Pedir perdón
El ministro de Cultura nos ha inducido a excusarnos ante México por el proceso colonial
Pidamos perdón por todo. Por las atrocidades de otros, por la colonización, por la esclavitud, por el machismo acendrado que sigue sustanciando genéticamente, por haber ... fumado puros o porros, por haber visto 'El último tango' al poco de su estreno, por lo que quieran... Dicen que la moda de pedir perdón es saludable, reconocedora y reparadora del daño causado o incluso estimulante para fomentar la conciencia histórica.
En eso está precisamente el ministro Urtasun, que esta semana también nos ha inducido a pedir perdón a México por el proceso colonial, una exigencia institucional que ya reclamó López Obrador y con la que insiste la presidenta Sheinbaum. Urtasun ha dicho que no debemos tener miedo a las palabras que nos unen y nos aproximan: diálogo, perdón, encuentro o fraternidad. Pues sí, coincido, ningún temor a pedir perdón y diálogo por y para lo que sea necesario. Pero asuntos diferentes son la historia, el presentismo y la extensión de la responsabilidad, como mácula indeleble, de generación en generación. Vean que, quizás como sugiere el historiador mexicano Zunzunegui, lo de 1521 no fuera una simple invasión, sino una compleja guerra civil mesoamericana, en la que los españoles fueron aliados de los pueblos indígenas contra los mexicas.
En efecto, las tesis sobre la cuestión son variadas y contradictorias, incluyendo el debate sobre unas actuales características mexicanas que tienen sus raíces en el periodo virreinal. La historia es solo una, pero sus lecturas e interpretaciones son diversas, incluso cuando esa historia se manipula para perpetuar conflictos políticos, encima utilizando como estrategia la solicitud del perdón.
Un perdón que se exige a 'tothom', como si nosotros tuviéramos por partida doble la responsabilidad directa por la culpa del viejo pecado y encima el deber indelegable de asumir una reescritura de la historia que nos es ajena y nos viene impuesta por ideología o por conveniencia política. Pero bueno, pidamos perdón. No importa. Incluso a nosotros mismos, por transigir con tanta desmesura, con semejante exceso.
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Aniversario
Oscar Wilde perdura
El arte por el arte, defendía Oscar Wilde, como antídoto frente a la represiva sociedad victoriana. Rebelde y dandi, hedonista en el culto por la belleza, en la bohemia vestida con los valores de la modernidad. Wilde murió trágicamente a los 46 años en París, el 30 de noviembre de 1900, con lo cual se acaba de celebrar el 125 aniversario de su desaparición, una ocasión propicia para revisar su obra, su impacto en la literatura o su condición de poeta, dramaturgo y novelista, aunque también su indudable estela como icono de la criminalización homosexual o como adelantado de la liberación gay.Pero sobre todo hay que leer a Wilde: en su novela gótica fundamental –'El retrato de Dorian Gray'–, en su elegante sátira teatral –'La importancia de llamarse Ernesto'– o en 'De profundis', esa carta de amor dirigida durante sus dos años de prisión a Lord Alfred Douglas, un texto conmovedor y de ternura desgarradora, a veces repleto de ira, reflejo también de su proceso para superar el dolor. Wilde perdura. En su obra, en su crítica social, en su ingenio, en su tragedia, en su libertad…
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Música
Auge latino
Bad Bunny es el artista más escuchado del mundo en Spotify, aunque Trump le metiera en su lista negra cuando se anunció que actuaría en la Super Bowl. Por supuesto, su éxito es deudor y discurre en paralelo con el auge global de la música latina, algo que tiene mucho que ver con el aumento de la población hispana en EE UU, con el hecho de que en la última década la audiencia de música en español haya aumentado el 1.000% en ese país, con el atractivo universal de unos ritmos bailables que no exigen la comprensión de las letras y con la extraordinaria difusión que propician instantáneamente plataformas musicales y redes sociales. Naturalmente, este apogeo ha revolucionado la industria musical y también ha favorecido la popularidad y el éxito global de otros artistas latinos y españoles.
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