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Cuando el sábado 20 de julio de 1969 el 'Apolo 11' llegó a la Luna, donde primero se supo fue en España. «Houston, aquí Base ... Tranquilidad. El 'Águila' ha aterrizado», dijo Neil Armstrong a las 21.17 hora peninsular a los técnicos de la estación de la NASA en Fresnedillas (Madrid), que dirigía el físico Luis Ruiz de Gopegui. Poco después, cuando la Luna se ocultaba sobre Madrid, la estación californiana de Goldstone cogía el relevo de la española. «Nos llamaron desde Houston y nos dijeron que lo habíamos hecho fenomenal», recuerda Carlos González Pintado, entonces un joven ingeniero electrónico y uno de los encargados de las comunicaciones.
El 'Aguila' se posó casi sin combustible -quedaba en sus depósitos solo el 2%- después de un descenso en el que Armstrong tuvo que tomar los mandos porque el ordenador conducía la nave hacia una zona accidentada. Una vez en la superficie de la Luna, los astronautas comprobaron todos los sistemas de la nave, descansaron y comieron, y Aldrin comulgó. Poco antes de que Armstrong saliera del 'Águila', ya en la madrugada del domingo, Goldstone perdía de vista la Luna y pasaba el testigo a la tercera estación clave de la NASA para las misiones más allá de órbita terrestre, Canberra.
Fue desde Australia desde donde siguieron en directo el segundo momento clave de la misión. «Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la Humanidad», dijo Neil Armstrong al pisar la Luna a las 3.56 horas en la España peninsular, mientras Buzz Aldrin sacaba fotos desde el interior del módulo antes de unirse a su compañero. «Iremos a Marte para finales de siglo», prometía aquel día el vicepresidente estadounidense Spiro Agnew, según recogía 'La Hoja del Lunes' de Bilbao.
Más de 600 millones de personas siguieron las evoluciones de los astronautas en la Luna, que en España narró Jesús Hermida para TVE. Familias enteras permanecieron aquella madrugada pendientes de lo que pasaba en otro mundo, a 393.309 kilómetros de la Tierra. Armstrong y Aldrin pasearon por el mar de la Tranquiliad durante 2 horas, 31 minutos y 40 segundos, en los que desplegaron la bandera, conversaron con el presidente Nixon, instalaron experimentos y recogieron 22 kilos de rocas. Hicieron historia. Tras años de enorme esfuerzo humano y económico -cifrado en unos 215.000 millones de dólares actuales-, Estados Unidos había ganado la carrera lunar. Los descendientes de un primate que había surgido en África unos pocos millones de años antes habían abandonado su hogar por primera vez.
Menos de 24 horas después del alunizaje, a las 20.34 horas del 21 de julio, el 'Águila' despegó de la Luna al reencuentro del 'Columbia', el módulo de mando donde Michael Collins esperaba a sus compañeros para emprender la vuelta a casa. «Regresan de la Luna», titulaba a cinco columnas en su primera página 'El Correo' al día siguiente. «El acoplamiento del 'Águila' y el 'Columbia' se ha llevado a efecto a las 22.03 (hora española). Ambos ingenios volaban en formación», añadía.
La cápsula con los tres astronautas amerizó a las 17.50 horas del 24 de julio en el Pacífico, donde fueron rescatados por el portaviones 'USS Hornet' y puestos en cuarentena en previsión de que portaran algún microorganismo. El confinamiento duró hasta el 10 de agosto. Luego vinieron las celebraciones y otras seis misiones más -una de ellas, la del 'Apolo 13', fallida- hasta diciembre de 1972.
el vicepresidente Spiro Agnew
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