Revolución sexista
Bueno, ya se sabe que las letras pasionales y calientes del latinismo hispano tenían desde mediados del siglo pasado un sesgo machista asociado a lo ... exótico y sicalíptico, ahora mezclando los ritmos triunfantes del hiphop, el trap y el dembow para lograr esa excelsa y exitosa secreción del reguetón, el estilo recitativo y sincopado que se ha impuesto en las listas de la música más escuchada. En efecto, ese viejo sexismo que acompañaba sin complejos a las cadencias y compases salseros ha pasado a una contemporaneidad ahora más bien crítica con las letras y las actitudes patriarcales. Casi lo mismo que en el caso de la copla española, hasta hace no mucho un compendio de letras que probablemente ocultaban una ideología machista con el disfraz de un romanticismo universal, retórico y aparentemente inocente. Pero las cosas han cambiado, quizás extendiendo el poder del sexismo a las mujeres y también menoscabando el dominio absoluto de los hombres en la narrativa musical. Pasó también en la copla española, cuando al final del franquismo surgieron folclóricas empoderadas que se libraron en sus letras de la sumisión, cuestionando también el estereotipo en los usos amorosos de la sociedad patriarcal. Una revolución que en el reguetón se ha producido tanto mediante letras que desafían los roles de género como a través del perreo, la cadencia sensual del cuerpo y la cadera que reivindica la libertad sexual de la mujer. Un cambio sustancial, en fin, que aminora el machismo, pero no tanto el sexismo, ahora una práctica más equitativa y accesible para todo tipo de género.
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