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Cualquiera que haya ido a La Fundición, aunque solo sea una vez, sabe lo grande que es esta sala de apenas 70 butacas. Un lugar ... donde el público busca la sorpresa, lo que no se ve en otros escenarios, y las compañías independientes se sienten en casa. Cuando acaba la función, la gente se queda a tomar algo, a charlar y a disfrutar del coloquio con los artistas. A punto de cumplir 40 años, el centro cultural deustoarra ha cambiado de manos como en un paso de baile, sin perder el ritmo ni sus señas de identidad. Borja Ruiz, Germán Castañeda y Beatriz Churruca dan continuidad al proyecto que impulsaron Laura Etxebarria y Luque Tagua en un Bilbao industrial sin espacios para la creación contemporánea en artes escénicas.
Primeros pasos Empezaron en 1986 en la antigua sede de Fundiciones Ligeras del Norte, en Ramón y Cajal. Diez años después cambiaron de sede, también en Deusto.
Actividad Por término medio cada año programan 55 espectáculos y ofrecen residencias artísticas (5 en 2024) además de talleres, etc. Tienen un Max y dos premios Ercilla.
Los fundadores de la sala, que se conocieron en el Institut del Teatre de Barcelona, han formado equipo desde la apertura -en 1986- hasta la retirada. «Hace año y medio largo nos planteamos: este carro lo tendrá que llevar otra gente. Porque cerrar no era una opción», aseguran. Empezaron a sondear «sin prisa» a personas que podían estar interesadas y encajaban en el perfil de una sala alternativa privada que recibe fondos públicos. Los nuevos responsables no se conocían, no hubo candidatura conjunta, aunque los tres han tenido una estrecha relación con este espacio.
Borja Ruiz, director, dramaturgo, actor e investigador teatral, recibía clases de danza contemporánea de Luque Tagua con catorce años. «Para mí La Fundición ha sido un referente, aquí empecé a ver espectáculos que me marcaron mucho», recuerda. «Rodrigo García, Angélica Liddell, La Ribot... esto está en mi genética, siempre he tenido ese vínculo». En 2006 fundó su propia compañía, Kabia Teatro. «Cuando supe que Luque y Laura estaban buscando un relevo, me veía aquí».
Germán Castañeda, crítico y periodista especializado en artes escénicas, llevaba cinco años colaborando en tareas de comunicación a través de la agencia Hirudika. «Nos contó que su sueño siempre había sido llevar una sala alternativa. Y le dijimos: esta es tu oportunidad». Les pusieron en contacto y ambos tomaron la decisión en febrero de 2024. Meses después se incorporó Beatriz Churruca, cuya trayectoria está volcada en la danza.
La disciplina que suele ser la hermana pequeña aquí marca el paso, siempre ha sido un lugar de referencia para el público y los creadores. Beatriz Churruca estaba viviendo en Francia y pensó que este era el momento de volver. «Con nuestra compañía (Cielo RasO, fundada por Igor Calonge) hemos presentado espectáculos aquí, pero mucho antes para mí 'La Fundi' era el sitio al que venías a ver cosas que no había en otro lugar. Tengo recuerdos muy potentes, La Ribot con cartones, ropa y letreros...». Le atrae la idea de «construir danza en equipo», porque en esta profesión «hay una soledad tremenda. Precariedad también, pero sobre todo soledad».
Los tres mantendrán sus respectivas trayectorias fuera de la sala, y contarán con el apoyo de Marian Etxebarria en las tareas administrativas. Durante más de un año han trabajado con los fundadores y han elaborado la programación de forma conjunta. Los festivales Dantzaldia y Lekuz Leku, el estreno de 'Ainara de Gernika', el monólogo de una actriz uruguaya -bisnieta de vascos- sobre el bombardeo, la pieza de danza 'Aurora boreal' que utiliza el hielo para expresar la fugacidad de las cosas... «Tenemos la bonita responsabilidad de conservar y expandir ese idioma especial de 'La Fundi'», asumen. «Un idioma que en toda Euskadi solo se habla aquí».
Con el tiempo dejarán su impronta en ese lenguaje. Creen que «hay cierta división ficticia entre danza y teatro, porque cada vez se van juntando más». Un ejemplo es Carmen Werner, Premio Nacional de Danza que sigue en activo a sus 72 años. «Su propuesta es profundamente teatral», apunta Churruca. «Verla bailar es ver un cuerpo en resistencia». El día que actuó «se sentaron en primera fila cuatro niños que habían venido con su abuelo».
Además de mantener los talleres y residencias artísticas, se proponen reforzar los vínculos con Dantzerti, potenciar la actividad de la sala entre semana y aumentar la presencia del euskera. Hoy estrenan 'Organorik gabeko gorputz baten orroak' de Amaiur Macias en el ciclo Zer(k)nias. «El Bilbao que conocemos ahora no es el mismo en el que nosotros empezamos», concluye Laura Etxebarria. «Hemos descubierto talentos y nos hemos sentido facilitadores. Damos las gracias a las compañías, a las instituciones y a ese público curioso que se ha atrevido a mirar». En su última función como responsables de la sala, notaron que había «mucho público, gente que no veíamos hace tiempo». Al final todos salieron a la terraza a bailar para ellos una coreografía de Pina Bausch.
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