Borrar
La bilbaína que escribió cientos de libros y radionovelas y cuyo nombre quedó en el olvido

La bilbaína que escribió cientos de libros y radionovelas y cuyo nombre quedó en el olvido

Tras enviudar, Laura García Corella firmó radionovelas, publicó cientos de libros y triunfó con colecciones juveniles como 'Los Jaguares', pero su recuerdo se ha desvanecido con el tiempo

Viernes, 3 de febrero 2023

Cuando uno descubre el nombre de Laura García Corella y empieza a buscar información sobre ella, se siente transportado de pronto a una de esas tramas plagadas de enigmas que a ella tanto le gustaban. ¿Quién era esta mujer que publicó cientos de libros? En su producción, uno se puede encontrar desde series juveniles de éxito como 'Los Jaguares' hasta tratados de no ficción como 'Los padres ante la nueva generación', pasando por un compendio de cocina vasca o los gruesos tomos de la 'Historia de Vizcaya a través de la prensa'. En las bases de datos del Ministerio de Cultura aparecen 112 libros a su nombre, más incontables volúmenes en los que ejerció de adaptadora o traductora, pero basta consultar fondos de segunda mano y coleccionismo para darse cuenta de que esa cifra queda por debajo de la realidad y, además, habría que sumarle lo que publicó bajo sonoros seudónimos anglosajones como Loretta Grey o Sean Saint Cyr. Ella habría podido titular su caso 'El misterio de la escritora olvidada'

Quien firma estas líneas se llevó dos sobresaltos al indagar en la huidiza figura de García Corella. El primero fue descubrir que, a finales de los 70, tuvo una sección en este mismo periódico, donde la presentaban como «polígrafa e investigadora». El segundo, más personal, se produjo durante una visita a la casa familiar: allí, entre tesoros de la infancia como los libros de 'Los Cinco' y 'Los Tres Investigadores', no faltaba uno de García Corella, 'Los tres talismanes'. En internet, la información sobre ella es prácticamente inexistente, pero sí existe un núcleo activo de fans que quedaron marcados por sus libros y quieren saber más. Entre ellos, ha adquirido dimensión legendaria un post en un blog peruano porque incluye... ¡una foto de la escritora! Y, en Facebook, una página consagrada a 'Los Jaguares' reúne a los apasionados de aquella colección, que debaten sobre la entrega 17 (al parecer, nadie la tiene) y comparten preciadas migajas de información.

«Nuestra madre era muy humilde. Nunca se dio importancia, ni siquiera decía que era escritora. Nunca pidió que fuese su nombre en portada: ella iba a sacar adelante a sus hijos y lo demás le daba igual», sonríen Ana y Concha Barón, hijas de la autora, que falleció en 2003 con 88 años. A dos voces, van reconstruyendo la historia de una mujer que parece un mercado editorial en sí misma: «Hubo algún momento en el que producía más que Corín Tellado», comenta Ana. «¡Pero no ganaba lo mismo!», puntualiza Concha.

En su contexto

  • 112 títulos firmados por ella aparecen en la base de datos del Ministerio de Cultura, y más aún en los que intervino como adaptadora o traductora, pero el listado es incompleto. Publicó en editoriales como Fher, Laida, Bruguera, Boga, Vasco Americana, Cid, Maves, Susaeta...

  • Público femenino Buena parte de su producción iba dirigida a las lectoras: es el caso de los títulos de la colección 'Ellas' ('Ellas... y el chantajista anónimo', 'Ellas... y la misteriosa extranjera'...) o los incluidos en la 'Biblioteca de chicas'. «Era feminista a su manera, adelantada a su tiempo y un poco aventurera. Se marchaba sola en avión a Barcelona para ir a la editorial Bruguera y entraba sola a los bares para tomarse un café y fumar», recuerdan sus hijas. De hecho, tiene también un libro sobre 'La mujer en el trabajo'.

Aunque toda su vida adulta transcurrió en Bilbao, Laura García Corella era natural de Zaragoza. Durante unos cuantos años de su infancia, la familia se mudó a Buenos Aires, y la futura escritora quedó impresionada para siempre por aquella París austral desbordante de luces y cultura. Ya de vuelta en España, estudió Magisterio y tuvo su primera plaza en Otañes, la pedanía de Castro Urdiales, donde conoció al que habría de convertirse en su marido, José Luis Barón. El matrimonio se afincó en Bilbao, en Alameda San Mamés, y Laura dejó de enseñar: a la poca costumbre de que las mujeres casadas trabajaran fuera de casa se sumó el hecho de que el franquismo retirase la plaza a quienes habían hecho las últimas oposiciones en territorio republicano.

Laura se centró en criar a sus tres hijos: Carlos, Ana y Concha. Y seguramente jamás habría escrito nada si no hubiese sido porque, en 1960, su marido murió. «Se vio con tres hijos de 17, 11 y 6 años y la pensión de viudedad. Entonces se decía que, al morir el marido, se llevaba las llaves de la despensa», recuerdan las hijas. Aquella era la época en la que el país se paralizaba a media tarde para escuchar los seriales radiofónicos, y Laura, ya en la cuarentena, adoptó una decisión inesperada: «'¡Eso también lo hago yo!', dijo. Tuvo esa iluminación». Ahí nació la García Corella escritora, que se levantaba, se tomaba unos cuantos cafés, se leía cinco periódicos y se sentaba ante su Olivetti, en el pequeño despacho que se había montado en un balcón cerrado de su casa. Siempre escribía original y tres copias al papel carbón, siempre lo hacía encadenando cigarrillos Winston y siempre tecleaba de corrido: «No levantaba cabeza hasta que se acostaba. Y se lo pasaba bomba, ¡a nosotros no nos hacía ni puñetero caso!», se ríen Ana y Concha, que se inventaban listas de nombres para que su madre fuese bautizando nuevos personajes.

Las hijas de Laura García Corella. Jordi Alemany

Primero fueron las radionovelas, como 'El misterio de las tres esposas', sobre un amnésico rico al que le salían tres supuestas cónyuges. «La portera de nuestra casa, una gallega que se llamaba Petra, siempre nos preguntaba qué iba a pasar después, pero nuestra madre no tenía ni idea». El hijo, Carlos, era el encargado de llevar cada tarde al tren el episodio del día siguiente. Laura también mandó una obra a TVE y la programaron en un espacio dedicado al teatro juvenil: fue la primera de varias, como 'Fernando III el Santo', con Paco Valladares. Y, a raíz de hacerse socia de la SGAE («era la manera de que le pagasen más»), empezaron a salirle trabajos como escritora en la sombra, adaptadora de clásicos y traductora: «Ella no sabía italiano ni portugués, pero se compraba diccionarios. Yo la ayudaba con el inglés», aclara Concha.

Cronometrando una muerte

Entre los autores a los que tradujo figuraba Enid Blyton, el referente ineludible de los autores de novela infantil y juvenil en aquella época. Laura García Corella floreció en ese género: «Tenía mucha imaginación. Todavía hoy oigo a veces cosas y pienso 'eso ya lo escribió mi madre'. Y también era muy divertida, siempre», evoca Ana. A las hijas no les sorprendió la facilidad con la que su madre hilaba argumentos adictivos: «De pequeñas, nos contaba cuentos maravillosos que se iba inventando», dice Ana. «Y, a los 13 o 14 años, me ponía con ella en la cocina y me contaba novelas como 'El conde de Montecristo'», añade Concha, que no ha olvidado el día que se la encontró bajando las escaleras, con un despertador en la mano, para ajustar los tiempos de un homicidio con aguja hipodérmica en 'El caso del padrino asesinado'.

Portadas de sus libros, alguno firmado con el seudónimo de Loretta Grey.

Sus tres colecciones más conocidas fueron 'Los Jaguares' (una pandilla que, en vez del clásico perro, tenía una ardilla amaestrada... llamada Petra), la 'Panda del 4 y Medio' y 'Ellas', más 'femenina'. Los Jaguares eran menores de edad pero lograban volar a Perú, la India o las Bahamas. «Salvando las distancias, nuestra madre era como Julio Verne: ella no viajó, pero compraba todos los libros del mundo para ambientarse. Y, si la acción transcurría en Nueva York, se plantaba en el consulado de EE UU para que le diesen información». Tal como defienden sus fans, sus textos se alejaban del tono mate y deslucido de tantas series traducidas del inglés: en la cara de una chica «chisporroteaban mil pecas» y el cuerpo de un adolescente era «más largo que una cuaresma», por citar dos destellos del arranque de 'El misterio de los intocables'.

A la vida y a la carrera de Laura García Corella todavía le quedaban un par de giros curiosos. Primero llegaron aquellos tomos «bien pagados» de historia de Bizkaia, que la obligaban a bucear sin descanso en apretadas páginas de periódico del siglo XIX, y también aquella sección fija en EL CORREO, en la que analizó con detalle las elecciones de 1936. Y, de pronto, llegó el silencio, hasta el punto de que sus desorientados seguidores se preguntan si tal vez falleció por esas fechas: el Gobierno devolvió las plazas a aquellos maestros de la República y una Laura ya sexagenaria volvió a impartir clase en las Escuelas de Concha. «Dejó de escribir, no pudo compaginarlo». Ah, a los 60 se sacó el carné de conducir y se compró un Ford Fiesta.

¿Por qué no es más conocida? Ahí se juntan el desdén por la literatura popular (y, entonces, también por la juvenil, que muchas veces ni llevaba al escritor en portada), la desaparición de muchas editoriales en las que publicó y la propia actitud de la autora, más preocupada por su presente que por la posteridad. ¿Y por qué no escribió novela para adultos? «No se encontraba cómoda», responde Ana. «Pero sí le quedó la espinita de que no la reconocieran como escritora 'seria' –añade Concha–. Decía que un día iba a presentar una al Planeta, pero no tenía tiempo». Y Ana remata: «Al fin y al cabo, lo importante es que, cuando murió, todos en el barrio la despidieron como una bellísima persona».

«Nos enganchó sin remedio al vicio de leer»

Cuando era un crío, a Juan Francisco Torres su abuela le compró en Círculo de Lectores el primer volumen de 'Los Jaguares'. Le fascinó hasta tal punto que hoy administra la página de Facebook dedicada a la colección y su ayuda ha resultado esencial para confeccionar este reportaje: «Eran excelentes novelas juveniles de aventuras –elogia desde Jaén–. Laura García Corella sabía qué resorte accionar para atraer la atención del joven lector y atraparlo en las páginas de la novela. Centenares de niños quedamos enganchados irremediablemente al vicio de leer».

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo La bilbaína que escribió cientos de libros y radionovelas y cuyo nombre quedó en el olvido