Crítica de 'Mali Twist' (2021): La energía de la juventud

Mientras algunos empiezan a ahogarse en el charco de indignidad en el que chapotean desde hace años, Robert Guédiguian sigue libre de toda sospecha y manteniéndose a flote gracias a su fidelidad extrema a un código en el que destaca su compromiso político con los que o ya lo perdieron todo o todavía tienen mucho que perder. En esta ocasión viaja al Mali postcolonial, muy lejos del campo base de una extensa filmografía que se enclava en las barriadas populares de Marsella, aunque aferrado a los ideales de libertad y justicia que inspiraron trabajos como 'Rouge midi', 'El dinero da la felicidad' y 'Marius y Jeannette'.

Con la nostalgia por la energía de la juventud como motor de un relato en el que la efervescencia del sueño revolucionario se enreda con una historia de amor a ritmo de rock and roll, el director francés indaga en las causas que truncaron la posibilidad de un futuro próspero y libre de injerencias extranjeras para un país cuyas fronteras fueron delineadas artificialmente, como ocurrió con el resto de África. A Guédiguian nunca se le ha podido catalogar de sutil, y aunque en esta ocasión se deja notar su tono didáctico (libre de exotismos) también es cierto que el tema lo merece, y que por encima de todo resplandece la unión entre Samba y Lara, un romance en technicolor contra la razón y la tradición.

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