«Hay que descifrar las otras tres inscripciones para estar seguros»
Para la académica Blanca Urgell, la 'mano de Irulegi' tiene signos distintos al íbero y al celtíbero, lo que apuntaría al «protovasco»
«Lo interesante de la ciencia es que surge de la duda. Sabemos que 'sorioneku' tiene una clara cercanía con el euskera. Pero también podría ... ser una coincidencia, Nos falta por descifrar qué dicen las otras tres inscripciones. Si hay al menos otra que podamos atribuir al protovasco, a la lengua con que se encontraron los romanos, entonces la hipótesis sería más fuerte. Y si la atribución llega a las tres, podríamos estar seguros de que hemos encontrado el hasta ahora más antiguo antecedente del euskera que se ha escrito a partir de los siglos XV y XVI», argumenta Blanca Urgell, académica de Euskaltzaindia y profesora del Departamento de Lingüística y Estudios Vascos de la UPV/EHU.
Alaba la labor de sus colegas Joaquín Gorrochategui y Javier Velaza y se muestra entusiasmada porque hay materia muy novedosa que investigar. «Hasta ahora teníamos inscripciones en ofrendas funerarias, con nombres de lugares y de las personas fallecidas o de las que realizaban las ofrendas. Esto es distinto. Sobre todo a partir de las fuentes romanas, como César o Plinio El Viejo, sabíamos que había una concurrencia muy significativa entre los dos lados del Pirineo, Aquitania y la región vascona, en cuanto a la manera de nombrar territorios e individuos, en este último caso a partir de los nombres de los padres. Después la lengua se fragmenta», relata Urgell, exconsejera de Cultura en el Gobierno de Patxi López.
El siguiente paso está en las escasas palabras escritas en euskera en los márgenes de las 'Glosas Emilianenses' en el siglo XI. Del XV datan unas cartas entre dos hermanos, cortesanos navarros. En 1537 está datada la carta del Arzobispo de México –era de Durango– a su hermana. Y en 1545 aparece el primer libro en euskera, las 'Primicias de la lengua de los vascones' del sacerdote Bernat Dechepare, o Etxepare, según los gustos.
Aquí empieza otra historia, así que hay que volver al siglo I a.C., a la mano de Irulegi.
Saludo con un 'sorioneku'
De los siglos I y II d.C. existen inscripciones en aquitano. Pero ahora hay que retroceder unos doscientos años atrás. Por eso el descubrimiento es tan importante y, si se verifica la hipótesis, cambiaría la teoría sobre los antecedentes del euskera.
«Las inscripciones no están en celtibérico porque es una lengua indoeuropea y está muy estudiada. Los especialistas se habrían dado cuenta enseguida. Además, no tiene la 'r' con acento que sí aparece en la mano. Pero tampoco es ibérico aunque utilice su sistema de signos. Aquí sólo hay una 's' mientras que en ibérico suelen aparecer dos. También hay una 'T' mayúscula que no está en el sistema. Por eso Velaza y Gorrochategui cree que fue una letra nueva para expresar un sonido del protovasco que no tenía correspondencia con los signos que ya existían», explica Urgell.
Todos estos datos sirven para construir la hipótesis y para que esta tenga unos primeros cimientos lo suficientemente interesantes como para seguir investigando. La académica dice que el hallazgo ha caído bien en el mundo euskaldun. «La gente ya se empieza a saludar con un 'sorioneku'. Es un primer gran acercamiento. Qué sería de nosotros, los lingüistas, si de vez en cuando no saliera algún 'sorioneku'».
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