Laura Poitras: «Me aterran las deportaciones masivas que ha prometido Trump»
«Los estadounidenses han perdido la fe en los medios y las instituciones», afirma la cineasta más incómoda de EE UU, Mikeldi de Honor de Zinebi
Cuando en junio de 2013 Edward Snowden reveló al mundo que la administración Obama espiaba los teléfonos y ordenadores de los ciudadanos a través de gigantes como Microsoft, Google o Facebook, Laura Poitras (Boston, 1964) se encontraba con él en una secreta habitación de un hotel de Honk Kong. 'Citizenfour', su documental sobre Snowden, ganó el Oscar y convirtió a Poitras en una cineasta aún más incómoda para los poderosos.
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El Mikeldi de Honor de Zinebi, que arrancó ayer su 66 edición, recompensa a una cineasta que también puede presumir del Premio Pulitzer al Servicio Público. La ocupación estadounidense de Irak, la prisión en la bahía de Guantánamo o Julian Assange han centrado el interés de la realizadora, que fue incluida en una lista de vigilancia terrorista por el Gobierno de EE UU. Su último trabajo, 'La belleza y el dolor', obtuvo el León de Oro en Venecia. Su crónica del activismo de la fotógrafa Nan Goldin contra la crisis de opiáceos en EE UU y una poderosa farmacéutica tuvo tanta repercusión como el retrato del exconsultor de la CIA.
–¿Es cierto que empezó su carrera como chef?
–Cierto. Empecé en Boston y después me fui a San Francisco. Trabajé durante diez años en restaurantes hasta que en un proceso gradual di clases de cine y me enamoré del medio. Hay algunas similitudes entre los dos mundos: es un trabajo creativo, lo haces bajo presión, en equipo... Yo todavía tengo pesadillas con que tengo sesenta pollos y ninguno está hecho. Respeto muchísimo a los cocineros, creo que es el trabajo más difícil que he hecho. Cada día vas a cien y tienes que ser perfecto.
–¿Qué tipo de películas fueron las que le hizo enamorarse del cine?
–Las películas de vanguardia que veía en el San Francisco Art Institute. Frederick Wiseman y su 'Titicut Follies' me volaron la cabeza, no sabía que se podían hacer cosas así. D. A. Pennebaker y sus documentales sobre el Festival de Monterrey y Ziggy Stardust también me marcaron de adolescente. Antes de ser directora de cine ya me encantaba Scorsese, por ejemplo, esa sensación de meterte en una sala y transportarte a otro lugar.
–Sostiene que los documentales llenan los vacíos de las agencias de noticias.
–Creo que los documentales pueden abordar historias que no toca el periodismo. Contamos historias universales que tienen significado en el presente, si las ves diez años después siguen siendo relevantes. Los periodistas no suelen hacer eso. También siento otra laguna: que el periodismo fracasa muchas veces cuando está alineado con el poder y no plantea las preguntas críticas que tiene que hacer. Los documentalistas sí las formulamos porque somos más independientes, no formamos parte de los conglomerados de medios 'mainstream'. Por ejemplo, después del 11-S la prensa no hacía preguntas difíciles. Y la guerra de Irak fue un crimen, simplemente. Una invasión que ha destruido un país durante generaciones. Y la prensa no ha contado esa historia. Muchos documentalistas fueron allí a hacer un trabajo vital.
–¿Ha remitido la epidemia de opiáceos en EE UU que denunciaba en 'La belleza y el dolor'?
– En absoluto. La crisis continúa y la devastación provocada es inimaginable. Llevamos décadas comprobando el fallo de las instituciones, porque en 2000 ya se sabía que había una crisis y el Gobierno no hizo nada para detenerla. La familia Sackler siguió vendiendo millones y millones de medicamentos con una codicia desmedida, a pesar de saber que estaban matando gente. Es una historia muy americana: no tenemos un sistema público de salud, a las farmacéuticas solo les interesan los beneficios...
–Julian Assange, Nan Goldin, Edward Snowden... ¿Considera que los protagonistas de sus películas son héroes?
–No les defino como héroes, sino como personas que hacen cosas heróicas. Lo que hizo Snowden fue realmente una heroicidad, nunca he visto a nadie asumir tantos riesgos. Sabía que no podía dar marcha atrás. Nan Goldin también fue muy valiente al contar que había sido una trabajadora del sexo. Y Assange sacó los documentos sabiendo que el Gobierno de EE UU le iba a perseguir.
–¿Usted ha sentido alguna vez miedo real a que le pasara algo?
–Siempre ruedo con gente de algo riesgo. Sobre todo cuando hice 'Citizenfour', sabía que estaba fastidiando a los más poderosos del mundo, que hubieran hecho cualquier cosa para detener la película.
–¿Qué piensa de las plataformas, que han puesto patas arriba la industria audiovisual?
–Como funcionan en todo el mundo procuran no molestar a ningún Gobierno, así que tratan de despolitizar las películas. El montaje final de un filme depende del productor, pero yo tengo suerte porque lo decido yo. No siempre coinciden los gustos de los que financian las películas y el público. Yo creo en el público, que quiere que les hablen como personas inteligentes con películas que les enseñen algo nuevo.
«Como funcionan en todo el mundo tratan de no molestar a los Gobiernos con películas despolitizadas»
–¿Por qué los estadounidenses han votado a Trump?
–Ha barrido, ha sido una victoria aplastante. Los americanos han perdido la fe en los medios de comunicación y en las instituciones. Hay gente que apenas llega a fin de mes, no se puede hablar de un estado de bienestar. Hay familias que no se pueden permitir ni las cosas básicas. Tenemos una sociedad sin sanidad garantizada y con una educación carísima. El coste de la vivienda es altísimo y los partidos políticos no lo estaban tratando. Hubo un demócrata populista, más bien de izquierdas, Bernie Sanders, que experimentó muchísimo auge pero lo acallaron no los republicanos, sino los propios demócratas. Hablaba a los americanos que las pasan canutas y no pueden permitirse una educación para sus hijos, que no se podrán comprar una casa. El triunfo de Trump se explica por la desesperación y el fallo de las instituciones. Y en política exterior hemos tenido a Joe Biden sentado frente al genocidio de Gaza... Aprecio la posición del Gobierno español ante Palestina.
–¿Le preocupa cómo va a ser EE UU dentro de cuatro años?
–Me preocupan mucho las promesas de Trump de deportaciones masivas. Eso es aterrador.