Crítica de 'La vida secreta de los árboles' (2020): El árbol de la vida
Críticas de cine ·
La sutil cámara del amante de la naturaleza y guía forestal alemán Jörg Adolph se abre camino de forma deslumbrante entre frondosos bosques, con el fin de atrapar las relaciones entre los distintos árboles, cómo se comunican entre ellos, cómo los mayores protegen a los menores y de qué singular manera contribuyen al equilibrio ecológico de nuestro maltratado planeta. El fruto es ciego, es el árbol quien ve. Lo mismo que el admirable autor de 'La vida secreta de los árboles', capaz de penetrar en lo más profundo de paisajes de una belleza conmovedora, habitados por robles, pinos, acacias, cerezos, almendros, ciruelos, nogales, álamos y muchas especies más.
Se trata de una fronda tratada como si fuese un palpitante ser vivo, con su dura corteza, su serena belleza, su savia, su paz y silencio, ribeteada por la poética banda sonora de Franziska Henke. Árboles que nos hablan sin repetirse jamás; árboles generosos a la hora de darnos sus frutos, con sus hondas raíces, con sus ramas protectoras cubiertas de hojas revestidas con todos los colores del arcoíris. Árboles discretos y silenciosos en las horas nocturnas, mientras las aves convergen en sus nidos y los gusanos abandonan sus solitarias estancias. Y cuando veo a los abedules oscilar a derecha y a izquierda, me complace pensar que una linda muchacha los mece.
La vida secreta de los árboles
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Alemania. 2020. 101 m. (TP). Documental.
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Directores: Jörg Adolph y Jan Haft.