Las artistas que mueven los hilos
El Festival de Títeres de Bilbao crea un espacio dedicado a la mujer, cuyo trabajo a menudo ha quedado oculto detrás del bastidor
A Verónica González, que se formó como actriz en Buenos Aires, le costó encontrar su lenguaje artístico. Apasionada por los títeres desde pequeña, «detrás del ... retablo me hallaba muy escondida y sobre las tablas, haciendo teatro clásico, tampoco estaba cómoda». Fue en Italia donde encontró la manera de unir sus dos pasiones. El secreto estaba en los pies. «Laura Kibel me enseñó a transformarlos en personajes que puedan transmitir emociones y contar historias», una técnica que cultivan muy pocos artistas. Implica desgaste físico -«hago antigimnasia, en lugar de contraer busco relajar para estar flexible y trabajar con armonía»- y con su expresividad sin palabras le abre puertas en todo el mundo.
El lunes estará en Bilbao pero no para actuar, sino para compartir su experiencia con otras titiriteras en una mesa redonda (Sala BBK, 17.00 horas). La 40 edición del festival ha puesto el foco en la mujer, que cuenta con un espacio propio en la Sala BBK, su sede principal, y en el local de Otxarkoaga donde se reúnen los organizadores. El proyecto Harimorea quiere unir a mujeres de diferentes generaciones para reivindicar su trabajo «y tejer una red». Si como dice el director del certamen, Juanjo Corrales, «el mundo de los títeres está mal entendido, se ve más como un juego de niños que como un arte», ellas con frecuencia «han estado en la sombra». Pone como ejempo a Hermenegildo Lanz, que creó espectáculos de marionetas con Lorca. «Trabajaba con su mujer, pero a ella no se la recuerda».
Esta inquietud no es nueva. Concha de la Casa, que dirigió el festival bilbaíno durante 35 años, instituyó el premio Mariona Masgrau, con el que en 2016 reconoció a Nati Ortiz de Zarate como la primera titiritera de Bilbao. Harimorea recoge ese testigo con una visión contemporánea. Ahora hay muchas creadoras en los festivales, «pero pasa como con los muebles antiguos que tienen esmaltes nuevos, en cuanto rascas un poco... para impartir formación la mayoría de las veces recurren a hombres», dice la cordinadora, Olatz Hilario.
El poder de los objetos
Hoy será la prestigiosa artista israelí Yael Rasooly, por primera vez en Bilbao, quien dé una clase magistral para mujeres titiriteras en Txotena Zentroa. Les enseñará a utilizar objetos en escena con toda su carga de simbolismo, «porque es una manera poderosa de contar una historia». Ella misma lo demostrará el domingo en la representación de 'Paper Cut', un espectáculo con el que ha recorrido más de 30 países cosechando premios. A partir de la historia de una secretaria enamorada de su jefe, que sueña con ser una estrella de cine, revela los peligros de las fantasías románticas.
Para Yael Rasooly el arte es una forma de activismo, en especial «contra la violencia que sufren mujeres y niños y en favor de los derechos del colectivo LGTBI». Su lenguaje artístico se nutre del teatro, el cine, la escenografía y la pintura aunque todo empezó con la música, que para ella ha sido «tanto un regalo como una maldición». Desde los cuatro años toca el piano, luego empezó a cantar y a los diez estaba «en un coro muy exigente, que hacía giras internacionales». Demasiada presión. «Me llevó mucho tiempo liberarme, encontrar mi camino y mi propia mezcla de disciplinas», cuenta. Para ella fue una revelación el Festival de Títeres de Charleville-Mézières, considerado el más importante del mundo. A los 19 años, «cuando no sabía que elegir, descubrí que ahí estaba la respuesta. Podía unir todas las artes que amo y crear mis propios espectáculos».
Charleville también ha sido importante en la trayectoria de Itsaso Azkarate, que presidirá la mesa redonda junto a Verónica González y Yael Rasooly. «Cuando aquí se hacían cuatro cosas infantiles, fuimos de camping, con una de las primeras cámaras de vídeo, y vimos lo que hacían en Francia, en Alemania...», recuerda. Su compañía, Taun Taun, creada en 1987, abrió camino con 'Terror bajo los hilos' a los espectáculos de marionetas para adultos. En Bergara organizan un festival internacional cada dos años. «Siempre digo que es como el cómic, que no tiene por qué ser para niños. Esto es teatro y muchas veces se es más actriz manipulando títeres», defiende.
Le gusta «experimentar» con sus montajes y cree que al público «se le educa. Si les das calidad y variedad, te exigen». La barrera suele estar «en los programadores». El festival bilbaíno ofrece estos días una muestra del abanico de inquietudes de las titiriteras. Andrea Cruz apuesta por el thriller basado en un caso real, el asesinato de Ingeborg Schaefer, que apareció rodeada de sus marionetas con las cabezas destrozadas. Y Andrea Díaz Reboredo utiliza el teatro de objetos para reflexionar sobre los espacios y su significado.
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