizcaya, aunque también perteneció a diversos consejos de administración y formó parte de la Junta del Patronato del Museo de Bellas Artes de Bilbao y de la inicial Comisión Asesora de Compras del Museo Guggenheim.
Como afirma González de Durana, «su manera extrovertida y su carácter como sujeto humano gozoso tienen reflejo en una colección ciertamente vitalista». Para el historiador, «la elaboración de catálogos razonados de este tipo de colecciones es fundamental porque permite conocer la totalidad de la obra de muchos artistas, además de clarificar el mercado al autentificar las obras y permitir a museos y comisarios conocer y disponer de las piezas para sus muestras».
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