La historia de libertad del pintor Ocaña llega al Palacio Euskalduna

Salió, como salieron también el propio Izquierdo y Diego Pérez y Mikel Losada. Y, aparte de los aplausos, terminaron escuchando de boca de muchos un «sois andaluces, lo hacéis igual». Para los miembros del reparto de esta producción nacida en Pabellón 6 y que llega la próxima semana al escenario del Palacio Euskalduna fue «un subidón». Después vendría un premio del festival de teatro al que acudieron. Y subidón fue también que, durante su estreno en el Teatro Arriaga, el hermano mellizo de Ocaña acudiera a la función y les dijera que lo habían hecho tal y como él era en la vida real. «Yo le había comentado antes de empezar que había mucha ficción, que lo que iba a ver no era su hermano», recuerda Izquierdo. «Me dijo además que tenía narices que fuéramos unos vascos los que hablábamos de Ocaña, pero ¿por qué va a haber fronteras?»

Y es que la historia de Ocaña es, en palabras del autor del texto - «reorganizado» por la directora María Goiricelaya-, universal, no se ciñe a una tierra. Es la de un «personaje fascinante con una vida superteatral. Era un hombre de pueblo que no entendía que la sociedad pusiera cadenas a la libertad de cada uno. Era artista, comunista y reivindicaba la libertad sexual», describe el actor vizcaíno.

Por todo eso se trasladó a Barcelona y, además de pintar, realizó performances y participó en actos reivindicativos. Fue uno de aquellos pioneros en manifestarse por los derechos homosexuales. «La suya es una historia humana y didáctica, porque con Ocaña mucha gente joven puede entender cómo era la vida de restrictiva hace solo treinta años, en los ochenta», explica Izquierdo. «Me parece importante recuperar a estas personas que se jugaban la vida para que podamos ahora vivir libremente». Además, 'Ocaña' cuenta «la relación entre una madre y un hijo y una historia de amor, y eso se entiende perfectamente seas artista o no, homosexual o hetero, vasco o andaluz».

'Ocaña' es una función con mucha comedia, pese a que el protagonista sufrió momentos de verdadero drama. «Tragedia». Basta recordar su muerte. Volvió a su pueblo para organizar el carnaval, se vistió de sol con muchos papelitos y bengalas y ardió. Las quemaduras fueron tan graves que murió una semana más tarde.