El incierto futuro del cine
Nuevo informe ·
El modelo de negocio está cambiando por la caída de espectadores en las salas, el incremento del uso del streaming en casa y la decadencia de HollywoodNo se diga que el cine está en una crisis letal, pero acéptese que su negocio está en tránsito hacia un futuro incierto. Según se ... ha puesto de manifiesto en un informe presentado la pasada semana en el Festival de Cannes, la taquilla global ha caído en 2024 el 8,8%, una cifra sin precedentes desde el final de la pandemia. Véase que en ese año 2024 se vendieron un total de 4.800 millones de entradas en todo el mundo, generando unos ingresos estimados de 28.000 millones de euros.
Según estos datos, el año pasado se vendieron 500 millones de entradas menos que en el año precedente, lo que también refleja que en 2024 la asistencia global al cine solo alcanzó el 68% de la registrada en 2019, el último año antes de la pandemia. Desde el final del Covid hasta este año pasado, la asistencia al cine no había parado de crecer. Pero como el mercado mundial del cine es asimétrico y diverso, la crisis va por barrios. Por ejemplo, la caída en la venta de entradas en Europa solo ha sido del 1,7%, en China -que es el mercado más grande del mundo- del 22% y por contra las grandes plataformas digitales han mejorado sustancialmente sus cifras de abonados. Todos estos datos indican claramente dos cosas fundamentales. La primera, sí, que el modelo de negocio en el cine está cambiando, sobre todo por la caída de espectadores en las salas y el incremento del cine en casa, a través del streaming. La segunda, que el cine de Hollywood ha iniciado una decadencia de difícil pronóstico.
De momento, en 2024 el 63% de los espectadores europeos vieron una película de Hollywood y de las 20 cintas más taquilleras en el Viejo Continente 18 fueron norteamericanas. Pero la preeminencia de Hollywood en el negocio es cada vez más declinante y el cine europeo ya alcanza el 33% del mercado. Por eso mismo cualquiera puede imaginar, en fin, el empeño de Trump por extender su guerra arancelaria al cine, imaginando impuestos contra las producciones realizadas fuera de los Estados Unidos o también penalizando a los países que imponen cuotas o limitaciones a las plataformas de streaming.
Música
Oasis y el marketing
Que sí, que no, que Oasis vuelve, que lo hace solo para una última gira mundial y que después de los conciertos programados en julio y agosto los hermanos Gallagher ya no volverán a mirarse a la cara… Pues sí, se dice de todo, pero lo único que está claro es que los magos del britpop podrían recaudar 500 millones de dólares en su gira veraniega. Porque la tensión y la incertidumbre sobre su futuro alimenta el negocio en el corto plazo. La marca Oasis tiene ahora unos activos valiosos, intangibles y tan rentables como la nostalgia por una música que se vincula a un tiempo, el morbo por la rivalidad fraternal que incrementa el interés de la audiencia, la histeria por no perderse algo que puede ser irrepetible… Verdaderamente, la nebulosa sobre el presente y el futuro de Oasis parece el resultado de una aplicadísima estrategia de marketing, cuyos combustibles fundamentales no son la música, las letras de unas canciones o la interpretación de todo ello en un escenario, sino la añoranza y la incertidumbre como componentes para mantener viva la llama.
Cultura pública
Chufla de chufletero
Decididamente el malabarismo discursivo de Pedro Sánchez es cada vez más portentoso. Esta semana su habilidad para predicar en público lo que no práctica ha vuelto a dejar patitieso al respetable. Resulta que en la presentación del informe de Cotec sobre la importancia del valor económico de los sectores culturales y creativos en España, el presidente Sánchez «se cayó del caballo» y manifestó como nuevo converso que la cultura es una de las mejores inversiones, porque devuelve con creces lo aportado. Incluso, el neófito liberal llegó a decir que por cada euro invertido en la cultura el retorno para la economía es de 1,75 euros. Muy bien, pero que diga esto quién avaló la supresión de la dirección de industrias culturales en el ministerio de Urtasun o el mismo que dirige un gobierno que solo destina el 0,3% del gasto a la cultura suena un poco, sí, a chufla de chufletero.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.