Un documental sobre el drama de una ciudad kurda emociona en Durango
La película 'Hala ere' proyectada en la feria relata la lucha por la cultura de un pueblo kurdo destruido por el Estado Islámico
ELENA SIERRA
Lunes, 6 de diciembre 2021, 19:38
La proyección de la película documental 'Hala ere' ('Sin embargo') en Irudienea, en el marco de la Azoka de Durango, acabó en lágrimas. Para un espectador cualquiera, aquella era la historia de cómo los habitantes de Kobane, una ciudad kurda situada en el norte de Siria, se habían empeñado en conseguir dotarse de centros educativos en los que enseñar su lengua y su cultura. Y cómo, en ese contexto, en los últimos años se han abierto unas cuantas bibliotecas en las que poder leer, compartir y comentar libros en kurdo. Es el caso de una biblioteca abierta en la que fue una casa familiar que siempre acogió a las visitas y a la cultura. Con el tiempo, se ha demostrado que más personas puedan escribir en su propia lengua, mientras que hasta hace poco tal cosa era imposible y normalmente los creadores se expresaban en árabe y luego, si acaso, eran traducidos al kurdo.
Pero para reflejar este desarrollo cultural y social, esta construcción de un nuevo modelo educativo y esta importancia del fomento de la (propia) cultura entre la población, si se está describiendo la realidad de Kobane, hay que hablar de guerra, de destrucción, de muerte. Son dos historias inseparables en un lugar que solo a partir de 2015 ha conocido algo de paz. En la familia de Adnan Osman Hesen, una de las personas entrevistadas en el documental 'Hala ere' proyectado este lunes y uno de los impulsores de la biblioteca 'Rodi y Perwin', cuya inauguración en 2016 es parte fundamental de la película, hay «once mártires». Su padre, su madre, varios hermanos y hermanas y sus respectivas parejas, tío, tía, primos desaparecieron de su vida en algún momento de la guerra contra el Estado Islámico.
Son muchas muertes, pero solo unas pocas del total; lo que él vivió, lo han vivido muchos en Kobane, explicaba tras la proyección el traductor Faruk Doru, delegado del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) en España y Portugal. Por eso las lágrimas: porque es una historia compartida, que duele aún y dolerá durante mucho tiempo.
En la primera fila del cine de Durango estaba este lunes sentadas, además de representantes de la Asociación Suargi y la alcaldesa de Durango, Ima Garrastetxu, una delegación de mujeres kurdas que trabajan en la Autoadministración del Norte y Este de Siria, cuyos grupos de autodefensa se dieron a conocer en medio mundo cuando hicieron caer el Califato del Estado Islámico en la región. La presidenta de la Unión de Escritores e Intelectuales del norte y este de Siria, Nariman Evdike; la ministra de Cultura del Cantón de Jazira, Rawda Hasan, y la representante de la organización que agrupa a las asociaciones de mujeres de la zona, Manal Mohammad, veían por primera vez la película. Escucharon a Adnan recordar cómo había limpiado él mismo la sangre de su madre de la puerta de la casa familiar.
Emocionadas
Se suponía que iban a decir algo tras la proyección, pero no fue posible porque estaban emocionadas por ese reflejo de la realidad en Kobane, hermanada con Durango por el dolor de la guerra porque ambas fueron bombardeadas en algún momento de su historia.
Evdike, Hasan y Mohammad andan estos días reuniéndose con autoridades en Euskadi, conociendo cómo funcionan aquí las cosas, contando su experiencia de reconstrucción. No ha sido fácil que llegaran: el viaje ha sido largo y ha habido tiempo para ser retenidas en Beirut, ser interrogadas y ofendidas, pensar en volverse a casa. Se quedan hasta el domingo. Visitar la Azoka les ha dado más confianza en su proyecto, una «mayor conciencia» sobre las posibilidades de desarrollo de lenguas minorizadas como la suya. Eso hacen bibliotecas como 'Rodi y Perwin', «el sueño de una pareja» de contribuir «a que los niños de nuestra región puedan aprender en kurdo».