César Coca, durante su intervención ante una de las directoras del máster, las representantes del Gobierno vasco y la UPV, Enrique de Ybarra y el director de EL CORRE0. Luis Ángel Gómez

«La duda, una mirada escéptica, es una herramienta esencial para el periodista»

César Coca dio ayer la lección inaugural de la XXXVI edición del Máster de Periodismo Multimedia EL CORREO/UPV

Sábado, 4 de noviembre 2023, 00:28

La lección que ayer impartió César Coca en la apertura de la XXXVI edición del Máster de Periodismo Multimedia EL CORREO/UPV debería estar al alcance de todos los profesionales, para motivar a los que empiezan y recordar a los veteranos por qué eligieron este oficio. Una profesión que nunca ha sido fácil y que, como afirmó Enrique de Ybarra, presidente de la Fundación Vocento, resulta hoy especialmente necesaria. «La realidad es siempre muy compleja», más aún por «la inestabilidad que marcará las próximas décadas», y para explicar lo que ocurre se requiere una base sólida. «Necesitamos periodistas bien formados cultural, humana y técnicamente», enfatizó. Que verifiquen cada dato «sin dejarse atrapar por las intoxicaciones» y sepan «distanciarse del ruido» para defender la verdad.

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Todo esto «se aprende» y César Coca es un maestro de varias generaciones de periodistas. Profesor en la UPV desde 1980, director del Máster de EL CORREO durante siete años, con más de cuatro décadas de trayectoria profesional y autor de una decena de libros, ayer reivindicó «algunos valores tradicionales que deberíamos reforzar porque tienen que ver con la esencia del oficio». Explicó la importancia de cuidar nuestra credibilidad, proteger a las fuentes «pero no entregarnos a ellas», cultivar un estilo preciso «sin concesiones a la cursilería ni a la pedantería», trabajar en equipo y «valorar mucho más nuestra independencia». Cinco lecciones en una.

El acto congregó en la Sociedad Bilbaína a alumnos del máster y profesionales del periódico. L. A. G.

En apenas media hora volcó lo aprendido desde que, en 1974, decidió matricularse en Ciencias de la Información. Le animaba, según confesó, la «loca idea» de hacer de esta profesión «un lugar de tránsito hasta conseguir vivir de la literatura de ficción». En 45 años de ejercicio no ha escrito ninguna novela, aunque nada puede descartarse porque periodismo y literatura están muy cerca y se influyen mutuamente. Como recordó, «toda una generación de novelistas estadounidenses» de las primeras décadas del siglo XX se formó, entre otras influencias, leyendo crónicas «y muchos trabajaron como periodistas», un modelo que también llegó a Europa.

En un periódico siempre hay buenas historias que contar «combinando lo importante con lo interesante» y sin descuidar el «pulso narrativo». Empezando por el principio, que es esencial para que te sigan leyendo. Coca recordó a la periodista de Associated Press que el 14 de abril de 1865 salió a toda prisa del teatro Ford de Washington para transmitir a través del telégrafo estas 17 palabras: «El presidente (Abraham Lincoln) ha sido alcanzado por disparos esta noche en un teatro y tal vez mortalmente herido». Frente a esta narración directa, con los datos justos, imaginó cómo contaría la historia hoy un medio volcado «en el maldito clickbait». Algo así como 'El presidente fue a una función de teatro y no imaginas lo que sucedió'. Tras la ironía hay una reflexión de calado sobre el «antiperiodismo», la tentación de hilvanar tópicos y banalidades alargando las frases.

Las frases

Fundación Vocento

Enrique de Ybarra

«La inestabilidad marcará las próximas décadas y los periódicos tendremos trabajo de sobra. Será difícil y arriesgado»

Periodista

César Coca

«Debemos redefinir lo que hacemos, la Historia nos ha dejado en un lugar fascinante pero incómodo»

«Reliquias» que vuelven

En su opinión, la profesión asiste a un «cambio de paradigma» y se sitúa «en un lugar fascinante pero incómodo». Han pasado «los momentos de triunfo» de un periodismo influyente como controlador del poder. La crisis ha golpeado a los medios «y muchos agentes externos y algunos internos parecen trabajar solo para desprestigiarnos», advirtió. Han vuelto figuras que parecían «reliquias del pasado», periodistas y medios al servicio de un partido o de una persona. En este panorama, la vocación de informar supone emprender «un viaje peligroso». Si nos empeñamos en contar historias de la mejor forma posible, con la distancia necesaria y controlando al poder, nos enfrentaremos a un territorio de «hostilidad. Somos necesarios, pero debemos estar preparados para recibir críticas y descalificaciones, acusaciones gratuitas y desdén, desprecio y oprobio. No es algo nuevo».

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Recordó que «los periodistas que contaron lo que sucedía en América Latina en los años 60 y 70 eran acusados por Washington de ser espías comunistas», a los que describían cómo se vivía al otro lado del telón de acero les llamaban colaboradores de la CIA y «quienes se dejaron la tranquilidad y en algún caso la vida por denunciar la violencia terrorista y sus derivadas en el País Vasco cargaron sobre sus espaldas con el calificativo de enemigos de Euskadi y del pueblo trabajador».

Como hacía en sus clases, ricas en alusiones cinéfilas y literarias, citó una escena de 'El hombre que mató a Liberty Valance', «la paliza que recibe el periodista por decir la verdad». En la época que recrea esta película operaba en España «la Partida de la Porra», que entraba en algunas redacciones y amedrentaba a los informadores. «Hoy existe una partida de la porra digital», pero eso no es excusa para bajar la guardia. «Aún hay mucha gente que confía en nosotros» y estamos obligados a seguir haciendo nuestro trabajo lo mejor posible. Para ello, considera esencial recuperar «algunos valores clásicos».

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Lo primero es «reforzar nuestra credibilidad» mediante la «escrupulosa» verificación de los datos antes de publicarlos, «aun a riesgo de perder la batalla de la inmediatez frente a otros menos cuidadosos». En su opinión, «nos hemos dejado parte de nuestro prestigio y nuestra relevancia en la tiranía de la velocidad» a la que nos somete internet. «La duda debe ser una herramienta esencial para nosotros. Debemos someterlo todo a una mirada escéptica y pedir ayuda a quien pueda darnos pistas sobre lo que realmente ha sucedido», incidió. Citó ejemplos como las noticias falsas que anunciaron la muerte de Antonio Muñoz Molina, Rosa Montero y José Luis Perales.

Los alumnos de la pasada promoción del máster recogieron sus diplomas. L. A. G.

La credibilidad también sufre cuando se difunden elogios infundados, cifras que son solo aproximaciones, comparaciones que no se sostienen. Animó a los alumnos a elegir muy bien las preguntas que formulan, porque «interrogando por tópicos y banalidades no encontraremos nada de valor». Y las buenas preguntas «no se improvisan», hay que conocer el tema y al personaje. A los alumnos del máster les instó a formar su propio criterio y a defender su independencia frente a las presiones. «Todos los medios tienen una ideología. Pero debemos pelear por contar lo que pasa de la mejor manera posible».

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Esta es una carrera de fondo como sabía bien Thomas Fowler, el corresponsal de guerra de 'El americano impasible' de Graham Greene con el que concluyó esta lección magistral. Modélico en su escepticismo, sabía que seguiría enviando crónicas ganara quien ganara la guerra de Indochina. Cuando le reprocharon que no favoreciera los intereses occidentales, contestó: «Dios solo existe para quienes escriben editoriales. Y yo soy un reportero».

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