María Ripoll: «En Hollywood he sufrido más machismo que en España»
Zinemakumeak gara! homenajea a la directora más taquillera del cine español durante una década, que empezó de canguro de los hijos de Danny DeVito
María Ripoll (Barcelona, 1964) consiguió hace diez años el hito de convertirse en la directora española más taquillera de todos los tiempos gracias a 'Ahora ... o nunca', una comedia romántica con Dani Rovira y María Valverde. Solo Arantxa Echevarría con 'La infiltrada' ha destronado a una realizadora que ha sido pionera en muchas cosas: en irse a formar a Los Ángeles, en utilizar actores extranjeros y rodar en inglés por todo el mundo...
Ripoll comparte este año con Alauda Ruiz de Azúa el Premio Simone de Beauvoir de Zinemakumeak gara!. El festival de cine de mujeres de Bilbao cumple 30 años y ha querido reivindicar a una cineasta que, a ojos de la crítica, no posee el prestigio de otras compañeras que matarían por haber tenido el público de películas como 'Lluvia en los zapatos', 'No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas', 'Vivir dos veces' o 'Yo no soy esa'.
–A los 14 años ya tenía claro que iba a ser directora de cine.
–Sabía que las historias, las fábulas, las mentiras, me fascinaban. Y las imágenes. Me veo en la mesa de la cocina, ante una tele pequeñita en blanco y negro, pensando: yo quiero hacer cine. Y la risa de mi padre, un señor químico. Soy la mediana de cinco hermanos, conmigo no sabían muy bien qué hacer. Y me iba al cine a la parroquia de enfrente de mi casa. Devoraba sesiones dobles cada tarde.
–Lee las memorias de Buñuel y el libro de Truffaut sobre Hitchcock.
–Fueron mis libros de cabecera, empecé a descubrir qué era esto del cine. Buñuel me fascinó y se puede decir que le seguí un poco los pasos. Él también se fue a Estados Unidos. En Los Ángeles, sola en aquella gran ciudad, me iba al Musso & Frank, donde Buñuel tomaba martinis con dos aceitunas. Fue una época muy obsesiva. La risa de mi padre era el motor para animarme a conseguirlo.
– ¿Y cómo acaba en Los Ángeles?
–Yo empecé desde abajo en España. Fui meritoria de dirección, script, auxiliar y después ayudante de dirección con Bigas Luna, Agustí Villaronga... Me fui a Estados Unidos con dos perras y descubrí la escuela del American Film Institute, que me fascinó. Conseguí una beca de la Generalitat y curré de todo: de camarera en restaurantes y de babysitter en casa de Danny DeVito.
–¿Y eso?
–Tiene dos hijos con Rhea Perlman, la actriz de 'Cheers'. Una amiga me dijo que Danny DeVito buscaba a una persona. Yo pensé que era para su productora, pero me citó en su casa de Malibú. Entre semana limpiaba la casa y los fines de semana hacía de canguro. No soy mitómana, pero conocí a Bruce Willis, Demi Moore... Todos estaban por allí. Danny era muy majo. Le dije que intentaba entrar en una escuela y movió hilos... La pena es que después no mantuve el contacto.
–Usted lo ha hecho al revés de lo habitual: primero triunfó en Estados Unidos y después en su país.
–Yo ya había trabajado de ayudante de dirección en España cuando intenté levantar una película en EE UU. Regresé e hice 'Lluvia en los zapatos' con Penélope Cruz y Lena Headey, la de 'Juego de Tronos'. Me casé, tuve una hija... Me podía haber quedado allí, las cosas me iban bien, pero el ambiente es muy duro. No me gustó. Yo soy muy de cuidar al equipo, y un día te encontrabas con que habían despedido a alguien por llegar diez minutos tarde. Todo es muy bestia. Yo he sufrido más machismo en Hollywood que en España.
–Explíquese.
–Los españoles tenemos el complejo de que vamos a rebufo de EE UU, pero somos pioneros de muchas cosas, como el matrimonio homosexual. Un festival de cine de mujeres o una asociación de mujeres allí sería complicadísimo de organizar. Es una sociedad que parece muy avanzada, pero es muy tercermundista. ¡Hollywood! ¡Hollywood! Somos mitómanos y lo de fuera siempre nos parece mejor que lo que tenemos aquí. Cuando vives allí te das cuenta de que tenemos muchas cosas que no apreciamos.
–Los ayudantes de dirección son los que más mandan en un rodaje. ¿Usted tuvo dificultades para imponerse?
–Sí. Empecé muy jovencita en una época en la que era difícil que una mujer mandara. Aún hoy escucho comentarios de colaboradores: 'Es que tú eres la jefa siempre...'. Imagínate en el ochenta y tantos... Rodando con Villaronga en Túnez con eléctricos que nunca habían tenido una jefa... Casi llego a las manos. Tenía todas las de perder, pero había que imponerse. Lo mismo en Los Ángeles, por ejemplo con Samuel Goldwyn Jr, que pertenecía a la aristocracia de Hollywood. No sabía muy bien qué hacer con una mujer directora.
–Es la directora más taquillera de la historia del cine español... hasta que ha venido Arantxa Echevarría con 'La infiltrada'.
–Me alegro mucho, porque eso significa que el cine va bien. Durante diez años lo fui con una película de 2015. Para mí, el cine son 400 butacas que hay que llenar. Transmitir una historia con actores de manera veraz, con una música que emocione... Se trata de salir de la sala distinto a cómo has entrado. El cine es para la gente.
–¿Nunca ha tenido pretensiones autorales?
–Vivo una contradicción. Cuando vine de Estados Unidos quería llenar las salas con comedias, crear una industria. Después solo te llaman para comedias, pero por supuesto que tengo mis historias de autora que me hubiera gustado rodar.
–Con un drama la respetan más.
–Claro. Te das cuenta de ello por cómo te tratan en las entrevistas, me acaba de ocurrir con 'También esto pasará'. La gente considera inferior a la comedia, cuando es un género mucho más difícil que el drama. Y llega más a los espectadores. Yo me siento a gusto en el 'dramedy': 'Vivir dos veces', 'Tu vida en 65''...
–¿Qué le parece el boom actual de directoras, que llega tras una política de cuotas?
–Soy cofundadora de CIMA, la asociación de mujeres cineastas. Hay mucho trabajo detrás y me siento muy orgullosa. Algunos hombres están descontentos por esta desigualdad, pero era necesaria, el péndulo tenía que ir al otro lado. El resultado son películas buenísimas que triunfan en festivales y en la taquilla. Además, el 80% de los que van al cine son mujeres.
–El cine ha sido un modo de vida para usted: ha rodado por todo el mundo, se casó en Las Vegas...
–Sí, pero no es una vida bohemia, sino muy dura. Yo he querido conocer otras culturas a través de la ficción. Hay que echarle muchas horas y darle mucho. Esto es una vocación. Cuando me dicen que soy una directora de encargo respondo que no saben cómo me entrego a la causa.
–Me gustaría preguntarle por Verónica Echegui, a quien dirigió varias veces, la última de ellas el año pasado en 'Yo no soy esa'.
–A ella le dedico el premio en Bilbao. Me he quedado sin mi partner creativa, mi amiga, una persona fabulosa y generosa. Ha sido una gran pérdida que no me acabo de creer. Tengo tres proyectos encima de la mesa y en los tres pone Verónica Echegui. Nos entendíamos muy bien, vivimos juntas en Los Ángeles... Me siento huérfana, aunque tuviera menos años que yo, ella era un trozo dentro de mí.
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