Los Ibarrola despliegan su mundo fantástico

Martín, escritor, ideó el mundo de los mitos, «donde se libra la gran batalla entre la memoria y el olvido». Lila, una antropóloga que trabaja en el Itsasmuseum, descubre la entrada y se enfrenta, con la ayuda de un pianista mudo, «a una criatura despiadada que se alimenta de aquellos personajes cuyas vidas se empiezan a olvidar». Naiel, ilustrador y músico, fue traduciendo la historia a ambos lenguajes y el cineasta Roberto San Sebastián asumió la codirección audiovisual.

La seña de identidad de este espectáculo es la fusión de teatro, cine, animación y música «en igualdad de condiciones», no como elementos de adorno en escena. «Eso es muy complicado, porque cada género tiene su ortodoxia», sostiene Martín Ibarrola. «No lo hacemos por ser transgresores, sino porque nos gustan aspectos de diferentes géneros».

Para la familia Ibarrola el arte es algo natural, «una especie de tara genética» en palabras de Jose. Cuando hablaba con sus hijos sobre teatro, «a ellos les faltaban propuestas para gente joven habituada a otros lenguajes y temáticas. Apenas hay teatro de género fantástico y es complicado ver un thriller. Hemos hecho aquello que nos gustaría ver», declara.

En el escenario solo estarán la protagonista, interpretada por Leire López del Pueyo, y el pianista, Naiel Ibarrola. Ambos interactúan con lo que ocurre en la pantalla de cine, donde aparece un gran elenco de actores vascos -Ramón Ibarra, Mikel Losada, José Luis Esteban, Leire Ormazabal, Iñaki Urrutia, Jon Ariño, Miriam K. Marchante, Loli Astoreka, Ylenia Baglietto, Alfonso Díez, Iñaki García, Karmele Larrinaga y Esther Velasco- con Javier Gurruchaga como narrador. Aunque han rodado en lugares como la Biblioteca de Bidebarrieta y el Itsasmuseum, casi todo sucede en el mundo dibujado por Naiel, que también es autor de la música. Así han creado un universo onírico en el que rescatan historias de la ciudad más o menos conocidas como la del Madriles, que murió en las inundaciones del 83 y ahora vive bajo la ría. «A falta de vino, bebe agua y es por eso que sube y baja la marea». Los niños fallecidos en la avalancha del Teatro Circo del Ensanche en 1912 «han construido un poblado con la madera de sus ataúdes y viven encima de un árbol». Para espantar al monstruo del olvido, han compuesto una canción en la que dicen sus nombres uno por uno. El contraste de las voces infantiles con la de Gurruchaga acentúa la emoción.

«Creo que a la gente le va a pellizcar», afirma la directora de escena, Marta Eguilior, para quien la tragedia tiene un eco muy personal. «Mi bisabuelo iba a ver esa película, no fue al Ensanche por el canto de un duro», cuenta. «Si no fuera por ese imprevisto, yo no estaría aquí». Los Ibarrola acudieron a ella, que viene del mundo de la ópera, para dar unidad a un espectáculo complejo. «Todo es muy musical, hasta los movimientos», explica. «Y tiene un diseño de sonido que se ha visto en pocos teatros de este país», con el sistema envolvente de los cines. Frente al despliegue de color de la pantalla, la escenografía de Jose Ibarrola utiliza tonos sobrios. Recrea «un cine en pleno desmantelamiento, al que han empezado a quitar fieltros y tapices».

El Arriaga, que coproduce el espectáculo, mostrará en dos funciones el fruto de más de dos años de trabajo, al que quieren dar largo recorrido en una gira. «Hemos podido englobar muchas artes y todas desde la pasión», se congratula Naiel Ibarrola, que recibió un primer impulso para llevar a cabo el proyecto en Eszenabide, el escaparate escénico de Harrobia.

Luego obtuvieron una ayuda del Gobierno vasco y se embarcaron en una aventura «a la que se ha sumado mucha gente». Como músico, le hace especial ilusión «colaborar con amigos. Ainara LeGardon, el batería de Ken Zazpi y Haimar Arejita están grabados y yo puedo tocar con ellos en directo». También Mario Campoy, que ganó un Goya por 'El hoyo', participa en los efectos especiales. Con tantos elementos en juego, los autores viven las vísperas del estreno «de forma muy intensa. Hay mucha compenetración entre los tres, estamos trabajando como si realmente fuéramos una familia», concluye Jose Ibarrola.