Patricia López Arnaiz, de monitora de comedor a actriz de éxito
La vitoriana ha sido nominada a mejor actriz protagonista en los premios Goya
Oskar Belategui
Miércoles, 18 de diciembre 2024, 12:45
La actriz vitoriana Patricia López Arnaiz ha sido nominada como mejor actriz protagonista a los premios Goya por su papel en 'Los destellos', basada en ... el relato 'Un corazón demasiado grande', de la autora guipuzcoana Eider Rodríguez. El conflicto nace con el reencuentro de una pareja que se separó hace tiempo. Cuando a uno de ellos le detectan una enfermedad se pone encima de la mesa el problema de los cuidados. Compite en esta categoría con Emma Vilarasau ('Casa en llamas'), Julianne Moore ('La habitación de al lado'), Tilda Swinton ('La habitación de al lado') y Carolina Yuste ('La infiltrada').
Patricia López Arnaiz ha estrenado este mismo año la serie 'Galgos' y la película 'Nina' El reparto de 'Los destellos' lo completa el malagueño Antonio De la Torre, reconocido actor por trabajos como 'La trinchera infinita' o 'Caníbal', así como Julián López y la debutante Marina Guerola.
La actriz vitoriana tuvo que esperar a encontrar la mirada crispada y dolida de la protagonista de 'Ane', una madre coraje en permanente desencuentro con una hija adolescente enrolada en la kale borroka, para saltar a la fama. La ópera prima de David Pérez Sañudo supuso un original acercamiento a la violencia en Euskadi cuando ETA todavía mataba. Vigilante de seguridad en las obras del tren de alta velocidad, el personaje de la actriz se pasa toda la cinta yendo y viniendo, discutiendo con su exmarido y buscando a su hija mientras bebe compulsivamente brebajes isotónicos como si fuera un tic. Puro nervio. Y la rabia de quien sabe que está echando su vida a perder.
Monitora de comedor
Antes, lo normal era el trabajo diario como monitora en el comedor y el aula matinal de la ikastola Zabalgana. Y las labores de producción en la oficina de la sala de conciertos Hell Dorado de la capital alavesa. Lo excepcional, los rodajes de 'Lasa y Zabala', 'El árbol de la sangre' y la trilogía de 'El guardián invisible', la primera vez que la actriz intuyó que su trabajo iba a tener visibilidad. Hasta que llegó un momento en el que las excedencias ya no bastaban. Las series 'La otra mirada' y 'La peste' y la película 'Mientras dure la guerra', de Alejandro Amenábar, la obligaron a tomar una decisión. «Empecé a creerme que era posible. Pero me costó pedir la baja voluntaria del trabajo», admite. «Recuerdo el momento de escribir un e-mail y darle a la tecla de intro. Y pararme a pensar, a ver, ¿qué estoy haciendo?».
A toro pasado, Patricia López Arnáiz ve la lógica de un camino que le ha conducido hasta un lugar que puede llamarse éxito. Hasta cuando trabajaba con niños les montaba sesiones de cuentacuentos e interpretaba diferentes personajes. Sus padres, sin ninguna vinculación con el mundo del espectáculo, se inquietaron cuando, de chavala, se le pasó por la cabeza estudiar Bellas Artes. Nunca la presionaron. «Sentí que les apetecía que hiciera una carrera, creían que iba a tener una vida mejor con estudios. Siempre han estado ahí, me han apoyado muchísimo», apunta. En una decisión más pragmática, se matriculó en Publicidad y Relaciones Públicas en la UPV y se fue a vivir a Bilbao mientras trabajaba de camarera los fines de semana. Tenía 17 años.
Al acabar la universidad, Patricia sabía que no quería trabajar en Publicidad. Seguía sin encontrar su vocación. Dibujaba, cantaba en un grupo, le gustaba la fotografía y acumuló experiencias vitales en Génova y Granada. «No me preocupaba tanto del qué sino del cómo», resume. Tampoco era especialmente cinéfila. De vez en cuando, en casa preguntaban si tenía intención de trabajar alguna vez en lo que había estudiado, aunque sin demasiada insistencia. «Sentía que tenía algo dentro que no sabía cómo canalizar», resume la actriz, que a los 25 años empezó a estudiar teatro en la escuela Ortzai de Vitoria. Allí, en los bajos del cine Guridi experimentó una epifanía mientras sostenía en sus manos 'Las voces del desierto', el libro en el que la escritora y doctora Marlo Morgan narra su experiencia con los aborígenes de Australia. «Cada miembro de la tribu escoge su propio nombre. No es el otro el que te dice quién eres, para qué vales, sino que uno se descubre a sí mismo. Yo estaba buscando mi propio nombre, mi medio de expresión».
Hace un tiempo que la actriz vive en un pequeño pueblo de la montaña alavesa que prefiere no desvelar. Sale de casa rodeada de perros y gallinas y se pierde en un robledal. Su perfil puramente informativo en redes sociales solo lo rompió cuando una amiga que trabaja en Osakidetza le pidió un vídeo para las manifestaciones del 1 de Mayo en apoyo a la sanidad pública. «La pandemia nos está pasando factura a todos», concluye. «Pesa no tener la libertad de vivir como vivíamos».
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