Esposa de Agustín Ibarrola y artista de la vida

Ha muerto Mari Luz Ibarrola. Bueno, Mari Luz Bellido, mujer y amor de Agustín y madre de sus hijos José e Irrintzi. Mujer de toda una pieza. La que conducía y la que cogía el teléfono del caserio. La que hacía la compra en Gernika y cocinaba un arroz con leche que nunca nadie hizo igual. Cuidaba de los perros ( que grande el Indefix ) y se peleaba con los gatos que merodeaban por la cocina en los pucheros ( buena avería se hizo en el brazo). La que buscaba la información que pedían sobre Agustín, pese a que después no se lo agradeciesen como correspondía. La que mejor trataba a los amigos. La que dejó un buen trabajo de creadora en una prestigiosa imprenta bilbaína por ayudar y acompañar a Ibarrola. A la que no le gustaban las ostras francesas a las que Agustín la quería invitar en el café de Montparnasse, y a la que Agustín sedujo invitándola en Bilbao a un plato de morcilla en pleno Viernes Santo de aquellas oscuras semanas santas de los 50.

La que se plantaba a la salida de las cárceles franquistas de Agustín, y años después ante las amenazas de los salvadores abertzales de la patria. Y ante los prebostes, cuando necesitaba un piso con calefacción en Begoña para atender a un hombre que quería ser libre y salía torturado de Basauri y de Burgos. Y, también, para mostrar en Londres los trabajos de Ibarrola sacados a escondidas de la cárcel para conseguir fondos para la lucha de las libertades.

Y la acompañante necesaria en los trabajos del Bosque, del movimiento de traviesas, de las piedras pintadas, de los cubos de Llanes, de las compras de material... En Bilbao, en París, en Suecia, en Córdoba, en Formentera, en Gamecho, en Oma... Fue una gran artista de la vida, una gran mujer.