«El humor se está convirtiendo el nuevo ente desequilibrante del pensamiento occidental»
El dibujante y humorista Darío Adanti, cofundador #de la 'Revista Mongolia', inaugura #el Festival JA!
El dibujante argentino Darío Adanti, afincado en España desde finales de los años 90, decidió un buen día -o quizás malo, según cómo se mire- ... dedicar su vida a la sátira. El cofundador de la polémica 'Revista Mongolia', otrora firma fundamental de 'El Jueves', tiene una amplia trayectoria como dibujante de cómics, pero en los últimos años se deja ver mucho por televisión, se le escucha en la radio y protagoniza sus propios shows sobre el escenario junto a su socio Edu Galán, razón por la cual se ha convertido en un adalid de la libertad de expresión en el arte del humor. Ayer fue el encargado de abrir el programa del JA!, festival que reúne a creadores unidos por la risa hasta el domingo 11 de octubre.
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Junto con la columnista de EL CORREO Alba Carballal, Adanti habló sobre 'El humor en la pandemia'. «Es un tema complejo porque sabemos que el humor, y lo sabemos desde los clásicos griegos, es una forma simbólica de enfrentarnos a aquello que no podemos enfrentar de otra manera», explica Adanti. «En esta pandemia, los memes en redes sociales y WhatsApp circularon sin parar, reflejando cada una de las etapas y emociones que sentíamos. El día de mañana servirán para poder entender lo que nos preocupaba y aterraba en estos tiempos difíciles».
Cada vez es más complicado no perder actualidad en el campo del humor y la sátira, los memes jocosos vuelan en las redes sociales. «Es el reto de nuestro tiempo», analiza Adanti. «Ya sabíamos que el humor es algo inevitable en la cultura humana, sea cual sea. Sólo que antes la gran masa de humor popular espontáneo se oía en bares, oficinas y transportes públicos, era el chiste oral. Ahora eso ha mutado y el humor popular ha pasado a las redes y en formato meme. Me parece fascinante y si bien es un reto porque todo lo que se te ocurra ya lo hizo antes otro, mejor y gratis...»
Triste por la pérdida de Quino
Adanti se muestra estos días dolido por noticia de la muerte de su paisano Quino, el padre de Mafalda. «Posiblemente sea el responsable de que muchos de mi generación hayamos querido ser humoristas gráficos», balbucea. «Quino encarna un tipo de humor gráfico que reúne un buen número de cualidades dificilísimas de alcanzar. Un talento abrumador, un humor que conjuga lo clásico y la vanguardia, lo local y lo universal, lo cómico y lo serio, lo infantil y lo adulto, lo ingenuo y lo irónico… Un dibujo único y una capacidad para conectar con la gente única», alaba.
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A Adanti le interesa la mezcla de lo culto y lo popular, lo cómico y lo reflexivo, y le apasiona reflexionar sobre el humor, de lo concreto a lo conceptual, del chiste a lo periodístico, de la subjetividad a la anécdota personal. «Me tomo en serio hablar del humor, pero también con humor, para permitirnos pensar por qué el humor se está convirtiendo en el nuevo ente desequilibrante del pensamiento occidental en el nuevo milenio», afirma rotundo. Cuando le llaman 'payaso' en las redes sociales, donde se prodiga inevitablemente, no siente «nada en particular, admiro a grandes payasos como Leo Bassi, así que no me resulta insultante, más bien lo contrario».
En su inicios estudió cine, decantándose por la animación artesanal y el tebeo. No tiene intención de abandonar España, a no ser que no le quede más remedios. «Casi he vivido el mismo tiempo aquí que en Argentina», explica al respecto. Ahora vive más de hablar que de dibujar. «Encontré una buena manera de ganar dinero haciendo algo que no puedo evitar hacer: hablar», subraya. «Es como si te pagaran por comer o dormir -se asombra-. Lo harás igualmente, así que conseguir un sueldo por eso es algo por lo que estar agradecido».
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Si existiera un máster universitario de la risa, Adanti sería un tutor selecto. «La comedia, lo cómico, la comicidad, el humor... Es el caos, el caos creativo, el caos necesario para sacudirnos un poco el orden y las normas que necesitamos para convivir y vivir día a día», elucubra. «Si lo metemos en un formato de orden y normas como es la universidad, ¿no estaríamos traicionando su sentido liberador, convirtiéndolo en una estructura académica? Creo que no pero, si me pagan, me propongo para dar clases. El humor cuestiona todo idealismo. Dar clases de humor sería una buena forma de cuestionar la idealización del humor y, además, de ganarme un sueldo. Así que cuenten conmigo aunque desprecie el proyecto».
¿ Y cómo ve el futuro del humorista? «Está claro que lo digital se ha convertido ya en parte de nuestras vidas y que ahí hay múltiples caminos nuevos que luego pueden converger en algún formato más clásico, como la prensa, los libros o la tele. No sé cómo será ese futuro, pero sé que lo digital está sirviendo para que muchas autoras y autores jóvenes se encuentren directamente con sus lectoras y lectores sin necesitar a un editor que medie entre unos y otros». Adanti es optimista.
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