«Cuidemos el lenguaje y él, estoy segura, cuidará de nosotras», aconseja Maldonado en su libro. pankra nieto

«Muchas feministas queremos debatir con matices sobre prostitución e identidades»

Teresa Maldonado, profesora de Filosofía y veterana militante, hace autocrítica en 'Hablemos claro' por el exceso de retórica que empobrece los discursos

Teresa Abajo

Bilbao

Domingo, 4 de diciembre 2022, 00:32

Teresa Maldonado Barahona (Bilbao, 1966) ha ganado el Premio Euskadi de Literatura en la modalidad de ensayo en castellano con su primer libro, aunque lleva años escribiendo artículos en publicaciones especializadas sobre el movimiento en el que milita desde la adolescencia, el feminismo. 'Hablemos claro' (Catarata) es un refrescante ejercicio de autocrítica. La autora, profesora de Filosofía en Secundaria, critica el abuso de clichés y la «inflación conceptual» que, en lugar de transmitir el pensamiento, tienden a ocultarlo.

Publicidad

– Usted inició su militancia feminista en el Bilbao de los ochenta. ¿Cómo recuerda aquella lucha?

– En aquel momento el feminismo vasco estaba muy activo, particularmente en Bizkaia. Estaba reciente el famoso juicio a las once mujeres de Basauri (detenidas en 1976 por practicar o someterse a abortos). Nos pusimos en contacto grupos de varios institutos. Había una cosa que yo echo de menos: un enorme e interesantísimo debate político dentro de las organizaciones feministas, del que aprendí mucho. Ahora el feminismo tiene mucho más éxito de crítica y público. Cuando yo me metí éramos las feas, las indeseables. Eso en general es bueno, pero genera reacciones de la ultraderecha. Y como el gas que se expande, abarca más espacio pero tiene menos densidad. Hay muchas lecturas que hacer ahí.

– Entonces buscaban la liberación de la mujer, no su empoderamiento.

– Son metáforas. La liberación remite a cadenas, esclavitud, sumisión. Empoderamiento es un anglicismo adaptado (empowerment). Hay un deslizamiento del terreno netamente político al más psicologizante. El auge de la psicoterapia es una cosa que me desagrada bastante.

– La batalla del lenguaje es importante. Ya no hablamos de violencia doméstica, y términos como brecha salarial describen realidades muy concretas. 

– Brecha salarial, techo de cristal, feminización de la pobreza... El feminismo se ha dedicado a crear conceptos que nos permiten ver partes de la realidad que estaban ocultas.

– ¿En qué momento la retórica se les ha ido de las manos?

– Yo creo que esta máquina de hacer conceptos, que es necesaria, se ha puesto a funcionar a toda pastilla en este mundo superacelerado y se ha producido una inflación conceptual que no nos da tiempo a metabolizar. Se nos ha ido un poco de las manos. Cuando empiezas a usar un nuevo concepto, ya se ha quedado obsoleto. Eso genera ansiedad e inseguridad.

Publicidad

– Habla de cisheteropatriarcado, transmisoginia... 

– No me parecen términos complejos ni extraños, lo que digo es que deberían usarse en contextos muy concretos. Ocurre también en otros ámbitos: la cooperación para el desarrollo, el periodismo, la política. No se pueden repetir frases y sintagmas para marcar a qué tribu perteneces. Hay una parte inevitable, pero yo critico el exceso. Repetir todo el tiempo, como si te fuera la vida en ello, determinada terminología acaba siendo un rezo, un mantra. Y una letanía es lo más alejado que hay del pensamiento.

– En su libro no utiliza @ ni dobles terminaciones. 

– Estoy a favor del uso no sexista del lenguaje. No me pasa nada por decir los bilbaínos y las bilbaínas, señores y señoras se ha dicho toda la vida, pero hay otras muchas estrategias. La gente de Bilbao... A veces nos paramos demasiado a mirar el cristal, si tiene una motita, y no vemos lo que hay detrás. Si nos entretenemos en nombrar de una forma supercorrecta, adecuadísima, nos olvidamos de lo principal, que era hacer una afirmación, como que la mujer gana de media un 25% menos que el hombre.

Publicidad

- Y con afirmaciones es como avanzamos.

– Hay cantidad de avances sociales y mejoras en nuestras vidas que se deben a la lucha feminista y son presentadas como si fueran producto del progreso natural. Poder votar, presentarte a las elecciones, tener una cuenta corriente, que venimos del franquismo, poder tener una vida sexual activa sin ser considerada no sé qué cosa. Todo eso es producto de mucho sudor y lágrimas de las feministas, desde las sufragistas o desde la Revolución Francesa para acá.

La paradoja queer

– Cuando se refiere a esa «inflación conceptual», menciona varias veces la teoría queer.

