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Manu Gómez y Oskar Fernández llevan 43 años metidos en el cine. Empezaron en 1982 proyectando 'Fresas salvajes', de Ingmar Bergman, en el Aula de ... Cultura de la calle Urgull en Algorta, con un proyector de 16 mm. y recogiendo las monedas de la entrada en una caja de zapatos. Concluirán su apostolado este viernes 23 de mayo en la escuela de música Andrés Isasi de Las Arenas, el antiguo cine Social. Sus amigos nos reuniremos para ver 'La última película', obra maestra de Peter Bogdanovich, que se abre y se cierra con la imagen de una sala de cine en un pequeño pueblo de Tejas en los años 50.
Una elegía rebosante de melancolía para despedir a Manu y Oskar, que durante más de 2.000 proyecciones del Cineclub del Aula de Cultura de Getxo (hoy Getxo Kultura) se han encargado de seleccionar las películas, presentarlas, confeccionar una hoja informativa y moderar los coloquios. Coloquios, sí, porque en estos tiempos en los que los largometrajes se ven de reojo en el móvil todavía no se ha inventado mejor escuela de cine que ver una película y hablar sobre ella.
A los 14 años, François Truffaut dejó de estudiar y robó dinero a su abuelo para fundar un cineclub con el imposible nombre de Círculo Cinémano. Cuando eligió piso en París lo hizo junto a la Cinemateca en los jardines de Trocadero. La única presidencia que aceptó en su vida fue la de la Federación Internacional de Cineclubes. Martin Scorsese y Wim Wenders también pasaron más tiempo en los cinefórums que en las aulas. En la era anterior al vídeo y las plataformas, los cineclubes eran la única manera de ver títulos muchas veces prohibidos. Y sus imágenes constituían una excusa para tertulias sobre lo divino y lo humano.
Solo dos cineclubes siguen en activo en Bizkaia. El FAS en el Salón El Carmen puede presumir –no es una bilbainada–de ser el más longevo de Europa, proyectando ininterrumpidamente desde 1953. El de Getxo empezó mucho después. Pasó por diversas sedes –Gurea, Gran Cinema, Escuela Andrés Isasi– y sigue reuniendo a un público maduro las noches de los viernes en Las Arenas (150 personas acudieron la pasada semana a disfrutar de 'Cuando cae el otoño', de François Ozon y 30.000 espectadores cada temporada a las sesiones del Cineclub). Manu y Oskar jamás han cobrado un euro por su labor. Ellos seguirían, pero Getxo Kultura les ha invitado a irse escudándose en que no es posible contratar una póliza de seguros para voluntarios de más de 70 años.
«Nuestra colaboración siempre ha sido completamente altruista, aunque en los últimos años ya nos hacían firmar un contrato de voluntariado», remarca Oskar Fernández. «Nos sentimos como si tu pareja te dice que ya no quiere saber nada de ti o tus amigos ya no quieren quedar contigo». La excusa del seguro es «un disparate absurdo, cualquier ámbito de la vida es susceptible de asegurarse para una persona de 70 años: yo sigo esquiando y conduciendo». Por su parte, Manu Gómez reconoce «tener cuerda para rato». «No nos gusta esta forma de irnos. Mucha gente nos ha dicho que sigue viniendo al cineclub por nosotros».
A preguntas de este diario, el organismo municipal alega que «es deseable buscar nuevos enfoques de dinamización y garantizar la mejor continuidad de la actividad». El organismo municipal «ha optado por dar a ambos un merecido descanso e iniciar la nueva temporada 2025-26 con un nuevo equipo de dinamización». Mientras se recogen firmas por su continuidad («es una clara discriminación por edadismo», sostiene Teresa Valero, espectadora habitual), la alcaldesa de Getxo acudirá este viernes «al homenaje para agradecer su gran labor desarrollada desde 1982».
Ya jubilados, Manu, operario especializado en Mecánica La Peña, y Oskar, profesor de educación primaria, son como la noche y el día. Uno es temperamental y una enciclopedia de películas, el hombre dato; el otro es cerebral y reflexivo, pero a duras penas se acuerda de los invitados que han pasado por el cineclub: Pedro Olea, Imanol Uribe, Álex de la Iglesia, Helena Taberna, Saturnino García, Koldo Serra, que ya iba a las sesiones del Gran Cinema cuando era un adolescente que rodaba vídeos de skate...
La pareja se conoció porque coincidían en el cine y vivían en la misma calle. El éxito de su iniciativa, como de tantas otras en Getxo, le debe mucho a Eugenio Gandiaga, fundador del Aula de Cultura, que posibilitó el paso a un cine de verdad, el desaparecido Gurea de la calle Amesti. Cuando comenzaron la sesiones de Cinema Paradiso la noche de los viernes en el Gran Cinema (presentadas por Enrique Gómez y este periodista que les habla), venían hasta espectadores de Bilbao a ver largometrajes que no se estrenaban en el circuito comercial de Bilbao. Muchos descubrieron así las obras de Tarantino, Rohmer, Greenaway, DiCillo, Kaurismaki, Kiarostami, Wenders, Scorsese...
«El coloquio es una parte esencial del cineclub, a veces más importante que la propia película», explica Oskar Fernández. «El lenguaje cinematográfico es polisémico, y las opiniones y argumentaciones ajenas sirven para ampliar tu visión». Pone de ejemplo 'Pelo malo', Concha de Oro en 2013, que cuando la vieron en el Festival de San Sebastián no les gustó. Trajeron al cineclub a la agregada cultural de la Embajada de Venezuela, que aportó el contexto y logró que la vieran con otros ojos.
A partir de este viernes, el cine seguirá en Getxo, pero la comunidad de espectadores se sentirá huérfana.
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