A la hija de Michael Jackson no le ha gustado el guion de la película dedicada a su padre, cuyo estreno está previsto en primavera. « ... No es la realidad, tiene muchas inexactitudes», ha denunciado. Bueno, es que esto de la veracidad histórica en los biopics es un clásico tan imposible como antitético con el fin comercial del cine. Como dijo Galbraith, si tenemos una ficción escapista, ¿porqué no vamos a tener una biografía escapista?
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Pues sí, pero el problema del escapismo biográfico es que no solo distorsiona la realidad, sino que además la imagen que queda para la posteridad es la irreal del biopic y no la de la verdad rigurosa. Eso explica que las familias de los protagonistas disientan casi por regla general de la biografía plasmada en el guion. Recuérdese que a Lisa Marie Presley le pareció que en la película que hizo Sofia Coppola, 'Priscilla', se trataba a su padre de una forma vengativa y despectiva. Incluso la hija de Bruce Lee criticó con saña la película de Tarantino 'Erase una vez… en Hollywood', considerando que el director caricaturizaba a su padre. Pero no hay una regla universal sobre la consideración que los biopics deben de prestar a sus protagonistas, con lo cual hasta se puede plantear la hipótesis de una supuesta relación homosexual de Cervantes, como en la última película de Amenábar.
Además, piénsese que la difícil armonía entre la verdad del personaje y la necesidad narrativa de contar una historia que tenga tirón comercial, encima resumiendo amplios periodos cronológicos e inventando diálogos que encajen en el guion, suele convertir al biopic en una fantasía que a menudo desdibuja al protagonista. Con todo, lo peor es el exceso de los guionistas y los directores cuando se toman licencias delirantes en el dibujo biográfico o cuando se inventan hechos para vincular emocionalmente a la audiencia, apartándose de la verdad y hasta de la razón.
Entonces, ya lo digo, los trozos y los parches en la narración cinematográfica de una vida rebasan el descrédito de la realidad para aposentarse, sí, en el reflejo fiel de una excelsa estupidez.
Castigo colectivo
Seguimos en la senda del boicot y de la cancelación. Ahora le toca el turno a las 1.500 figuras del mundo del cine que se comprometen 'urbi et orbi' a no trabajar con instituciones y empresas israelíes «implicadas en el genocidio». Pues sí, están en su derecho. Pero el problema es la universalidad del boicot propuesto, ya que el mismo afecta a productoras, películas, festivales y eventos en los que también participan profesionales que son críticos con el gobierno de Netanyahu. Les pongo el ejemplo de Nadav Lapid, una voz crítica del cine israelí, que va a estrenar una película sobre la era posterior al 7 de octubre, con fuertes reproches a su gobierno. O incluso el de muchos cineastas que han abordado con sensibilidad e imparcialidad en sus obras el conflicto israelí-palestino. Seguro que la aplicación de un boicot tan genérico y universal acaba dañando a todos los estamentos del cine israelí, como en el caso del deporte, sin distinguir adeptos y desafectos. Es lo que tienen estas apelaciones a un castigo colectivo, cuya forma indiscriminada es ciertamente injusta.
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Sin remedio
No contentos los rectores de Radio Televisión Española con haber convertido el mandato de servicio público en una cantinela trasnochada, la pluralidad informativa en una copla descatalogada y la necesaria independencia en un decorado de cartón piedra, ahora también su presidente ironiza y fustiga con su Twitter a quien critica su gestión; o incluso su directora de recursos humanos propone quitar la valoración de méritos en las futuras oposiciones al ente público.Que el presidente de RTVE ironice con habitualidad y compulsión en Twitter no importaría nada si no fuera porque gestiona 1.193 millones de euros de todos los españoles. Y tampoco importaría que a la directora de recursos humanos del ente los méritos profesionales le parezcan prescindibles, de no ser porque es responsable de más de 6.600 trabajadores. En fin, que pasan los años y RTVE sigue sin remedio…
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