– Ahora hay un debate muy bronco. Para algunas lo queer es antifeminista, yo no suscribo esa posición de ninguna manera. La teoría queer sale del feminismo y abunda en él. Hay un debate que tiene mucho interés, pero creo que las compañeras queer, algunas, son de las que más querencia tienen por esa huida hacia adelante, esas terminologías nuevas que se quedan obsoletas al minuto. En principio la teoría queer, si conoces los planteamientos de Judith Butler y otras autoras, venía a disolver las identidades, pero paradójicamente ha terminado generando una proliferación identitaria sin precedentes.

Publicidad

– En la división que ha provocado en el feminismo todo lo relacionado con la 'ley trans' se utiliza un lenguaje muy beligerante.

– Es terrible, sí. Ya veníamos de un debate muy bronco con la prostitución y ahora la acritud se ha trasladado al tema de la identidad y lo trans. Yo creo que hay un grandísimo número de feministas que no estamos ni en un punto ni en el otro, hay muchos matices de por medio tanto en el tema de la prostitución como en el de las identidades cis, trans... hay que escuchar a unas y a otras e ir haciendo un caminito, pero vivimos en un mundo en el que el debate no existe. Lo que hay es un 'hooliganismo' alimentado por las redes sociales.

– El 25N hubo dos manifestaciones en Madrid, y en una pedían la dimisión de la ministra de Igualdad. ¿Le duele esa imagen?

– Muchísimo. De lo que hace el ministerio en Madrid, unas cosas me parecen mejor y otras no, pero poner ese lema en la manifestación me parece muy lamentable.

Publicidad

– ¿Qué falla en la ley del 'solo sí es sí'?

– No me considero capacitada para hablar de la ley porque me la tendría que leer. Prefiero no opinar.

– ¿Hasta dónde cree que llegará la fractura?

– No lo sabe nadie. Confío mucho en el feminismo porque lo conozco muy bien y por eso también me animé con esta autocrítica. Lo que pasa es que la inteligencia colectiva, por desgracia, ha sido sustituida por el pensamiento de grupo, que es lo contario: cerrar filas, lo que Orwell llamaba el lenguaje de la guerra... me llama la atención que en esas filas del furibundismo más exacerbado hay gente con formación en Filosofía.

– Dudó antes de hacer público este ejercicio de autocrítica. Aparte del premio ¿qué reacciones se ha encontrado?

– Hay gente a la que le ha gustado, dentro y fuera del feminismo, que yo escribiera esto y también algunas compañeras que no están de acuerdo. Se dan por aludidas, aunque yo no he puesto muchos ejemplos.

Noticia Patrocinada

Pegagogía «pseudoprogre»

– ¿ Cómo fue su experiencia en el área de Igualdad del Ayuntamiento de Madrid, en el mandato de Manuela Carmela?

– Agridulce, un poco frustrante. La concejalía de Igualdad se creó a mitad del mandato, la concejala era Celia Mayer y había dos direcciones generales, yo asumí la de promoción de la igualdad y no discriminación. Pero el margen de actuación en una ciudad mastodonte como Madrid era mínimo, no pudimos hacer nada.

– Profesora de Filosofía en Secundaria, tiene un observatorio privilegiado para saber cómo piensan los adolescentes.

– El suyo es un mundo muy distinto. Viven en lo que las feministas hemos llamado el espejismo de la igualdad, siguen teniendo una serie de problemas. Creo que existe una actitud muy generalizada a favor de la igualdad. Veo a chicos y chicas muy majos, pero me preocupa más lo que tiene que ver con la educación.

Publicidad

– ¿Qué le preocupa?

- Cómo se está despojando de contenidos, poniendo todo el énfasis en las cuestiones procedimentales, las competencias. La pedagogía 'pseudoprogre' ha hecho mucho daño y tienen un problema que tiene que ver con la capacidad de fijar la atención. Pensar es una tarea lenta y la Historia de la Filosofía cada vez les resulta más marciana, no tienen entrenamiento para concentrarse en algo más de 7 minutos. No leen libros, leen en el móvil mientras se les cruzan wasaps o recordatorios. El libro 'Superficiales' de Nicholas Carr es demoledor. Y me parece que los poderes públicos no solo no están haciendo nada para evitarlo, sino que lo están favoreciendo. La capacidad lectora, de reflexión, de argumentación les está costando muchísimo y eso afecta al pensamiento feminista y al pensamiento en general, que es lo que a mí me importa como profesora de Filosofía.

– Tanto los premios Euskadi de Literatura como los de Zinebi han sido este año en su totalidad para mujeres.

– La de veces que se han llevado premios solo varones... Esto debería ser irrelevante. No lo es porque todavía venimos de esas fotos en blanco y negro de la Transición con señores con corbata en todos los sitios.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad