El seguidismo vasco
Política cultural ·
El Gobierno Sánchez ha mejorado por decreto los incentivos fiscales al mecenazgo, dejando en inferioridad al País VascoPronto veremos otra vez el habitual seguidismo de la fiscalidad vasca, al compás de una reforma que siempre viene de fuera. Existe el Concierto, con ... su capacidad normativa en materia fiscal, pero lo que se lleva es la dilución propia en la estrategia ajena. Viene esto a cuento de la modificación de los incentivos fiscales al mecenazgo que el gobierno Sánchez acaba de aprobar mediante decreto, algo que en este caso tiene su lógica, porque la reforma se aprobó por consenso en el Congreso la pasada legislatura, si bien la convocatoria de elecciones generales truncó su paso por el Senado. De ahí que ahora el gobierno opte por el 'decretazo' para evitar una mayor dilación.
En resumidas cuentas, la reforma mejora sustancialmente los incentivos fiscales al mecenazgo tanto para personas físicas -hasta el 80% de deducción en la base imponible para los primeros 250 euros, el 40% para el resto y el 45% si se mantienen dos años las aportaciones-, como igualmente para sociedades -del 40% o del 50% si también se mantienen dos años las aportaciones-.
Por supuesto, esta mejora para territorio común no solo deja en manifiesta inferioridad el tratamiento y el estímulo fiscal al mecenazgo en el País Vasco, sino que además produce una desventaja competitiva para el propio desarrollo en nuestro territorio de muchas iniciativas filantrópicas y culturales.
Piénsese, incluso, que en el País Vasco se han mejorado sustancialmente los estímulos fiscales para la atracción de rodajes de películas y series, pero ni siquiera existe el tratamiento tributario para la figura del 'crowdfunding', un instrumento fundamental en el ámbito del mecenazgo. Seguramente una vez aprobado el 'decretazo' del gobierno Sánchez sobre esta materia, las diputaciones reaccionarán con su habitual seguidismo fiscal. Se dirá entonces que más vale tarde que nunca, vana excusa, porque es penoso el tiempo perdido y, mucho más, la imagen de debilidad que se da con el desuso de una capacidad fiscal tan valiosa.
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Arte
El divino Narciso
Pues sí, puede ser que la crítica hostil sobre una obra de arte revele el alma de un creador frustrado, lo mismo que la reacción airada del creador frente a una crítica puede evidenciar la soberbia de una personalidad narcisista. Esto último es lo que ha pasado con Jeff Koons, el sumo hacedor del mejor marketing en el arte, cuyo cuestionamiento es inverso a la cotización de sus obras. Resulta que su escultura 'Ramo de Tulipanes', la pieza regalada a París en 2019 como homenaje a las víctimas yihadistas de 2015, iba a ser objeto de una crítica no del todo mala, aunque tampoco suficientemente halagadora para la genialidad del Narciso. La crítica en cuestión, escrita por la prestigiosa historiadora Romy Golan, iba a ser publicada en la revista especializada 'The Brooklyn Rial'. Golan tan solo vinculaba la inspiración conceptual de la escultura con un mural realizado por Fernand Léger y Charlotte Perriand en 1937, pero a Koons no le gustó la crítica y encima logró que se cancelara su publicación. Pues eso, que nada es suficiente para el ego del divino Narciso.
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Guggenheim Urdaibai
Debate de altura
El debate político sobre el Guggenheim Urdaibai está rayando a gran altura. Primero se ataca un proyecto obsesivamente sostenible, reiteradamente vinculado a la naturaleza o insistentemente cuidadoso con la preocupación por el cambio climático, diciendo tópicamente que va a destruir Urdaibai, que degradará la protección de la zona y que será una injusticia ambiental cometida por intereses lucrativos y políticos. Una gran aportación intelectual, una narrativa de hondo pensamiento, solo superada por esa genial propuesta que Bildu ha ofrecido al PNV: cambiar cañones por mantequilla, es decir, el apoyo a una moción de censura contra el resistente alcalde Gorroño, por un referéndum vinculante sobre el Guggenheim Urdaibai. Bueno, ya se ve que en la túrmix del populismo caben muchos ingredientes fuera de receta, aunque nunca se condimenten con el rigor y la razón.
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