Cuentos para leer en voz alta y entre amigos
Domingo Villar publica algunos de los relatos que escribe para regalar y animar reuniones, historias «de magia gallega» ilustradas por Carlos Baonza
El día que nació Domingo Villar, su padre le escribió una carta de «seis o siete folios» en la que describía de forma pormenorizada la ... sociedad de 1971 y le presentaba a su familia. Podría haberle predestinado a la literatura, su gran sueño, pero no se la dio hasta que cumplió veinte años. Para entonces ya era un lector apasionado y escribía cuentos, aunque aún no había nacido el inspector Leo Caldas. A ninguno de sus profesores de bachillerato, y tampoco a los amigos de su padre, les sorprendió que empezara a publicar novelas.
Después de tres entregas de la exitosa serie policiaca ambientada en Vigo, su ciudad natal, ha sorprendido a muchos con 'Algunos cuentos completos', editado también por Siruela y que mañana presentará en Bilbao en la librería Elkar de Licenciado Poza (18.30 horas). Quienes le conocen bien ya saben que escribe relatos de forma ininterrumpida desde hace dos décadas «para regalar y leer en voz alta, para disfrutar con mis amigos». Uno de ellos, el artista Carlos Baonza, empezó a recrearlos con el pincel y sus linograbados son una parte esencial de este libro, que la pandemia ha hecho salir a la luz. Hasta ahora, solo había publicado algunos cuentos en prensa y en antologías.
La bandera equivocada
«Mis editores me habían oído contarlos e insistían en que debía publicarlos, pero prefería mantenerlos en un territorio privado», dice. Fue en esos meses «en los que los abrazos nos los hemos tenido que guardar y las reuniones de amigos se han reducido tanto» cuando se decidió a recuperar el sabor de aquellas sobremesas y compartirlo con los lectores. Ha elegido diez cuentos «un poco luminosos», que despiertan la sonrisa incluso con historias tristes. La mujer que conjura el desamor tatuando el nombre de su amada Michaela a las vacas y cerdos de la Costa da Morte, el indiano que cura todas las enfermedades a bofetón limpio, el náufrago que, en plena guerra, saca la bandera equivocada cuando ve un barco. «El hilván que los conecta a todos es la ironía y esa magia tan gallega que permite que sentemos a los muertos y a los santos a la mesa como si estuviesen vivos. Es algo que llevamos haciendo durante siglos».
Son historias para sonreír, como la del indiano que cura enfermedades a bofetón limpio
El toque melancólico de las narraciones, bañadas por el mar y la bruma, contrasta con los trazos enérgicos «y a veces un poco burlones» de los grabados, que consiguen hacen volar «más lejos» las historias. «No queríamos que fuera redundante», explica. De los diez cuentos del volumen, el primero que escribió es el de don Andrés, un cura tan guapo que las feligresas se inventan pecados para describírselos, con lujo de detalles, en el confesionario. Es el que más veces ha leído en voz alta, algo que hace siempre, también con sus novelas. «Lo necesito para que todo decante, y además necesito leérselo a alguien. Se produce una especie de magia que te ayuda a entender si el texto está bien o mal», defiende.
Al poder de la narración oral le rinde homenaje con la historia de Mabel, la niña que, como tiene un hermano ciego, cuenta las películas mejor que nadie y deleita a un grupo de chavales sin dinero para las entradas. El título del libro es un guiño a su padre, que reunió en una carpeta los romances, sonetos satíricos, nanas y canciones que había escrito. No pudo recopilarlo todo y la bautizó como 'Algunas obras completas'. Domingo Villar sigue engrosando su carpeta y está «arrancando» la cuarta intriga de Leo Caldas, en torno a «unos huesos que aparecen en una cueva». Asegura que sus novelas negras no son tan distintas de sus cuentos, porque «por dentro son historias de amor a una tierra y a una forma de ver la vida».
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