
Curiosa hipocresía
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Cada vez más películas se sirven de la Inteligencia Artificial (IA) en su proceso creativoDice Paul Schrader, director de cine y guionista de películas tan aclamadas como 'Toro salvaje' y 'Taxi Driver', que no merece la pena estar meses buscando una idea cuando la Inteligencia Artificial (IA) te la puede dar en unos pocos segundos. Pues sí, pero esta ... visión utilitarista de la creación cinematográfica se opone a ese otro temor generalizado sobre una tecnología que puede vulnerar los derechos de propiedad intelectual y hasta poner en solfa la necesidad de mantener muchos puestos de trabajo. Schrader es sincero y muy preciso a este respecto, reconociendo que ha usado y consultado ChatGPT y que en cinco segundos había logrado mejoras sustanciales para el guion de su última película, 'Oh Canadá'.
Todo muy lógico, incluso cuando afirma que «hay una ligera diferencia entre inspirarse y copiar». Sí, claro, pero resulta que para dar la respuesta óptima a Schrader la IA generativa se ha tenido que alimentar y entrenar con miles de guiones y textos narrativos y cinematográficos por los que seguramente no ha pagado a sus autores el copyright correspondiente.
En otras palabras, no se trata de negar la importancia y las posibilidades de la IA en la creación y en la producción cinematográfica, sino más bien de asegurar el pago de una propiedad intelectual previa de la que se aprovechan los algoritmos. Porque lo del efecto de la IA sobre el empleo es algo más superable, como pasó con la introducción de la digitalización, ya que la desaparición inmediata de puestos de trabajo se acaba compensando en el corto plazo con la mejora de productividad.
Algo más difícil de salvar es, sin embargo, la hipocresía que todavía pesa en el cine sobre la IA. Véase, por ejemplo, el fariseismo de esta semana cuando se ha descubierto que las dos películas favoritas de los Oscar, 'Emilia Pérez' y 'El brutalista', han clonado las voces con un programa de IA para mejorar los acentos y la pronunciación extranjera de sus intérpretes. Está claro: la hipocresía es al fin y al cabo una comedia humana, una farsa que en el caso de la Inteligencia Artificial podría impedir el progreso.
Redes sociales
Ya sabíamos que las redes sociales son el canal favorito para la autoafirmación o la validación personal, incluso el mejor sitial para el autorretrato de la ideología política que queremos lucir. Pero ese juego de escucha, de aserto o de imagen en las redes no basta ya para asentar y exhibir el yo político comunitarista, puesto que ahora la simple presencia en el escaparate de una u otra red también delimita con riesgo nuestra jactancia ideológica.
Véase que la presencia activa en X se ha convertido en una posible sintonía política con Elon Musk, a su vez apéndice de Trump y troll oprobioso de la extrema derecha. Compruébese, también, que tras ver a Mark Zuckerberg en la ceremonia trumpista del Capitolio, Facebook o Instagram están en cuarentena bajo sospecha de desafección progresista.
Más difícil es la categorización de TikTok, un día reo de algoritmo prochino y otro redimido por el trumpismo. Esta semana Bob Dylan abrió cuenta en TikTok y Yolanda Díaz la cerró en X. Ya ven: Un día nos acostamos tuiteros y al otro nos levantamos fachas. Cosas de la posmodernidad...
fomento de la lectura
Afirma el ministro Urtasun que la reducción de la jornada laboral propuesta por su partido posibilita ganar tiempo para la cultura y, en concreto, para la lectura. Pues sí, claro, pero esta obviedad ministerial también nos lleva a la conclusión de que si trabajamos menos tendremos más tiempo para muchas otras cosas, entre ellas chatear o navegar por las redes sociales, salir de fiesta, ir al cine, a bares o discotecas o estar tumbados a la bartola. Al margen de que un recorte de la jornada laboral sin una mejora previa de la productividad pudiera producir un choque de oferta negativo, Urtasun debería saber al menos que el fomento de la lectura y la propensión social al hábito lector son siempre anteriores a las decisiones sobre el consumo de ocio en el tiempo libre.
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