Crítica de 'Salvar el árbol' (2021): Las raíces del cielo

Honra a los realizadores Iker Álvarez y Haizea Pastor que se atrevan a realizar una película de animación tan honesta, oportuna y necesaria como 'Salvar el árbol', centrada en la singular idea de que en cada árbol plantado nace un pequeño duende... Desde ese mismo instante, árboles y trasgos estarán vitalmente vinculados para siempre. A partir de ahí, la más amable fantasía y la más cruda realidad se dan cita en esta entretenida fábula ecológica, ahora que tan necesitados estamos de espacios verdes, aislados en muchos casos en medio de gigantescas metrópolis, nutridas de vertiginosos edificios de cristal, hierro y cemento hasta extremos mareantes.

Los protagonistas, Helene, Mithy, Liz, Hur y muchos más, nos comunican sus inquietudes, relacionadas con conceptos tan imprescindibles como la igualdad de género, la defensa del medio ambiente y la fraternidad: nuestra principal libertad no es nuestra soledad, sino nuestra fraternidad; para lo otro siempre habrá tiempo después. Los sencillos dibujos con que son descritos los distintos personajes no podrían ser más simpáticos, plenos de inocencia y candor, como mandan los cánones. 'Salvar el árbol' se convierte así en un sano cántico a la naturaleza, al tiempo que tiene en cuenta que sólo la naturaleza hace grandes obras sin esperar recompensa alguna.

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