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Ingrid Bergman y Humphrey Bogart en una escena de 'Casablanca'.
Siempre nos quedará ‘Casablanca’

Siempre nos quedará ‘Casablanca’

Hace hoy 75 años se estrenó una película objeto de adoración entre los cinéfilos, que se rodó sobre la marcha y sin química entre sus actores

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Martes, 23 de enero 2018, 11:24

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Pocas películas han conocido tantos análisis, homenajes y citas. 'Casablanca' ha sido objeto de adoración cinéfila por gente tan dispar como Woody Allen y José Luis Garci. El primero le dedicó una obra de teatro convertida en película, 'Sueños de seductor'. Su protagonista era un crítico de cine obnubilado por la cinta de Michael Curtiz, al que se le aparecía Bogart en gabardina para darle desastrosos consejos de seducción. Garci rodó en 1992 'Casablanca revisitada', un documental en el que se escucha que Rick Blaine «es la idea del hombre que tienen las mujeres».

La primera proyección pública de ‘Casablanca’ fue en el Teatro Hollywood de Nueva York el Día de Acción de Gracias de 1942, aunque su estreno oficial se produjo el 23 de enero de 1943. En España hubo que esperar hasta 1946; lástima que aquí no nos enteráramos de la participación de Rick en las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil en defensa de la República. Cortesía de la censura. Hoy se cumplen 75 años de una cinta que forma parte de la cultura popular y que solo podía haber surgido en el sistema de estudios. Un filme mítico fruto de innumerables accidentes, que vio la luz como fracaso anunciado pero que en poco tiempo recibió la etiqueta de clásico.

Para empezar, los decorados eran de otras películas, 'The Desert Song', estrenada un año antes, y 'La extraña pasajera', de la que se tomó la estación de París. El guión procedía de una obra de Broadway que nadie vio. La pareja protagonista en un inicio, Ann Sheridan y Ronald Reagan, se cayó y tras varios descartes se llegó a Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. Cuando Jack Warner, el capo del estudio, se enteró de que el papel era para Bogie estalló: «¿Pero quién querría besar a ese tipo?».

Diálogos míticos de Rick

– ¿Me desprecias, verdad? – Si llegara a pensar en ti, probablemente.

– Te estoy apuntando al corazón – Es mi punto menos vulnerable.

– ¿Nacionalidad? – Borracho.

– De todos los bares de todas las ciudades del mundo, ella ha tenido que entrar en el mío.

– Tócala_Sam, toca - ‘El tiempo pasará’.

– Siempre nos quedará París.

Durante el rodaje, Bergman se sentía fuera de lugar. Le repugnaban las insinuaciones de Curtiz, un célebre mujeriego, y no sentía la más mínima atracción por Bogart. «Lo besé, pero no llegué a conocerlo», escribió. El actor, calzado con alzas de corcho porque su compañera le sacaba cinco centímetros, vivía una crisis con su tercera esposa y estaba más preocupada por comprarse un yate que por la película. Peter Lorre, que solo veía por un ojo, tenía motivos para no mostrarse muy sociable: su adicción a la morfina.

Tres Oscar

Según Umberto Eco, 'Casablanca' es «una fotonovela-folletín, donde la verosimilitud psicológica es muy débil y los efectos dramáticos se encadenan sin demasiada lógica». No importa. Tres Oscar (película, director y guionistas, los hermanos Epstein y Howard Koch) avalan la inmensa popularidad de un melodrama con diálogos que hoy repiten de memoria los cinéfilos, pero que en realidad se escribieron sobre la marcha. Los acontecimientos históricos también se alinearon en su estreno. El 8 de noviembre de 1942 las fuerzas aliadas desembarcan en Marruecos y toman Casablanca. La exótica ciudad también volvió a estar en todos los diarios en enero de 1943, cuando Roosevelt y Churchill mantuvieron allí una reunión.

'Casablanca' nació como una respuesta de la Warner a ‘Argel’ y ‘Gran Hotel’, de la Metro, y quiso repetir su cóctel de cine negro, idilio romántico y cosmopolitismo kitsch. Murray Burnett, autor de la obra teatral en la que se inspira, 'Todo el mundo viene a Rick’s', había visitado durante el régimen de Vichy un club nocturno en Antibes en el que un pianista negro cautivaba al público. Y escribió sobre un expatriado yanqui dueño de un casino en Casablanca, rodeado de nazis, colaboracionistas y refugiados atrapados en zona neutral. Como la heroína de la historia era algo licenciosa se eligió a una actriz extranjera. Bergman, de origen sueco, le preguntó a Curtiz de quién estaba enamorada: de Victor Laszlo (Paul Henreid) o de Rick. Y este le contestó: «Todavía no lo sabemos. Interpreta algo... intermedio».

Aquel arma de propaganda política con el hit de moda por entonces, 'La Marsellesa', que conectó con la psique de la América en guerra, derivó en el Santo Grial de una cinefilia que ha elevado el café de Rick a santuario de la Edad Dorada de Hollywood. No falla; suena ‘As Time Goes By’ y jugamos a levantarnos el cuello de la gabardina y perdernos entre la niebla de un aeropuerto: «Louie, presiento que este es el comienzo de una gran amistad».

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